#mygirls o… cuando Adidas piensa en ellas y vende más

En los últimos años, las empresas se han dado cuenta de que para vender más, tener mayor prestigio y mantener la lealtad de sus clientes, tener buenas historias que contar es imprescindible. 

Adidas es una de las grandes compañías que se han empeñado en buscar la inclusión, la diversidad y la sostenibilidad en un mundo que, amenazado por el cambio climático y oprimido por las discriminaciones, aún cultiva el anhelo de que todo pueda mejorar. Y por ello, sus campañas publicitarias con un storytelling esperanzador, con mensajes potentes e imágenes dinámicas, dan en el blanco.

Y es que desde principios de este siglo XXI, Adidas ha concentrado sus esfuerzos de marketing en ofrecer historias en diversos formatos que pongan en movimiento las emociones e impulsen a la acción de comprar: desde el product placement en The Royal Tenenbaums (2001) de Wes Anderson, donde varios personajes traen prácticamente tatuada la ropa deportiva de la marca, hasta la campaña “Impossible is Nothing” de 2004, donde tomaron como slogan la frase de Muhammad Ali para transmitir el mensaje de que no existen los límites para triunfar en el mundo del deporte.

Antes del #metoo

Si con Impossible is Nothing, Adidas buscaba ampliar su audiencia a las generaciones más jóvenes, cuando en 2013 lanzó la campaña “All in for #mygirls”, el público joven femenino estaba en la mira.

Adidas decidió lanzar la campaña el Día Internacional de la Mujer (7 de marzo) y enviar un poderoso mensaje a las chicas de todo el mundo acerca de la pasión por el deporte, la alegría de practicarlo en comunidad y el empoderamiento femenino a través de una vida dinámica y saludable. Esto, años antes de la gran explosión feminista surgida a raíz del #metoo (2017).

La campaña consistía en comerciales donde se podía ver a las jóvenes disfrutando y apoyándose mutuamente al practicar diversas disciplinas deportivas e incluía un micrositio donde las clientas de Adidas podían compartir sus experiencias, vincularse con chicas de otras partes del mundo y motivarse unas a otras a cumplir sus metas.

Particularmente en la región Asia-Pacífico la campaña fue súper exitosa. La embajadora de la marca, la popular cantante y actriz taiwanesa Hebe Tien, fue pieza clave para que las jóvenes asiáticas encontraran a alguien con quien identificarse, y los comerciales de chicas pasándola bien mientras corren, hacen parkour o gimnasia juntas fueron un buen incentivo para que tan solo en China, las ventas de ropa de mujer de Adidas aumentaran 40% gracias a la campaña.

La fuerza del mensaje

Conectar con las emociones, con las ideas, con las pasiones del ser humano es lo que buscan los mensajes de empresas como Adidas. Sin duda para aumentar sus ventas, pero también como una especie de servicio a la comunidad. Sí, los mensajes optimistas alegran y venden.

Encontrar mensajes con los que los consumidores se identifiquen, con personalidades que inspiran, que entretengan, emocionen, permitan participar y compartir. Es ahí donde radica la fuerza y la eficacia del mensaje: en contar las historias que el público quiere escuchar.

 

6 formas de visibilizar a la mujer por medio del lenguaje (sin usar @, x, e)

El lenguaje inclusivo en cuanto al género, de acuerdo con la ONU, es “la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género”. Y es también una de las acciones más difíciles de lograr en un contexto que discrimina sistemáticamente a las mujeres. 

Sexismo, androcentrismo, perpetuación de estereotipos, uso de expresiones, figuras retóricas y conceptos que vulneran, invisibilizan y nulifican a las mujeres. Todo esto lo encontramos en el lenguaje cotidiano, en artículos, imágenes, noticias, anuncios por escrito y en video.

Quienes escribimos marketing de contenidos deberíamos tener el compromiso de ofrecer materiales que promuevan una cultura de equidad para ir avanzando hacia un futuro esperanzador donde todas y todos tendremos realmente los mismos derechos y oportunidades. Por lo pronto, vayamos paso a paso y además de buscar la igualdad con nuestras acciones, pongámoslo por escrito.

Tip: Para saber si en una frase hay sexismo, usa la regla de la inversión, sustituye el término masculino por el femenino. Si la idea es inadecuada para el sector masculino, entonces la frase es sexista:

  • “El doctor Martínez y Lolita”
  • Regla de inversión: “La doctora López y Pepito”

¿Les gustaría a los hombres aparecer así en una oración?

He aquí (cortesía del Manual de comunicación no sexista de Claudia Guichard Bello, publicado por INMUJERES) algunas formas en las que se discrimina a las mujeres en la lengua española escrita y las estrategias para burlarlas. Nos enfocaremos en algunas variantes de la designación asimétrica de mujeres y hombres, donde se otorga el reconocimiento a los hombres por sobre las mujeres. 

1. El artículo precede al apellido. Muchas veces leemos u oímos que se refieren a una mujer como “la D’Alessio”, “la Sheinbaum” o “la Garro”, pero ¿cuándo se menciona a un hombre como “el Fernández”, “el Ebrard” o “el Paz”?

Solución. Da un trato simétrico, es decir, llama a mujeres y hombres por sus nombres y apellidos o por sus nombres de pila, sin ningún artículo precedente.

