Buen humor y felicidad: ingredientes de una mejor salud

La risa es un remedio natural para la salud mental y la mejor medicina para aliviar el estrés. Según numerosos estudios médicos, un buen sentido del humor tiene diversos beneficios para la salud mental a corto y largo plazo.

Reír desencadena automáticamente cambios físicos y mentales positivos que ayudan a relajar la mente: mejora la ingesta de aire rico en oxígeno, lo que estimula al corazón, los pulmones y los músculos, mientras que el cerebro libera endorfinas, hormonas que provocan una sensación de placer y una mente relajada.

Además, la risa activa el mecanismo de respuesta al estrés: cambia el ritmo cardíaco y estimula la circulación sanguínea, lo cual permite experimentar una sensación de calma.

Iluminar con una sonrisa. Tomada de: Ethic.

Los pensamientos positivos son un refuerzo para el sistema inmunológico al conducir a la liberación de neuropéptidos, químicos cerebrales conocidos por combatir la ansiedad, el estrés y otras condiciones mentales relacionadas. Por si fuera poco, una buena carcajada hace que el cuerpo libere analgésicos naturales, aliviando así el dolor físico.

En resumen, la risa puede levantar el ánimo significativamente al reducir la ansiedad y la depresión, haciéndonos más felices.

¿De qué está hecha la felicidad?

Vayamos un paso más allá. Si un buen sentido del humor y una refrescante carcajada tienen sus ventajas, ¿qué pasará si logramos acercarnos a una sensación de bienestar más permanente

Sin duda, la felicidad es más profunda y duradera, por eso es importante concentrarnos en el sentimiento en sí, y hacerlo de manera constante. En otras palabras, impulsar la felicidad significa cultivarla a través de actividades diarias y patrones de pensamiento. Investigadores, médicos y psicólogos desentrañaron los elementos esenciales de la felicidad y este fue el resultado. La felicidad se compone de:

  • Gratitud. Para saborear los pequeños placeres de la vida; recopilarlos y agradecerlos puede ayudar a darle sentido a nuestra existencia. Llevar un diario de gratitud, donde se enumeren las personas, situaciones y objetos de aprecio entrena al cerebro a concentrarse en lo positivo.

    Conectar con los otros. Tomada de: El correo.
  • Contacto humano. Un metanálisis de 2017 encontró que la falta de conexiones sociales conlleva un riesgo comparable a fumar hasta 15 cigarrillos por día. Si bien las redes sociales son formas convenientes de mantenerse en contacto, al parecer se obtiene más felicidad de los encuentros humanos reales.
  • Dormir bien. El sueño y el bienestar están íntimamente relacionados. Un cerebro descansado mantiene la amígdala bajo control, con lo que reaccionamos de manera más racional y procesamos nuestros sentimientos de manera más efectiva.
  • Meditación. Está demostrado que meditar puede cambiar físicamente el cerebro para estar más abierto a la felicidad.

    Cuidar de nosotros mismos. Tomada de Orem.com
  • Autocompasión. Ser menos duros y autocríticos, y aprender a ser más amables con nosotros mismos, a perdonarnos por nuestros errores y fracasos.
  • Contactar con la naturaleza. Los investigadores han descubierto que estar al aire libre tiene un efecto profundo en nuestro cerebro. La naturaleza nos calma, disminuye la producción de hormonas del estrés y aumenta las emociones positivas. 
Un momento para ti mismo. Tomada de: GifImage.Net
  • Tiempo libre. Tomar descansos breves, incluso de unos pocos minutos, permite que el cuerpo “se reinicie”.
  • Mantenerse en movimiento. El ejercicio, sin importar la intensidad, mejora el estado de ánimo. Un estudio reciente encontró que el equivalente a una hora de actividad moderada al día reduce en 26% el riesgo de desarrollar depresión.
  • Aceptación. Aceptar las cosas que no podemos cambiar puede ser un paso desafiante hacia la felicidad, pero aprender a reconocer nuestra realidad sin emitir juicios nos ayuda a trabajar con la vida que tenemos, para poder encontrar satisfacción en ella.

