Marvel Cinematic Universe: ¿qué tanto es demasiado?

Tras muchos años dando tumbos en el mundo del cine, con decenas de desabridas adaptaciones de distintos grados de calidad: desde cuestionable (X-Men) hasta deplorable (Daredevil); Marvel finalmente encontró oro –así como un rumbo firme a seguir– con el estreno de Iron Man (2008). De la mano de un revitalizado Robert Downey Jr., la división multimedia de la exitosa casa de cómics revolucionó la manera de contar una historia a través del séptimo arte, así como la forma de construir una franquicia cinematográfica. 

Tomando elementos típicos del mundo de las historietas (sagas, eventos y crossovers), Kevin Feige y compañía dieron origen al Universo Cinemático Marvel (MCU), compuesto por una serie de películas, directa o indirectamente relacionadas entre sí, que poco a poco irían develando nuevas historias, personajes (y villanos), locaciones y plot points, los cuales, eventualmente, desembocarían en uno o varios conflictos de proporciones cósmicas. 

Marvel. Tomada de Giphy.
A universe is born

El desarrollo narrativo de las primeras tres fases del MCU (lo que hoy se conoce como “Infinity Saga”) se fue hilando de manera progresiva y coherente; cada nuevo estreno aumentaba las apuestas; cada cinta se sentía como la progresión natural de la anterior, no solo en el transcurso de la historia y la línea del tiempo, sino también en la evolución de cada personaje, cuyos números también se incrementaban exponencialmente con cada entrega. 

No obstante, el final de la guerra por las Gemas del Infinito trajo consigo un periodo de confusión, dentro y fuera de la ficción. Sin sus dos grandes líderes (Tony Stark y Steve Rogers), los Vengadores se han desperdigado por la galaxia en búsqueda de nuevas aventuras y un propósito en la vida; al mismo tiempo, sin un plan sólido ni un rumbo aparente, Marvel se enfocó en producir cantidades colosales de contenido (gracias, Disney+) que han terminado por impactar (de forma negativa) el misticismo, importancia y relevancia del MCU.

Gemas del Infinito. Tomada de Goodreads.

A pesar del reciente anuncio de que la ruta hacia la fase 6 es clara, el camino luce arduo y rocoso, lleno de baches (Eternals) y posibles señales de advertencia (Echo, Fantastic Four), todo solo por llegar a un destino que luce, francamente, decepcionante.

Multiverse saga

Durante la Comic-Con 2022, Feige aseveró que la actual trilogía de fases (4-6) será conocida como “Multiverse Saga”, concepto que se ha peloteado recientemente en diferentes proyectos como Spider-Man: No Way Home y Loki, pero con poco más que una vaga conexión y sin verdaderas consecuencias. A eso, hay que sumar otros estrenos como Moon Knight y Shang-Chi que, independientemente de sus méritos propios –o falta de ellos– poco han hecho por avanzar la trama “global” y justificar su propósito dentro de este cada vez más poblado y heterogéneo universo.

Y no es que cada cinta o show deba estar intrínsicamente ligado a lo que sucede en otro, ni colmarse de referencias de easter eggs hasta el cansancio. Previamente, Black Panther y Ant-Man demostraron que es posible construir una historia aislada del resto, pero que gracias a su estilo, formato y personajes se sienta como ese peldaño indispensable dentro del panorama general. Como un capítulo de relleno en Dragon Ball, donde, aunque no suceda nada emocionante, al menos se aprende algo de los personajes, su pasado o sus motivaciones.

Películas y series que se estrenaron en la Comic-Con 2022. Tomada de: Mundiario.
“WHAT IF…?” MORE LIKE “WHAT ELSE…?”

Sin embargo, la nueva ola de lanzamientos –donde evidentemente se ha priorizado la cantidad sobre la calidad; hay que justificar el precio del streaming, después de todo– no llevan a ningún lado ni mueven la trama ni conmueven al espectador. Es la perfecta representación de “aventar un montón de cosas a la pared, a ver qué se pega”. 

