Lo que no sabías del doblaje de voz en películas

Según cuenta la leyenda, al inicio de los años 80, cuando Star Wars llegó a España y Latinoamérica, muchos niños no conocieron a Luke Skywalker, Chewbacca y RD2D, sino a Lucas Trotacielos, Mascatabaco y Arturito, nombres que los cines pensaron más acordes a las tierras hispanohablantes. Aunque tal historia es un mito urbano, con apenas un toque de verdad, refleja bien la complicada historia del doblaje; para muchos, este arte y negocio ha sido un puente para conocer películas, series y caricaturas de todo el mundo; para otros, es un atentado contra la integridad intelectual de la obra. 

Una controvertida historia

Durante la época del cine mudo, las películas apoyaban su narrativa en intertítulos que, entre escenas, mostraban escritas las descripciones y diálogos, o en un “charlatán”, que explicaba la película para aquellos que no podían leer. Sin embargo, la llegada del cine sonoro supuso nuevos problemas para la exhibición de cintas extranjeras, aunque algunos trataron de verlo como oportunidades. La productora Metro Goldwyn Mayer estaba segura de que la gran maquinaria del cine estadounidense haría del inglés la lengua mundial, pero esto solo ayudó a desatar el pánico internacional a la “intrusión lingüística”, y países como Francia recurrieron al subtitulaje para rescatar el idioma nativo de la oleada norteamericana, prohibiendo exhibir películas en idiomas ajenos que no llevaran subtítulos.

El analfabetismo predominaba en todo el mundo, así que las productoras buscaron otras opciones. En 1928 nació el doblaje moderno, cuando Paramount Pictures logró sincronizar el diálogo de The Flyer, traducido del inglés al alemán, con los movimientos labiales de los actores. 

Sin embargo, la calidad de la técnica solía ser pésima, por lo que los cineastas preferían otros métodos, llegando a filmar sus películas varias veces con actores de diferentes países como la excelente versión española de Drácula de 1931, protagonizada por Carlos Villarías y Lupita Tovar, lo cual resultaba costoso y, a falta de supervisión constante, la calidad de una versión a otra era muy variable. Por esto, varios años y avances tecnológicos después, el doblaje tuvo un gran renacimiento.

De México, para el mundo

En los años 40, la Metro Goldwyn Mayer se llevó a sus estudios de Nueva York a un puñado de actores mexicanos de radionovelas  para doblar sus películas. Rápidamente, en México y otros países de Latinoamérica, como Argentina creció una gran industria del doblaje. Sin embargo, para finales de la década varios gobiernos decidieron que esta práctica fomentaba la competencia desleal para la producción local, y prohibieron que los cines nacionales presentaran películas extranjeras dobladas que no fueran infantiles. En México, este veto estuvo vigente hasta el año 2000, por lo que los doblajes fueron territorio mayormente televisivo por medio siglo.

Evangelina Elizondo, bajo la dirección de Santos, fue nuestra Cenicienta mexicana. Fuente: Disney y De Memoria.

La industria del doblaje en Latinoamérica se volcó al público infantil. Walt Disney mismo se interesó en las posibilidades del doblaje mexicano después de la fuerte crítica que el locutor Edmundo Santos hizo del mal doblaje al español de Blanca Nieves, y en poco tiempo, Santos pasó a ocuparse de la traducción de las canciones de Disney. Unos años más tarde, se convirtió en asesor oficial del idioma, desarrollando las reglas gramaticales para el llamado “español neutro” que evitaban tropicalizaciones o acentos típicos. 

El problema de la tropicalización

A inicios de los 50, Santos se mudó con su equipo a la Ciudad de México para trabajar en La Cenicienta, y pasaría los siguientes 27 años, hasta su muerte, encargándose por completo del doblaje al español de películas y productos derivados de Disney. Aunque esta era nos regaló joyas como El Libro de la Selva con la voz de Tin Tan para Baloo, Luis Pelayo tras Bagheera y a Carlos Petrel como Sheer Khan, la práctica del español neutro fue abandonada a partir de 1991 para La Bella y la Bestia, en favor doblar una versión latinoamericana y otra con el castellano de España. 

