Curiosidades del metro de la CDMX: más allá de fallas, retrasos y cortocircuitos

El metro de la Ciudad de México presume ya poco más de medio siglo de historia, son 53 años transportando todos los días a millones de personas (4.6 millones al día en la actualidad). Sin embargo, el tiempo le ha cobrado la factura a este icónico sistema de transporte, que con el paso de las décadas se vio rebasado en todos los sentidos y hoy ya sea por pésimas administraciones o manejos turbios se habla más de sus fallas mecánicas, accidentes y cortocircuitos que de su eficiencia y puntualidad. 

En ese sentido, el comienzo del 2023 no fue la excepción, el metro inició este año con nuevos videos sobre sus deficiencias y se encuentra de nuevo en boca de todos. Por esa razón, decidimos repasar un poco más de su historia, ¿qué hay más allá de todo lo malo que está ocurriendo con su servicio? Olvidemos por un momento aquellas ocasiones en que nos hizo llegar tarde a nuestros destinos y recordemos algunas de sus curiosidades.

Un viaje en metro. Tomada de: Gfycat.
¡Oh la la!: un metro producido en Francia

Todo inició en el país galo, cuando la marca Alstom se hizo cargo de la primera flota compuesta por 59 convoyes. De hecho, el proyecto de este sistema de transporte fue posible gracias a un crédito de Francia. Alstom propuso que el tren se moviera con neumáticos y utilizó de referencia un modelo llamado MP 59, que ya circulaba en París en ese entonces y al terminar la producción llegaron a la capital desde Veracruz en 1968. 

¿Sabes cómo se conforma un tren del metro?

Nos hemos subido en muchas ocasiones a sus vagones, ¿pero sabemos a ciencia cierta cómo se conforma un convoy? Bueno, pues cada tren se compone de nueve carros, de los cuales seis son motrices, es decir, tienen tracción propia y ocupan las posiciones 1, 3, 4, 6, 7 y 9; el resto son catalogados como remolques, lo que significa que no cuentan con tracción. Según informa el Sistema de Transporte Colectivo, cada convoy puede transportar a poco más de 1,530 personas: 1,170 paradas y 360 sentadas.

La limosina naranja. Tomada de Twitter.
La cultura subterránea y la sala de cine en la estación Zapata 

Toda la red de este sistema de transporte podría considerarse una capital cultural. Desde sus inicios se consideró promover la cultura y las artes, pero esa idea evolucionó a niveles inimaginables. Hoy la mayoría de las estaciones cuentan con exposiciones temporales o incluso permanentes. Por ejemplo, están el famoso Túnel de la ciencia en La Raza y el Museo del metro en Mixcoac (cuenta con siete salas). Otro caso es el de la estación Zapata, que en 2017 inauguró una pequeña sala con 35 butacas y una pantalla de cuatro metros de largo por dos de alto. Ahí, los lunes, miércoles y viernes se ofrecen proyecciones gratuitas de cine mexicano a partir de las 16:00 horas. 

Hallazgos arqueológicos

La historia del metro también tiene su carga histórica: en la construcción de la línea 4 en 1978 justo donde se ubica la estación Talismán se descubrieron los restos fósiles de un mamut, el cual vivió en la Edad de Hielo y tiene entre 10 mil y 12 mil años de antigüedad. Este ejemplar mide cuatro metros de alto y puedes verlo en las instalaciones de la estación.

Los ecos del pasado. Tomada de: México desconocido.
¿Por qué el metro se detiene entre túneles en horas pico?

Esta tal vez sea una de las dudas más frecuentes. Un estudio de la UNAM realizado por investigadores del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) para optimizar el servicio, reveló que esto se debe a que en cada estación el metro debe detenerse entre 20 y 25 segundos para abrir sus puertas y permitir que las personas salgan y entren a los vagones. El problema es que en horas pico estos tiempos son imposibles de alcanzar y puede tomar de tres a 10 minutos cerrar las puertas, lo que genera caos en toda la red del metro.

