Creatividad onírica: cuando los sueños inspiran al arte

“El hombre es un genio cuando duerme” Akira Kurosawa 

Dicen que la inspiración puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, ya sea leyendo un libro, sentado en la banca de un parque, tomando café o, como veremos el día de hoy, durmiendo.

La importancia de los sueños en la labor creativa no es cosa menor, ya que no solo ha influenciado diversas obras multimedia a lo largo de los años, sino que fue uno de los principales impulsores detrás de la corriente literaria, filosófica y artística del surrealismo. 

Tomando como base la interpretación de los sueños propuesta por Freud, y siendo también un recurso que los artistas emplearon para escapar de la horrible realidad por la que pasaba el continente europeo en las décadas de 1930 y 1940 (dos Guerras Mundiales, principalmente), el surrealismo nació de esa desesperación por encontrar un refugio creativo que permitiera a escritores, pintores, escultores y cineastas, rebelarse contra la cruel realidad y romper con convencionalismos sociales y culturales por medio de piezas abstractas, incoherentes incluso, pero cargadas de emoción.

La ciencia del sueño / Tomada de Medium.

El refugio creativo

[El surrealismo] es puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral – André Breton.

A través de sus obras, los artistas surrealistas expresaban sus peores miedos y mayores pasiones. Y es que los sueños son un simple reflejo de la realidad, visto a través del cristal de nuestras experiencias personales, recuerdos, temores, anhelos y pensamientos inconscientes que salen a flote una vez que se pierde el control de la razón y cualquier tipo de autocensura.

Pero la influencia de los sueños no está relegada a una corriente artística de hace casi un siglo. Hoy en día, como quizás siempre lo ha sido, pero no muchos artistas se atreven a confesar, existen cientos de obras inspiradas por alguna visión onírica o surgida a partir de la siesta vespertina del autor. 

Salvador Dalí- Persistencia.

En esta ocasión analizaremos un par de los ejemplos más conocidos y documentados de este fenómeno tan común, especialmente para aquellos con sueños vívidos y capaces de recordar lo sucedido al despertar. 

Soñadora-mente, de Kurosawa

Akira Kurosawa, uno de los realizadores más aclamados e influyentes en la historia de la cinematografía, director de piezas icónicas como Nora Inu (Stray Dog), Rashomon, Ikiru y Shichinin no samurai (Seven Samurai), desarrolló, a lo largo de los años, el guion de lo que se convertiría en una de sus últimas películas: Yume (Dreams), total y completamente inspirada –basada– en sueños y recuerdos del propio director, mezcladas con historias fantásticas, mitología japonesa y cuentos de su infancia. 

A través de ocho viñetas, llenas de cándido humor, realismo mágico y reflexiones sobre el hombre y la naturaleza, Kurosawa nos da un vistazo a su genial, inquieta y ¿“soñadora”? mente; sus inspiraciones y preocupaciones, recuerdos de su familia y hasta una curiosa intervención de Vincent Van Gogh interpretado por Martin Scorsese. 

Yume (Dreams).

Psicotrópico King

Por su parte, Stephen King, escritor estadounidense de novelas y cuentos de terror, suspenso y ciencia ficción, principalmente, y autor de grandes clásicos de la literatura moderna como It, The Shining, Carrie y The Mist, entre tantos otros, alega haber escrito su novela de 2001, Dreamcatcher, tomando elementos de los sueños que tuvo en un lapso de seis meses, mientras se recuperaba de un accidente automovilístico… Y bajo la influencia de la oxicodona que lo ayudaba a soportar el dolor.

No obstante que Dreamcatcher haya sido el resultado de un viaje psicotrópico y, en palabras del mismo King, un libro no muy bueno, esta dicotomía entre sueño y creatividad es un tema que el autor ha explorado y explicado en reiteradas ocasiones, especialmente en su libro On writing: a memoir of the craft, en donde recomienda incluso tener una libreta junto a la cama, en caso de que esa chispa creativa llegue a la mitad de la noche, para que podamos capturar la esencia del sueño lo más rápido y fielmente posible.

Dreamcatcher.

Sea cual sea nuestro método, el mensaje es el mismo: buscar inspiración en los lugares menos esperados. Salir a caminar, tomar una siesta o un baño relajante, platicar con un amigo o visitar un museo; el punto es no forzar las ideas, sino dejar que fluyan, como los sueños mismos, que existen y aparecen sin que uno los llame.