 

Mientras tanto, la televisión seguía siendo el campo más fértil para los actores de doblaje. A diferencia de la actuación frente a la cámara, contar con la voz como herramienta principal implicaba que ni la edad, ni el aspecto físico ni el género eran barrera, y la libertad de acción era tal que, sobre todo en caricaturas, se permitían incorporar rasgos culturales y ciertas tropicalizaciones que las hicieran más accesibles y reconocibles; a pesar de que esto no pocas veces resultaba en interpretaciones que desmerecen la versión original, también nos permitió disfrutar de creaciones excepcionales como la que hizo Jorge Arvizu, “el Tata” para Don Gato y su pandilla: mientras que en los EUA pasó desapercibida, en toda Latinoamérica se volvió un ícono cultural, tal como te contamos en uno de nuestros artículos pasados.

Don Gato y su pandilla.

El doblaje en la actualidad

En décadas recientes la labor de doblaje comenzó a devaluarse, los estudios y televisoras dieron preferencia a voces menos entrenadas, pero más baratas, o cayeron en la práctica del star system, dando los papeles principales a actores y cantantes populares, expresamente contratados para interpretarse a sí mismos o a sus personajes más conocidos. De igual forma, se volvió cada vez más frecuente el introducir en trabajos extranjeros chistes locales, referencias o modismos de la cultura popular, sin ningún cuidado o respeto por el trabajo original ni por la labor profesional de los verdaderos actores del doblaje. Resulta curioso que, de entre todas las voces de profesionales y cinéfilos que a través de los años se han alzado contra esta mala práctica, sea la de Jorge Luis Borges, desde el lejano 1945, la más profética: 

“Las posibilidades del arte de combinar no son infinitas, pero suelen ser espantosas. (…) Hollywood acaba de enriquecer ese vano museo teratológico; por obra de un maligno artificio que se llama doblaje, propone monstruos que combinan las ilustres facciones de Greta Garbo con la voz de Aldonza Lorenzo. ¿Cómo no publicar nuestra admiración ante ese prodigio penoso, ante esas industriosas anomalías fonético-visuales?”.

 

Así nació El Principito de Saint-Exupéry 

¿Te imaginas ser un piloto aviador y poder recorrer diversas partes del mundo?, Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) lo era y muchos de sus viajes fueron la inspiración para convertir sus vivencias en literatura, como es el caso de obras como: El aviador, Vuelo nocturno y El Principito. Esta última, seguramente la has leído en algún momento de tu vida.  

El Principito es una de las obras más conocidas alrededor del mundo y aunque se ha considerado un libro para niños, la realidad es que sus temas como: la pérdida, la soledad, la muerte y el amor, son también para adultos.  

Las cartas en las que nació El Principito 

Fueron varias las causas que se juntaron para que su autor decidiera crear esta historia, una de ellas fue el impulso de sus amigos, a quienes les mandaba cartas en las que agregaba el dibujo de un hombrecito rubio con bufanda y cabello alborotado, era como su “alter ego infantil”, pues a través de él, expresaba las emociones que a su parte adulta le era difícil decir. Por eso, sus amigos lo animaron a que le diera vida a aquel simpático joven y lo hizo en el año 1942, dedicándose a realizar los dibujos en acuarela, así como a escribir la increíble historia del muchacho rubio.  

Encuentro entre el Principito y el aviador.

A su vez, Saint-Exupéry en varios momentos de su vida cayó en etapas de profunda tristeza y alcoholismo, — debido a que en Nueva York se sentía aislado, su vida en pareja era inestable y los exiliados franceses lo acusaban de colaborar con el gobierno de Vichy — por eso, buscó una manera de plasmar parte de su sentir y pensamientos.

“Es muy curiosa la desesperación. Necesito renacer”, escribió él.  

Así, por medio del Principito, el autor pudo recuperar a su niño interior y conmovernos por medio de su personaje, quien llora o se entristece por instantes, pero también conserva ilusiones, se ríe, aprende y muestra una gran fortaleza.  

