Depeche Mode y punto

Por Juan Luis Gómez / Arquitecto, amigo de 360 

 

 

Año 2000 y México no era como lo pintaban en aquella película del mítico Héctor Lechuga: Todo lo pinche contrario.

A mis 14 años, y tres pelos en pecho (por que ahora ostento 5), mi educación musical se limitaba a lo que escuchaba en RadioActivo 98.5, lo que me dijo mi mamá que era lo correcto (Led Zepellin y The Rolling Stones) y lo que los petardos de mis amigos escuchaban.

¡Recuerdo perfecto que escuchaba el programa del Cha! En un viejo radio AIWA cuando escuche esa batería aguda seguida de la distorsionada guitarra y la potente base del bajo.

Por primera vez en mi vida estaba escuchando a Depeche Mode.

Useless, el último single de uno de los mejores discos de los 90: ULTRA, me rompió la madre en el momento exacto que Dave Gahan comenzó con su lírica.

Para ese entonces, la canción era considerada como “un clásico” con solo tres años de existencia. No entendía realmente de dónde, ni el porqué de esta canción, no sabía quiénes eran y no supe cómo encontrarlos.

Grabé el último minuto de la canción en un casete (que hasta la fecha tengo). Sí, yo fui la última generación que hizo eso.

Lleve ese casete a una comida familiar en donde Javier, mi primo, con 10 años más que yo seguramente sabía de quién se trataba.

Todo meco, corrí al radio de la cocina y le pedí por favor que escuchara esos 60 segundos de grandeza. Javier sonrió, y me llevó a su estudio.

Me entregó un CD con esa portada que parecía salida de una película de Tim Burton, y desde ese día entendí quiénes eran.

Descubrí en Tower Records y Mix Up, un sinfín de discos y sencillos de la mítica agrupación británica y durante años, me volví adicto a su música, todo esto siendo un adolecente fanático de los Gallagher.

Depeche Mode es parte de lo que soy, de mi historia y fue durante muchos años, sinónimo a la musicalización de mis errores, de mis aciertos, de mis fiestas y de mis lágrimas.

Lo que pasó hace unos cuantos días en la Ciudad de México es un recuerdo de esa época, pero traído a mi vida adulta. Lloré cuando tocaron Useless, y lloré de gusto y lloré un chingo.

Al parecer la gente ha dejado de recordar cuando fue la primera vez que escucharon “esa” canción, y obviamente, no encuentran una historia con qué asociarla, lo cual, vuelve un poco triste y fugaz a toda la industria.

La música es eso: simple y sencilla asociación y por eso, gracias DM, gracias por todo.

 

Imagen vía Straight