Por: Gabriel Guajardo.

Cumple tus propósitos del 2022

Cada vez que acaba un año hacemos un recuento de los triunfos, alegrías, tristezas y aprendizajes, pero también de los objetivos que no hemos alcanzado. El inicio del año trae consigo una oportunidad de volver a empezar y de ir tras aquello que queremos lograr o que nos gustaría mejorar en nuestra vida.

La lista de deseos es infinita: inscribirnos al gym para bajar unos kilitos, ahorrar para comprar un carro o para tener las vacaciones soñadas en una playa paradisiaca, mejorar las relaciones con la familia, conseguir empleo, comer saludable, etc.

Ejercicio / Fuente: Universidad San Marcos.

La mayoría conocemos nuestros objetivos, pero no todos los cumplimos, algunos empiezan con mucho empeño en las primeras semanas del año, pero conforme pasan los días dejan de ser constantes y olvidan su meta, otros propósitos solo se quedan en ideas que ni siquiera se inician y solo unos cuantos son quienes alcanzan lo que se proponen a inicio de año. Si quieres saber algunos secretitos para que cumplas tus objetivos este año, aquí te compartimos un top 3.

1. En el pedir está el dar

Una de las claves es la manera en que formulamos nuestros propósitos, si cambiamos el “dejaré de…/evitaré…” por “comenzaré a…” tendremos más posibilidades de alcanzar nuestros propósitos, así lo reveló un estudio realizado en 2017 por la Universidad de Estocolmo y la Universidad de Linköping, en Suecia.

En este experimento participaron 1,066 personas que se dividieron en tres grupos con diversos grados de apoyo; sin embargo, los resultados arrojaron que el apoyo dado a los participantes no marcó ninguna diferencia, pero sí hubo un impacto en la manera en que formularon su propósito.

Ahorrar / Fuente: DOV.

Quienes escogieron un “objetivo de aproximación”, que consiste en plantearnos un nuevo hábito o introducir algo nuevo a nuestra vida, como: “empezaré a correr”, tuvieron más éxito que quienes tuvieron “metas de evitación”, como: “dejaré de fumar”.

Así que, tal vez debas empezar a reformular tus propósitos y en lugar de decir que dejarás de comer dulces, cambiarlo por: “comeré más frutas y verduras”.

2. Escoge metas posibles y específicas

Uno de los errores que podemos cometer es elegir metas imposibles de cumplir o poco específicas. Por eso, tenemos que ser muy claros; por ejemplo, si deseamos bajar de peso debemos definir cuántos kilos queremos perder y el tiempo en que lo haremos. Si nuestro sueño es viajar, hay que escoger desde el principio el lugar y si es fuera del país, contar con todos los documentos para hacerlo.

Viaje / Fuente: MochilerosTV

Otro punto que debemos evitar es ser muy exigentes con nuestras metas. Si nunca hemos hecho ejercicio y nos proponemos ir al gym cinco días a la semana, al ser demasiado para un inicio, es más probable que pronto lo abandonemos.

También es importante ser realistas y plantearnos únicamente de tres a cuatro objetivos, porque a veces nos emocionamos en el inicio de año y hacemos una superlista con 20 o más objetivos, y al final terminamos frustrados por no cumplirlos.

3. Arma el plan indicado

Detrás de todo logro hay un plan de acción que nos ayuda a ordenar los pasos que seguiremos. Para eso, primero tenemos que dividir nuestros objetivos en “subobjetivos” y ordenarlos a corto, mediano y largo plazo. Por ejemplo, para estudiar una maestría es necesario definir las horas que dedicaremos a estudiar, el dinero que ahorraremos cada mes, las horas de trayecto que haremos de la casa a la escuela, etc.

Para cualquiera que sea nuestro plan, es fundamental tener fechas y horas definidas, así será más fácil que alcancemos nuestro objetivo y al final del año estemos contentos con los frutos de nuestro esfuerzo.

Fechas / Fuente: Gifer

 

¿Qué comen los astronautas?