El terrible accidente que dio origen a El Principito 

Otra de las situaciones en las que se basó el autor para dar origen a El Principito, fue el accidente que sufrió junto con su mecánico aviador André Prévot, cuando en uno de sus viajes aéreos, la avioneta en la que viajaban se estrelló en el desierto de Libia, increíblemente él y su compañero sobrevivieron al impacto; sin embargo, después de dos días, la poca comida y bebidas que llevaban (uvas, naranjas y vino)  se agotó, lo que provocó que Saint-Exupéry tuviera alucinaciones visuales y auditivas en las que se enfrentaban sus dos “yo”: el que daba todo por perdido y el que aún se aferraba a la esperanza. 

Saint-Exupéry como aviador.

Fue hasta el cuarto día cuando milagrosamente fueron rescatados por un beduino que iba en camello; así que, esta anécdota en la que casi pierden la vida, ha quedado claramente retratada en el libro.   

Los mensajes de libertad de El Principito 

Por otro lado, aunque la obra de Saint-Exupéry deja grandes lecciones en cuanto a la amistad, el amor y el dolor, al mismo tiempo, por medio de los viajes del Principito a varios planetas, el escritor plasma su visión sobre el mundo moderno y tecnológico en el que predominan las personas que han dejado a un lado la importancia de las relaciones humanas para centrarse únicamente en el deseo de obtener poder, reconocimiento y riqueza. A la vez, se refiere a la libertad, usando como ejemplo contrario a un dictador, fue por estos temas que su obra fue censurada durante la dictadura militar en Argentina. 

“No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domésticas, tendremos necesidad el uno del otro.”

Sin duda, El Principito es una obra que hace reflexionar a chicos y grandes, pues sus temas van más allá de lo que se lee a simple vista; así que, ahora ya conoces la historia del autor y de los motivos que lo llevaron a plasmar parte de sus emociones en voz del pequeño muchacho rubio.  

Postsecret: contando historias con secretos

En un suburbio de Maryland, EUA, hay una casa que durante quince años ha recibido más de un millón de postales provenientes de cada rincón del mundo; en cada una va escrito un secreto anónimo. El destinatario y guardián de estas confesiones es Frank Warren, y lo que empezó como un pequeño proyecto de arte se convirtió en media docena de libros, exhibiciones en museos, una obra de teatro, colaboraciones con programas de salud mental y una comunidad mundial que busca conectarse con otros y confesar sus deseos, recuerdos y culpas a través de uno de los medios de comunicación más antiguos: el correo.

”Mis brazos están cubiertos con cicatrices”.

Belleza secreta

Si bien las instrucciones del proyecto son solo tres —el secreto debe ser verdadero, nunca antes compartido y tiene que enviarse en una postal física—, desde el principio los participantes decoraron con gran empeño y creatividad sus postales con collages de recortes, fotografías personales y objetos de gran significado —desde un ticket de avión del viaje que cambió la vida de alguien hasta la navaja de rasurar que un potencial suicida decidió no usar—, convirtiendo el proceso en un ritual de autoconocimiento y revelación.

“Cuando crezca quiero ser tan feliz como cuando tenía 7 años”. Imagen: Postsecret.

Los resultados tienen una belleza conmovedora, de inmensa honestidad y hasta con un cierto toque entre lo kitsch y lo punk; por años se han archivado en el popular blog de Postsecret y en los libros que Warren ha editado, además de ganarse exhibiciones  en museos como el American Visionary Art Museum y el MOMA en Nueva York.

“Somos el anti-facebook”

Postsecret es un proyecto lleno de intersecciones y contradicciones: une lo analógico —escritura e ilustración a mano, enviadas por correo— y lo digital —todo el proceso que Warren ocupa para compartir estos secretos con la comunidad, incluyendo el escáner y el blog—; además de que crea un espacio comunitario para compartir las confesiones más íntimas, de manera anónima y sin la “recompensa” de un like o un follow.

Cartas por correo.