Sobre las posibilidades de relajarse

Como que en nuestra sociedad, relajarse no es opción. A pesar de las continuas recomendaciones para bajarle al estrés y llevar un estilo de vida más equilibrado y placentero, en especial para quienes vivimos en ciudades, andar con prisas y nerviosismo parece un imperativo social. 

Sin embargo, quizá es posible navegar en las olas de ocupaciones cotidianas si aprendemos a tomarnos las cosas con calma y buscamos pequeños remansos de paz en actividades sencillas que únicamente requieren un poco de nuestro tiempo.

Respirar, solo respirar

Hace muchos años tomé un taller de respiración. Parece inútil ya que respirar es una función inherente a los seres vivos, sin embargo, es uno de los aprendizajes más útiles que he tenido.

Una buena respiración diafragmática te permite apoyar y modular el volumen de tu voz, esto te sirve para que todos te oigan cuando actúas en una obra de teatro o cuando presentas un nuevo proyecto en el trabajo (o cuando platicas con esa tía abuela que ya no anda tan bien del oído).

Un respiro. Tomada de Ecoosfera.

La respiración profunda te ayuda a relajarte antes de dormir y a calmar algunos dolores, te prepara para actividades estresantes y ahuyenta la ira y la ansiedad. Respirar es un arte que cualquiera puede aprender, incluso puedes encontrar aplicaciones gratuitas que te ayudan a manejar tu respiración (yo usaba una cuando viajaba en metro y vaya que funciona para empezar o terminar en calma la jornada laboral).

Leer… y escribir

Definitivamente, leer algún autor o tema que te apasione te aleja un poco de la dura realidad y te lleva a un oasis donde están solos lo que pasa en el libro y tú. No se trata de ser más sabio, mejorar la ortografía o aprender, sino de gozar de un rato en tranquilidad sin pretensiones.

Leer y conocer otros mundos.

Por otro lado, cuando tu mente esté confusa, sientas tristeza o enojo, “arrojar” tus emociones sobre una hoja de papel puede ser catártico. No te preocupes si al principio tu letra es incomprensible y tus oraciones caóticas. Mientras escribas notarás que las últimas oraciones son más entendibles que las primeras, pero sobre todo, que tu mente se despeja y descansa de los pensamientos que la nublan.

Acercarse a lo natural

Tengo la suerte de tener un parque cerca. En una época en que mi vida iba muy mal, le ponía la correa a mi mascota y me la llevaba a pasear al parque. Solo caminar entre los árboles y respirar cerca de sus troncos, de sus hojas y retoños te brinda calma, la sensación de que todo se va a arreglar.

Abraza a tu mascota, siente su amor y libera oxitocina para que tu cuerpo se alivie del estrés.

La magia de la naturaleza.
Tener un pasatiempo

Cada persona tiene un pasatiempo que lo distrae de las preocupaciones cotidianas, desde tejer o tocar un instrumento musical hasta resolver sudokus o armar rompecabezas. Recuerdo que tenía una compañera en la secundaria que se relajaba resolviendo los problemas del Álgebra de Baldor… Basta con que encuentres TU pasatiempo y lo practiques de vez en cuando.

Tómate un tecito

Cuando te sientes inquieto deja el café a un lado y tómate un té. Los estudios afirman que el té o las infusiones de ciertas plantas aportan innumerables beneficios a la salud, entre los que destaca la relajación. Opta por uno verde, de valeriana o de limón, o por una de esas mezclas que venden en las tiendas de autoservicio. 

Sabor de hogar. Tomada de Tenor.
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Hacer ejercicio, mascar chicle, aspirar un aroma delicioso, practicar yoga, encontrarte con amigos, reír a carcajadas, resolver los pendientes, meditar, escuchar música… Hay muchas maneras simples de relajarte, solo es cuestión de que encuentres las que vayan mejor con tu personalidad y las apliques cuando las necesites. Y si sientes que el estrés, la ansiedad o la tristeza te superan, consultar a un especialista te puede ayudar a encontrar la solución para tener el bienestar que buscas.