¿Alguna vez soñaste con ser astronauta, viajar por el universo y ver desde arriba lo pequeña y maravillosa que es la Tierra? Solo unos cuantos afortunados lo han logrado: conocieron la Luna o trabajan en la Estación Espacial Internacional (un laboratorio en la órbita terrestre, en donde se realizan investigaciones sobre astrobiología, astronomía, meteorología, física, etc.).

Aunque vivir en un lugar sin gravedad y “volar” en lugar de caminar suena bastante divertido, si estuviéramos en el espacio tendríamos que cambiar nuestros hábitos y renunciar a algunos de nuestros platillos favoritos o comerlos de otra manera.

Tomada de Foro Anime.
De las pastas a los helados

El primer astronauta que comió en el espacio fue Yuri Gagarin el 12 de abril de 1961. Su comida no era del todo apetitosa: llevaba unos rollos metálicos, parecidos a los de pasta de dientes, que exprimió para comer pasta de carne y de hígado.

En los viajes que se realizaron años más tarde, los astronautas siguieron comiendo esas pastas que, a pesar de su mal sabor, demostraron que —contrario a lo que pensaban los científicos— los humanos podíamos comer fuera de la Tierra sin que nuestros órganos se dañaran o nos enfermáramos.

Por suerte, estos tubos de comida fueron reemplazados a finales de los años 60 por alimentos deshidratados: se les agregaba agua caliente que los reconstituía y en cinco minutos quedaban listos, esto permitió que hubiera más variedad para el paladar de los astronautas. Ya en las misiones del Apolo a la Luna, comieron de esta forma y hasta tuvieron la opción de escoger entre 70 artículos, entre los que se incluían platillos principales, condimentos y bebidas.

En los años 70 la forma de alimentarse en el espacio mejoró todavía más, pues se introdujo el primer refrigerador a bordo del Skylab —la primera estación espacial de Estados Unidos—. En él había 15% de alimentos congelados, así que los astronautas ya disfrutaban de helados, postres u otros platillos, mientras desde la ventana veían la Tierra.

Lo que no y lo que sí

En aquellos tiempos ya existían más opciones de comida para ellos, pero hay alimentos que a la fecha no se deben consumir en las naves espaciales, uno de ellos es el pan. Los astronautas Gus Grissom y John Young del Gemini III se rebelaron contra esta regla y metieron de contrabando un sándwich de carne a la nave, el resultado fue que las cámaras los delataron y el Congreso estadounidense los regañó, porque las migajas flotan y pueden dañar los equipos o entrar a los ojos o pulmones de los astronautas.

Por eso, desde 1985 los astronautas prefirieron comer tortillas para complementar las comidas, ya que no desprenden migajas, y se han preparado distintos platillos con ellas: burritos, tacos, hamburguesas y sándwiches de carne, crema de cacahuate, mermelada, etc.

Tacos en el espacio. Tomada de Gobiznext.
Una dieta balanceada

Actualmente el Laboratorio de Sistemas de Alimentos Espaciales del Centro Espacial Johnson, en Houston, es el encargado de preparar y envasar los alimentos que se mandan a la Estación Espacial Internacional y los astronautas pueden elegir entre 200 alimentos distintos.

Además, desde la Tierra se lleva un registro de lo que come cada astronauta para que no sobrepase el número de calorías indicadas. Tienen esta norma porque los tripulantes deben tener el mismo peso y masa muscular a lo largo del vuelo; si pierden peso, será difícil que su cuerpo se recupere de la expedición al regresar a la Tierra.

Descubrimientos netflixeros afortunados: Sense8

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Bueno, esta serie —de los hermanos Wachowski y original de Netflix— se estrenó hace casi tres meses, el 5 de junio, pero yo recién comencé a verla a finales de julio, más o menos. La verdad, tenía ganas de “hincarle el ojo” desde que salió, pero como justo terminé de ver otras apenas, no lo hice entonces. Pero ahora me he puesto al corriente con los doce capítulos completos y espero ansiosa a que salga la segunda temporada. Ferviente y definitivamente.