Lo que diferencia a Postsecret de similares digitales como Whisper y Secret, que comenzaron bajo la misma idea de compartir secretos de manera anónima y terminaron como espacios tóxicos de abuso y discurso de odio, es su naturaleza analógica. El requerimiento de la lentitud y reflexión necesarios para convertir el secreto en arte se contrapone en los segundos que lleva escribir un mensaje virtual. Por esto, su primera y única encarnación en app no duró más de tres meses.

“Querida madre biológica: tengo excelentes padres”.

Warren mismo no está libre de controversia: aun cuando el blog permanece libre de anuncios en una era donde parece impensable no monetizar nuestras relaciones y confidencias —tal es el modelo de todas las redes sociales que existen— y se ha enorgullecido de nombrar al proyecto “el anti-Facebook”, también es cierto que durante estos diez años ha generado ganancias y reputación comerciando con los secretos de otros.

No callemos la vergüenza

Lo cierto es que compartir los secretos que cargamos tiene beneficios comprobados por la ciencia. No solo nos ayuda a afianzar nuestros lazos  sociales, sino que mejora nuestra salud mental. Los secretos motivados por la vergüenza son particularmente dañinos, ya que esta tiene una alta correlación con la adicción, la depresión y la violencia.

“Mi gran miedo es tener una hija que herede mi desorden alimenticio”.

 

Compartir secretos y leer los de los demás nos ayuda a sentirnos identificados y validados. Hablar y ser escuchado con empatía puede traer alivio e incluso, generar los más urgentes cambios sociales, como ha demostrado el movimiento #MeToo. En 2012, la investigadora Brene Brown decía: “Si pones la vergüenza en una placa de Petri, se necesitan tres cosas para crecer exponencialmente: secreto, silencio y juicio. Si pones la misma cantidad de vergüenza en una placa de Petri y la empapas con empatía, no podrá sobrevivir”.

 

Dear Data: los datos y estadísticas también cuentan historias (Parte II)

Humanismo de los datos

Detrás de cada dato, hay una historia y cuando hablamos de información,  es un error común pensar que la gran escala de la Big Data es la única que cuenta. Para poder alcanzar su potencial y exigir un uso más ético y justo de nuestros datos personales, necesitamos entender su poder, sus posibles sesgos y repensar nuestra relación con la información que nosotros mismos consumimos y producimos.

El primer paso viene con la personalización y la recontextualización del diseño, es decir, presentar los datos de una forma más honesta, accesible y comprensible.

En una entrevista con The New Yorker, Georgia Lupi reflexiona sobre quién controla realmente los datos, y cómo (o por qué) se elige mostrarlos de determinada manera; por ejemplo, si los términos de servicio de Apple fueran más intuitivos, mejor diseñados, ¿los leeríamos? ¿No sería una mejor práctica tener pequeñas visualizaciones entre el inentendible muro de texto, que nos vayan guiando a través del laberinto legal que estamos aceptando sin entender?

El enfoque meramente técnico y neutral puede parecer factual y objetivo, pero además de resultar frío e incluso aburrido, puede engañar o malinterpretarse fácilmente.

Historias y patrones (no tan) ocultos

Otro ejemplo concreto de un uso más humanístico de los datos es la colaboración  de Lupi con la marca de moda & Other Stories, convirtiendo las visualizaciones de datos en historias que se visten: los logros y vidas de Ada Lovelace, Rachel Carson y Mae Jemison, tres pioneras de la ciencia, fueron recopilados e interpretados en los patrones gráficos de las telas mediante una serie de elementos gráficos simples: formas, colores, líneas.

Un lugar común —e inefectivo— del que Lupi huye es la simplificación: viendo la complejidad como una característica inherente de nuestra existencia, la información se puede combinar de infinitas formas. Si el objetivo de la visualización de datos es el de presentar nuevos conocimientos, nuevas formas de ver y nuevas lineas de pensamiento interconectadas y reveladoras, un cierto nivel de complejidad visual puede ser una gran oportunidad.

The Life Cycle of Ideas, Popular Science magazine, Mayo 2014. Derechos de imagen: Accurat
The Life Cycle of Ideas, Popular Science magazine, Mayo 2014. Derechos de imagen: Accurat

Uno de los mejores ejemplos es la colaboración del estudio de diseño de Lupi, Accurat, con el periódico más grande de Italia, Corriere Della Sera, donde su tarea fue concebir narrativas visuales, basadas en datos, que lograran la misma profundidad los textos publicados en el suplemento.