2. Hay de cortesías a cortesías. Por “cortesía”, diferenciamos a las mujeres solteras (o vírgenes) como “señoritas” de las casadas, que son “señoras”, pero los “señores” siempre son “señores”.

Solución. Evita mencionar a las mujeres en función de su relación con un varón: “Señoras y señores…”, sin tratar de averiguar el estado civil de ellas.

3. Uso del diminutivo para referirse a las mujeres. Se habla de los hombres con respecto a sus cargos y a las mujeres se les pone en segundo plano y “en chiquito” aunque tengan la misma profesión (y un apellido): “el licenciado Pérez y Martita”.

Solución. “O todos coludos o todos rabones”. Escribe ambos nombres en iguales circunstancias: La licenciada González y el licenciado Martínez.

4. ¿Señora de quién? Con frecuencia se trata a las mujeres como propiedad de los hombres y suerte tienen si se menciona su nombre: “Don Manuel González y su querida esposa”, “La novia de Messi” o “La viuda de Fernández”.

Solución. Llámalas por su nombre: “Don Manuel González y doña María Gómez”, y si sabes su profesión, escríbela.

5. Sabemos que son mujeres. Cuando hablamos de hombres en colectivo, ellos son “los abogados”, “los senadores”, “los corredores”, mientras que ls mujeres son: “las mujeres abogadas”, “las mujeres senadoras” o “las mujeres corredoras.

Solución. ¿Qué crees? Ya hay femenino gramatical para los cargos públicos y profesiones, así que enfatizar que son mujeres está de más: “las abogadas”, “las senadoras”, “las corredoras”.

6. Las mujeres profesionistas sí existen. Y no siempre en cargos subordinados a los de ellos. Se habla de “doctores y enfermeras” o “de obreros y vendedoras de verduras”, se solicitan empleos para “químico biólogo” y “secretaria”. Al parecer, las mujeres no pueden ser químicas o doctoras ni lo hombres verduleros.

Solución. Menciona a los trabajadores y las trabajadoras de ambos sexos: contadores y contadoras, obreros y obreras, ingenieros e ingenieras.

Hay otras formas de discriminación hacia las mujeres en el español escrito, pero francamente no caben en un solo blogpost. Nuestra última recomendación es: no seas como la RAE, que define al “hombre público” como “el que tiene presencia e influjo en la vida social” y a la “mujer pública” como “prostituta”.

Si quieres conocer más sobre lenguaje inclusivo, ¡ahora también nos puedes escuchar por Spotify! Da click aquí para escuchar nuestro podcast. 😉 

Maryam, la matemática que vino del Oriente

El 19 de octubre se conmemora el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, por lo que durante todo el mes se realizan acciones para concientizar y prevenir sobre este mal que, aunque la mayoría de las veces es curable, aún se lleva un gran número de vidas. Por ello, en 360 Grados deseamos recordar y rendir homenaje a tres mujeres de diferentes épocas, países y campos de estudio que murieron de esta enfermedad.

(Teherán, Irán 1977-California, EE. UU., 2017)

De niña quería ser escritora, pero en la adolescencia surgió su pasión por las matemáticas. En la prepa, participó y ganó una medalla de oro en la Olimpiada Iraní de las Matemáticas, desde entonces la joven Maryam Mirzakhani decidió su destino. Su mente voló más alto que la de la mayoría de los mortales, sus complejos conceptos superaron los conocimientos de sus profesores de matemáticas; finalmente colgó el hiyab y dejó su país natal para obtener un doctorado en Harvard.

A los 31 años ya era profesora en Stanford y desarrollaba análisis complejos con rapidez y creatividad. Le interesaba estudiar los conceptos desde diversos ángulos hasta encontrar el que hiciera avanzar una idea y pasar a la siguiente. Extendía un enorme papel en el suelo y ahí escribía y reescribía fórmulas y símbolos. Su campo de estudio eran las geodésicas en las superficies hiperbólicas (lo que sea que eso signifique, pero tiene que ver con la geodesia, es decir, el cálculo de superficies curvas aplicado a la superficie terrestre), que desarrolló desde su tortuosa tesis doctoral, rehecha una y otra y otra vez hasta que ella y su asesor quedaron satisfechos.

Maryam Mirzakhani con su hija Anahita, posando con los demás ganadores de la medalla Field (Artur Avila, Martin Hairer y Manjul Bhargava) durante el Congreso Internacional de Matemáticos 2014 en Seúl.

Sus colegas la recuerdan como una persona generosa, con extremo talento en un campo donde la presencia de las mujeres no es común y, sobre todo, muy celosa de su vida privada en compañía de su esposo, Jan Vondrák, y de su hija.

En 2014 fue la primera mujer y la primera iraní en obtener la Medalla Fields, equivalente al Premio Nobel de las Matemáticas. Cuando la recibió, en el Congreso Internacional de Matemáticos realizado en Seúl, Corea del Sur, ya estaba enferma.

A los 40 años murió. La comunidad matemática se unió en homenajes a esta mujer con conocimientos profundos, con un dominio técnico impresionante y una imaginación que llevó las ciencias a un nuevo nivel.

Maryam Mirzakhani murió de cáncer de mama.

Foto de entrada por John Moeses Bauan en Unsplash