No sé por qué, aun cuando la anunciaron con bombo y platillo y hubo mucho revuelo alrededor de su premiere, no ha funcionado como lo esperaban, al parecer, según lo que oído. No sé por qué si, personalmente, ha sido de las contadas emisiones que me ha mantenido al filo de mi asiento, poniéndome en la piel de los personajes, haciéndome exclamar y gritar y llorar de la emoción… tan buena considero que es. De verdad, no sé cómo no la vi desde el principio (bueno, sí sé, fue porque estaba viendo otras, ja). En fin, de cualquier manera, ya me la eché enterita… no me duró ni el arranque.

La primera vez que supe de esta serie, lo primero que vino a mi cabeza fue otra serie de ciencia ficción, de mis favoritas de la vida: la británica Misfits, que en común con Sense8 tiene lo de la pandilla de gente con “superpoderes” que se ve perseguida por algún enemigo, por lo que, en un inicio, la premisa sonaba bien. Pero había otras sorpresas aun esperándome. Satisfactorias, debo decir. Además, en Geek leí que “toma elementos de series como Person Of Interest y de películas como Cloud Atlas, también de los Wachowski”.

Sin embargo, nadie me había advertido que éste era un elenco internacional, en locaciones alrededor del mundo, lo cual me emocionó aún más. Definitivamente, creo que esto es un plus para la serie. La hace más interesante, hace que más gente pueda sentirse identificada dada la diversidad tanto de personajes como de lugares. Y la diversidad de los primeros es diversidad en toda la extensión de la palabra: racial, sexual y social. Me emociona. Llámenme cursi, llena de clichés. Me encanta. Me encanta—y también me estremece— la idea de que pueda existir alguien en el otro extremo del mundo que sea capaz de sentir y pensar lo mismo que yo y que, eventualmente, pueda “salvarme” de los problemas en los que me meta “prestándome” habilidades que yo normalmente no tengo, y viceversa. Suena fantástico.

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Así entonces, gracias a Sense8 viajo a Chicago, a San Francisco, a Seúl, a Nairobi, a Bombay, a Berlín, a Londres, a Reikiavik y, además, me emociono viendo las locaciones familiares de la Ciudad de México. De hecho, cuando vi el primer capítulo, durante la cortinilla del inicio, me pareció ver el Monumento a la Revolución, pero me dije a mí misma que no podía ser, que seguro era otro similar en otra parte del mundo. Por lo que cuando vi las escenas de “Lito” (Miguel Angel Silvestre), uno de los ocho “sensates“, me emocioné aún más al confirmar que, efectivamente, se trataba de esta ciudad que habito. Y luego, cuando vi al par de actores (caras conocidas de la televisión nacional) que salían con él, mis sospechas quedaron más que resueltas.

En fin, además de esta afortunada coincidencia, en general me parece que la serie está muy bien escrita, dirigida, actuada y editada. Me gusta que cada personaje tenga su propia historia, bien cimentada y justificada; su propia personalidad, su propia identidad. Me fascinan las escenas en donde los sensates se “comunican” entre sí y de pronto comparten tiempo, espacio y sensaciones.

sense8-cast-charactersAmo las escenas de pelea con Sun (Bae Doona), la coreana, y su badass attitude, quisiera tener esa habilidad definitivamente; la honestidad y rectitud de Capheus (Ami Ameen), el keniano; la frescura, originalidad, ganas de igualdad y los conocimientos cibernéticos de Nomi (Jamie Clayton), una de los dos estadounidenses; el sentido de la justicia, nobleza y lindo rostro de Will (Brian J. Smith), el otro norteamericano; la candidez, fe y, al mismo tiempo, fortaleza, de Kala (Tena Desae), la hindú; las capacidades actorales, las ganas de amar y los expresivos ojos de Lito, el mexicano; la inocencia, tristeza que la saca adelante y musicalidad de Riley (Tuppence Middleton), la islandesa, y la fuerza, valentía y nobleza de Wolfgang (Max Riemelt), el alemán.