Ocupando la técnica narrativa llamada “narración no lineal”, cada semana eligieron un tema y basándose en diversas fuentes de datos —tanto cuantitativos como cualitativos— moldearon la información para ofrecer un conocimiento interconectado. Los lectores comenzaban en el punto de partida propuesto y seguían su propia curiosidad en las múltiples líneas narrativas que componen la historia, interactuando a su paso con las diversas capas de complejidad que el tema ofrece, adquiriendo un panorama mucho más enriquecedor e íntimo en el proceso.

A century of world ending, publicado originalmente en Corriere Speciale, 2012 Derechos de imagen: Accurat
A century of world ending, publicado originalmente en Corriere Speciale, 2012 Derechos de imagen: Accurat

Reeducar nuestra atención para cambiar nuestros hábitos

Lupi es constante en su hincapié sobre la importancia de no temer a las narrativas densas y poco convencionales que promueven la lentitud y demandan la total atención del lector, algo particularmente necesario en una época donde los medios promueven periodos de atención cada vez más cortos.

Si bien las aproximaciones complejas requieren reeducar la lectura, al encontrar valor real en la información, el lector estará dispuesto a comprometerse con un consumo cuidadoso que recompensa con una reflexión más profunda.

Reporte Audubon 2013, portada. Derechos de imagen: Accurat
Reporte Audubon 2013, portada. Derechos de imagen: Accurat
Reporte Audubon 2013: Protegiendo los lugares cruciales para las aves
Reporte Audubon 2013: Protegiendo los lugares cruciales para las aves

Si se contextualizan adecuadamente,  los datos pueden ser una herramienta increíblemente poderosa para lograr narrativas más significativas, y su poder no es menor cuando se trata de un enfoque personal.

Esto es algo que Dear Data ya había demostrado con anterioridad y que, en una aproximación más interactiva, se profundiza en Observe, Collect, Draw!: A Visual Journal, un diario de arte que nos pide evaluar los mínimos detalles de nuestra rutina diaria con la observación y disciplina de un diseñador de información, y la capacidad de asombro y juego de un artista.

Pie: Los datos pueden encontrarse en cualquier cosa, en cualquier lugar. Fuente:@deardatapostbox
Pie: Los datos pueden encontrarse en cualquier cosa, en cualquier lugar. Fuente:@deardatapostbox

Los datos, siempre, representan la vida real. Dibujar con ellos —Lupi huye de la tecnología digital en las primeras etapas de su proceso—, aun si no se tienen grandes habilidades artísticas, entrena la capacidad de sintetizar visualmente lo que se piensa, enseña a encontrar nuevas formas de ver los problemas y ayuda a explorar más libremente las posibilidades, permitiéndonos detectar patrones antes ocultos y entender, preservar, apreciar o incluso modificar quiénes somos a través de las historias que nuestras propias vidas cuentan.

Dear Data: los datos y estadísticas también cuentan historias (Parte I)

Los datos son un estado mental

La nuestra es una era de datos. Cada like, cada canción escuchada o saltada, cada titular en el que nuestra vista se detiene, cada foto de nuestro perro, bebé o plantita que compartimos con los amigos: todo son datos, todo es información.

Todo aquello que creamos y compartimos va creando un exactísimo retrato, capaz de predecir con exactitud nuestro comportamiento, hábitos, deseos y debilidades, permitiendo a las redes decidir qué anuncios, conexiones y contenidos mostrarnos.

Este ciclo lo mismo puede ser usado para presentarnos en una app de citas al amor de nuestra vida, para recomendarnos un disco de un género que desconocíamos, pero que ahora será nuestro gran favorito o para alertarnos de potenciales enfermedades que se esconden en nuestros genes, pero también pueden manipular nuestro estado de ánimo para inducirnos a comprar productos o servicios, o incluso potenciar nuestras ideas y tendencias más peligrosas y destructivas, si esto involucra que hagamos más clicks en sitios monetizables.