Así, el “poder” que estas personas comparten, es el de poder comunicarse entre sí, a nivel físico y mental, aun cuando se encuentran a miles de kilómetros de distancia el uno del otro; y luego están las habilidades y destrezas que cada uno tiene. Y que usan para salvarse a sí mismos y entre ellos. ¡Eso sí que es trabajo en equipo!

Y, en fin, sólo por ociosidad y curiosidad, hice este test que me dice qué personaje de Sense8 soy: ¡y soy Sun! Definitivamente me gustaría pelear como lo hace ella. 😀 Aunque definitivamente no me hubiera molestado ser como cualquiera de las otras chicas… creo que, tema género aparte, me identifico más con ellas; ellos me caen muy bien, claro, pero si de identidad se trata, es con cualquiera de los personajes femeninos que me quedo, si lo pienso.

¡No se la pierdan, es un must, totalmente!

Viajando con mascotas

Si eres de los que cargan con Fido o Misifú para todos lados, seguro entonces ya tienes experiencia en eso de viajar con tu(s) mascota(s), y ya te sabes los trucos más comunes (y otros no tanto). Y la verdad es que no siempre es tan práctico, pero vale la pena si tú y tu mejor amigo pasarán más tiempo juntos.

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Claro, tampoco se trata de que el animalito se estrese, por eso siempre hay que asegurarse de su bienestar durante la travesía.

Personalmente, he viajado con mi gata en avión y autobús. Por supuesto, también la he llevado en coche, pero sólo dentro la ciudad, en travesías cortas… y no le gusta demasiado. Pero de eso, a llevarla en metro, hay una gran diferencia, pues se pone muy nerviosa. Lo he hecho una vez y con esa me bastó y sobró para evitarlo absolutamente.

Por lo que respecta a viajes fuera de la ciudad, todo depende de cuánto estés dispuesto a gastar tanto en tiempo, como en dinero. Hay que tomar en cuenta que tampoco se puede transportar a cualquier mascota: yo me estoy limitando a perros y gatos, porque son las más comunes, incluso hay líneas que incluyen hurones, pero puedes preguntar en las compañías si aceptan, por ejemplo, conejos o hámsters. Por supuesto, pensar en un pez o pájaro, es mucho más complicado. Y no sabría qué decir de los reptiles…

 

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Viajes terrestres

Si viajas por tierra, tienes dos opciones: coche o autobús. Si es el primero, a menos que sea un viaje compartido, podemos suponer que es más sencillo, puesto que estarán —quizá— a sus anchas. Si no será así, entonces considera no llevarlo o viajar por otro medio. Si viajas en autobús, resígnate a poner a tu mascota en el maletero. Casi todas las líneas terrestres lo permiten, pero ésta es la única condición, a menos, claro, que se trate de un perro guía. Un consejo: asegúrate de que no pongan maletas o bultos encima de su transportadora (que tendrá que ser rígida), de preferencia. Lo que yo procuro, cuando viajo con Simona, es quedarme abajo hasta el final, cuando todos los pasajeros hubieron colocado su equipaje, para que ella quede en un buen lugar; una vez que llego a mi destino, me bajo primero, para sacarla cuanto antes (siempre compro boleto para alguno de los primeros asientos del vehículo, para poder hacer todo esto con facilidad).

 

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Viajes aéreos

Si viajas por aire, piensa que tu amigo peludo pasará mucho tiempo encerrado: hay que llegar con mucha anticipación al aeropuerto, por lo que desde que salen de tu casa hasta que llegan a su destino final, permanecerá dentro de su transportadora. Lo ignoro con los perros, porque nunca he llevado uno en un avión, pero supongo que será parecido que con los mininos: se recomienda no darles alimento durante el viaje, por cualquier malestar que pudieran tener. Asimismo, aconsejo consultar las políticas de las aerolíneas con respecto a transportar animales: dependiendo de su tamaño, y de la aerolínea en sí, podrás o no llevar a tu mascota en cabina contigo; de otra forma, tendrá que ir con el resto del equipaje. Igualmente, consigue una transportadora que cumpla con lo establecido, tanto en material como en medidas, para que no te lleves sorpresas a la hora de abordar. He viajado con mi gata por Aeroméxico y por Interjet solamente. Puedo hablar de una mejor experiencia con la segunda, pues con los primeros tuve que medio pelear debido a un error de logística con mi agente de viajes. Sus políticas no permiten gatos arriba, por lo que siempre tienen que ir abajo. Sin embargo, a mí, mi agente me había asegurado que no había problema. Además, llevaba transportadora flexible, por lo que se dificultaba que pudiera ir con las maletas (cuando una mascota va arriba, se recomienda transportadora flexible pequeña; cuando va abajo, rígida). Al final, después de pelarme y hablar con miles de personas, pudimos pasar. En los pocos viajes que hemos hecho en avión, Simona siempre ha ido conmigo, y normalmente sin problema. Sólo aquella vez. Por cierto, normalmente, para viajar en avión, te pedirán su cartilla de vacunación y, a veces, un certificado veterinario de buena salud.

 

Viajes internacionales

Las experiencias que he descrito hasta ahora han sido de viajes con mi gata dentro de territorio nacional. Por supuesto, la dificultad aumenta si vas a viajar con tu animalito fuera de éste, pues normalmente tiene que cumplir una serie de requisitos que te piden en el país destino, como tener al corriente sus vacunas, estar esterilizado, desparasitado y certificados de salud. Algunos incluso piden que tenga chip.

 

Últimos preparativos

Así, entonces, podría recomendarte sólo que planees tu viaje con tiempo e investigues lo que se necesita. Consigue una buena transportadora, ya sea que lo vayas a llevar en una flexible o en una rígida. Que tenga siempre a la mano tus datos, sobre todo si se separan, ya sea en su placa o en la misma transportadora. Y tampoco le des sedantes, pues puede ser peligroso. Lo mejor, en todo caso, es darle una especie de tranquilizante natural, como valeriana: en varias tiendas veterinarias lo puedes conseguir.

 

En fin: prepárense con tiempo y ¡que tengan un buen viaje!

 

 

 

 

 

Una semana consecutiva con Uber

Pudiera parecer un lujo, sobre todo viviendo en un país donde las asociaciones de taxistas quieren hacer ilegal la aplicación, pero me di el chance de probar y ver qué pasaba… y la verdad es que lo disfruté. Aunque con un poco de dolor (mínimo) en mi tarjeta, saboreé las ventajas de ir en un carro —de decente a lujoso— justo a las horas pico del tráfico de esta ciudad. En realidad viajo distancias cortas, por lo que el proyecto fue más fácil también, en todo caso.

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Justamente, hace un par de semanas, lo probé por primera vez, cuando ya no pude aguantar más la agonía de estar esperando un metrobús que viniera un poco menos atestado a las casi 8 de la noche un jueves que no era quincena (simplemente, a veces no entiendo cómo funciona el tránsito y los medios de transporte en la ciudad de México… ¿¿a todas horas todos??) Entonces llegó un chico en una Mazda CX-S que no se tardó casi nada en llegar a donde yo estaba. Eso sí, no me ofreció botellita de agua ni nada más, pero fue amable. Y con eso me bastaba para por fin llegar a mi casa tranquila y sin la locura del transporte público.

Las siguientes veces fueron, casi todas, mejores: casi todos los choferes me han ofrecido agua o se bajan para abrirme la puerta; otros me han preguntado por el clima del coche y/o por la música. Algunos no han hecho nada de eso. Pero nunca he tenido ninguna mala experiencia, pues todos han sido gentiles. Un par, a lo mucho, fue un poco menos simpático y/o hablaba de más, pero nada que no pudiera manejar.