Oráculos modernos y la economía de la información

Tal como los poderosos de la antigua Grecia, que consultaban a los oráculos sagrados buscando predicciones que garantizaran ventajas y victorias, las grandes empresas y gobiernos de nuestra época acuden a la Big Data —cantidades masivas de datos que representan las interacciones de millones de usuarios⎯ buscando predecir nuestro comportamiento e incluso influenciarlo o modificarlo.

A los datos se les llama “el nuevo petróleo” y se hace gran alharaca de su poderosa fuerza que mueve a la economía, pero su verdadero peligro reside en que pocas veces entendemos qué son, qué significan o de dónde vienen, y les damos uso y análisis —o peor, creemos en sus predicciones— sin entender qué tan fácilmente manipulables son. El uso erróneo de información ha provocado desde la caída de imperios comerciales como Nokia hasta la proliferación de tecnologías de reconocimiento con sesgos profundamente racistas. Trabajar con datos sin contexto no solo es inservible: es peligroso. 

Humanismo y datos

Aquí entra Georgia Lupi, una diseñadora de información —una disciplina híbrida entre el diseño y la ciencia— que se propuso revolucionar la manera en que los datos se entienden, se analizan y se presentan con su concepto de Data Humanism, donde el enfoque principal no son los números ni las estadísticas, sino las historias que estos cuentan y las personas escondidas detrás de ellas.

El gran salto de Lupi, más allá de los nichos de la ciencia de datos y el diseño, fue Dear Data, un libro que recopila las postales que, durante un año, intercambió desde Nueva York con Stefanie Posavec, una diseñadora de datos con residencia en Londres. Habiéndose conocido brevemente, ambas decidieron que intentarían profundizar su amistad compartiendo pequeñas instantáneas de sus vidas, escritas en el lenguaje que ambas hablan mejor, los datos.

Establecieron las reglas: la recopilación, presentación y comunicación de la información podría darse solo por medios análogos: postales enviadas por correo tradicional, dibujos a mano para representar los datos colectados. Cada semana acordarían una pregunta y podrían responder solo con la información recopilada en siete días, además de una pequeña lista de claves necesarias para entender la visualización.

Querida Data

En las primeras postales los tópicos son un tanto distantes, por ejemplo, ¿cuántas veces miraron la hora en la semana? y, sin embargo, los detalles que la colecta de datos dejan ver contienen una intimidad peculiar: no se trata del número de veces, sino del cómo y el porqué: ¿revisaron la hora en un reloj de pared, de muñeca o en el celular?, ¿la miraron porque se sentían aburridas, hambrientas o ansiosas?, ¿realmente querían ver la hora, o respondían a la costumbre de tomar el teléfono y encender la pantalla, sin siquiera saber para qué?

Con el tiempo, la amistad de lado a lado del Atlántico se fue haciendo más estrecha; números, símbolos y códigos se volvieron una conversación reflexiva y lenta mientras la falta de otro tipo de comunicación les permitía imaginar la vida de la otra, lo que les había pasado durante la semana, cómo eran sus personalidades, relaciones y cotidianidades.

Postales que muestran las gráficas de tiempo que Lupi y Posavec intercambiaron
Estas postales muestran las gráficas de tiempo que Lupi y Posavec diseñaron. Fuente: Dear Data

La respuesta siempre está en los pequeños detalles

Buena parte de la popularidad de la Big Data viene de su inmensidad y naturaleza en apariencia omnisciente; pensamos que para entender sus estadísticas necesitamos computadoras especializadas y analistas que descifren su secreto lenguaje, pero justo ese es su gran fallo: aunque hoy en día tenemos más datos y mayor poder de cómputo que nunca, además de una generación en puerta de tecnologías de extracción y análisis nunca vistas, las inversiones en datos que han tenido resultados exitosos siguen siendo las menos, incluso desde la perspectiva comercial.

La aproximación humanística que Lupi plantea tiene cabida en esta área: en lugar de dejarse abrumar por un conjunto de datos que sobrepasa los millones de números, enfocarse en su naturaleza y en el porqué de su organización suele resultar en patrones mucho más reveladores y útiles.

En la próxima entrega de este artículo hablaremos de las técnicas narrativas que Lupi y su estudio de diseño, Accurat,  usan para convertir cifras abstractas en historias que vale la pena leer, y cómo podemos aplicarlas a los pequeños negocios e incluso a la vida diaria.

Humanismo de los datos
Manifiesto del Data Humanism. Derechos: Girogia Lupi

Cambios en la política de privacidad de Facebook, Twitter e Instagram. ¿Solución o cortina de humo?

Por Mario González / Redactor en 360 para cliente 

 

 

Estos cambios tendrán efecto a partir del 25 de mayo de este año, con la llegada de la nueva ley GDPR.

Con la llegada de la nueva ley GDPR (General Data Protection Regulation) y después del escándalo de Cambridge Analytica, las redes sociales más populares como Facebook, Twitter e Instagram han comenzado a realizar ajustes a sus políticas de privacidad, donde el foco parece estar puesto en el uso de datos personales. Sin embargo, los cambios fueron presentados al usuario mediante notificaciones que, más allá de invitar a leer los cambios, incitaban a solo aceptarlos para evitar la “fatiga” de leer el documento. Por este motivo nos dimos a la tarea de revisar detenidamente esta actualización y compartirte un breve resumen de lo más destacado, para saber si realmente representan un paso hacia la transparencia, o siguen siendo más de lo mismo.

Comencemos con Facebook, quien parece no desistir de sus negocios con terceros, ya que en los cambios destaca que, si bien ya puedes negar que tus datos se usen para mandarte mensajes publicitarios personalizados, no puedes evitar que estos se almacenen. Es decir, que seguirás viendo la misma cantidad de anuncios, pero con la diferencia de que quizá no sean de tu interés. En este sentido, cabe destacar que Facebook hace énfasis en la información relativa a la ideología, religión u orientación sexual, donde el usuario deberá consentir de manera específica si quiere que la red social le sugiera páginas o productos relacionados a ello.

Otro aspecto por destacar es la opción de reconocimiento facial, la cual supuestamente no se activará sin consentimiento del usuario, sin embargo, el texto destinado a ello sólo informa sobre los pros y contras de esta tecnología, dejando disponible solamente la opción de “continuar”. Es decir, que cuando se presenta la notificación, la opción está “desactivada”, pero al momento de dar clic en “continuar”, automáticamente el usuario la activa.

Por otro lado, el caso de Instagram es muy peculiar, ya que la compañía no había actualizado sus condiciones de uso desde 2013. Entre las notificaciones más relevantes, se encuentra el hecho de que la empresa registra cómo se mueven los usuarios dentro de la aplicación o, mejor dicho, saben cómo y qué partes de la pantalla tocan, justificando que es una medida para evitar bots y fraudes, aunque es evidente que se trata de información muy valiosa que podría ser usada de otras maneras.

Otro aspecto que destacar es Instagram Stories, tema que no aparecía por ninguna parte antes de la actualización, y que ahora solo lo hace de forma pasajera en la política de datos, donde solo se menciona en un punto, y pasa desapercibido en las condiciones de uso, pese a tratarse de una de las funciones más populares de la app. Además, a diferencia de Facebook, su red matriz, Instagram no ofrece ninguna opción para editar la información proporcionada, dejando prácticamente dos opciones al usuario: aceptar o eliminar su cuenta.

Por su parte, Twitter no presentó cambios novedosos, aunque sí un formato más claro y explicativo que el de antes, donde redacta detalladamente situaciones como el hecho de que Twitter puede ceder de forma gratuita tus tuits a terceros, así como registrar y analizar todos los mensajes de tu cuenta e incluso localizar tu ubicación.

Como podemos ver, los cambios en las políticas de privacidad en estas redes sociales parecen más una justificación de hechos, que un ajuste en la forma en la que trabajan. Es decir, que al igual que Instagram, la postura de las compañías frente al usuario parece ser clara y definitiva: acepta o márchate. Así que ahora que lo sabes, ¿qué decisión tomarás?