 

Yo, por mi parte, varias veces he aceptado el agua y alguna vez pedí cargador para mi celular, pero generalmente prefiero no hablar con ellos durante el camino. Y la mayoría lo entiende. Lo menos que he dado han sido tres estrellas. Y eso porque una vez la fortuna nos jugó una mala pasada: al llegar a mi casa, al intentar calificar al conductor, la aplicación aparecía trabada. No podía hacer nada incluso aunque reiniciara el teléfono… no salía de su ensimismamiento. Le llamé al chofer y me dijo que a él le pasaba lo mismo, que ya había mandado un mensaje a la plataforma y que de hecho estaba sin moverse. Me dijo que estaría ahí hasta que funcionara de nuevo. Por fin, después de unos minutos, volvió en sí, pero con la novedad de que me iban a cobrar más del doble de lo que generalmente me cobran. Por supuesto me irrité aún más y le volví a llamar al conductor. Me comentó que había vuelto a mandar otro mensaje y me recomendaba que yo también hiciera lo mismo. En realidad siempre se portó amable y con la mejor disposición. Por eso después me arrepentí de haberle puesto tres estrellas, pues finalmente no fue su culpa. Califiqué incluso mejor a otro que ni siquiera había sido tan simpático y considerado, y para colmo, cuyo coche no estaba tan bien.

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En fin, mandé el dichoso mensaje explicando la situación y luego me fui a hacer ejercicio para sacar todo el coraje y la frustración que me causan las experiencias en donde no tengo control de las cosas. Al regresar, vi que me habían hecho un reembolso por la cantidad excedente. Hice las paces con Uber.

Así pues, por el momento, no tengo ninguna intención de darme de baja y, efectivamente, con todo lo que tengan que decir en su contra, yo, definitivamente estoy a favor del tan difundido hashtag #UberSeQueda.

 

Sayulita no es sólo un paraíso para surfers

Si estás buscando un destino playero para este verano (poco original, lo sé, pero es un clásico que JAMÁS estará fuera de onda), pintoresco, un poco alejado del mainstream de la Riviera Maya o el corredor turístico de Los Cabos, decídete por este pueblecito de la costa nayarita que no te desilusionará. Además, se puede encontrar hospedaje y restaurantes para todas las carteras y gustos: desde el típico hostal para mochileros hasta el hotel de lujo; lo mismo con los segundos.

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Sí, obvio, no te voy a engañar diciendo que es un paraíso virgen, porque no lo es. De hecho, es un destino muy solicitado, sobre todo por gringos surferos. Aunque en el rango hay de todo: extranjeros, nacionales, amantes del surf, gente que en su vida se ha subido a una tabla… como yo. Además, incluso se podría calificar de “playa hippie”, pues muy cerca hay otras, como la Camarones, en donde uno más bien va a acampar. Entonces, sí, la verdad es que lo mejor de Sayulita es su diversidad de gente, lugares, precios y actividades. Y que no hay tanta pretensión en el ambiente.

Lo que quizá podría resultar un poco complicado es llegar. Aunque todo depende: de la Ciudad de México, quizá habría que tomar un avión a Puerto Vallarta, a Tepic o a Guadalajara. Y de ahí, emprender el camino en autobús: de Puerto Vallarta y Tepic salen directos a Sayulita; de Guadalajara hay que hacer un transbordo en otro pueblo antes de llegar al destino final. Obviamente, si uno vive más cerca, será más fácil.

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Mi experiencia personal fue un poco desordenada: yo estaba ahí sólo para relajarme y salir de fiesta (pasé Año Nuevo allí), por lo que tampoco aproveché todas las opciones que hay para hacer en Sayulita, además, claro, de relajarse y de ir de fiesta. Éstas van desde las preferidas para los aventureros, como la práctica de varios deportes extremos (aparte del surf), hasta cosas más tranquilas, como observación de aves, yoga, golf o montar a caballo. Asimismo, uno puede celebrar ahí su boda.

¿Quieres saber más? Ve a la página oficial, donde encontrarás toda la información que necesitas para planear tu visita.