Llámenlo fatiga, sobresaturación o simple hartazgo, pero el MCU (al igual que Star Wars; Disney ataca de nuevo) ha dejado de impactar e innovar. Antes, cada estreno se sentía como un auténtico evento, como la llegada del otoño o el anuncio de que ya hay pan de muerto en las panaderías. Hoy, con un show o película estrenándose prácticamente cada mes, el MCU se ha convertido en una fila interminable de contenido producido en masa, no muy distinto a las novelas del 9.

Los Simpson: 33 tortuosos años después. (Parte 2)

¿Por qué el descabellado, pero por momentos jocoso episodio que narra la historia de Armando Barreda y la manera en que reemplazó al verdadero Seymour Skinner después de la guerra, es tratado como el punto de quiebre que marcaría el descenso de Los Simpson hacia la mediocridad? La respuesta podría parecer simple, pero no lo es tanto.

En la 1ª parte hablamos sobre dos eventos esenciales en la baja de calidad del show (la muerte de Doris Grau y Phil Hartman), pero la realidad es que para esta temporada (#9) la mayoría de los escritores originales se habían ya marchado. Del ensamble de talentosos guionistas que formaron parte del staff entre las temporadas 3-8 (Conan O’Brien, Jon Vitti, Sam Simon, Bill Oakley, Josh Weinstein, George Meyer, David S. Cohen, David M. Stern y John Swartzwelder, entre otros), pocos seguían dentro; por su parte, la llegada de nuevos escritores como Ian Maxtone-Graham, Larry Doyle, Matt Selman y Tim Long, por mencionar algunos, terminó por desarticular las bases y fundamentos desarrollados cuidadosamente a través de los años.

Sí es gracioso, pero no como para reírse

El secreto detrás de la comedia de Los Simpson no estaba en situaciones irreales ni en repetir las mismas frases cliché una y otra vez (de hecho, el mismo programa se burla del sobreuso de ese recurso con el capítulo del niño “yo no fui”). Lo que hace que un chiste funcione en el programa es una combinación entre excelente ritmo y timing, y el hecho de que cada personaje tiene una personalidad única que lo hace actuar de una manera donde, aun sin decir una muletilla a lo “Bazzinga”, esa personalidad es tan fuerte y bien estructurada que su misma presencia (más su pasado e historial) cuentan el chiste por sí mismos. 

¿Qué pasó con Los Simpson?

Tomemos como ejemplo uno de los mejores episodios de la serie: “22 Historias cortas sobre Springfield”, una seguidilla de cortometrajes que, en lugar de enfocarse en los protagonistas del show (los titulares “Simpson”), pasa 20 minutos deambulando por las calles de Springfield, explorando las aventuras y contratiempos por los que pasan los demás habitantes del pueblo. Este capítulo es una gran muestra de cómo cada uno de los personajes –principales, secundarios, terciarios y hasta de reparto– se comporta de manera fiel a su personalidad, demostrando que cada uno es tan rico y tridimensional que bien podría protagonizar su propia serie animada (hecho que se retoma en el episodio de “refritos”).

Homero debe ser más gritón, agresivo y tener acceso a una máquina del tiempo

Pero volvamos a Armando Barreda. Establecimos que la columna vertebral del programa son sus personajes y personalidades, meticulosamente exploradas y construidas por casi 10 años. De pronto, un episodio expresa abierta y descaradamente que uno de esos personajes tan queridos, y cuya identidad es una de las más firmemente establecidas, resulta ser un impostor que actúa y se expresa de forma totalmente opuesta; él es su propia antítesis, un desertor. De una semana a la otra, todo lo que sabíamos del profesor Skinner se ha ido a la basura tan solo como una simple excusa para producir un episodio “de relleno”, sacar algunas risas, cobrar un cheque y seguir adelante. 

“Este hombre es el verdadero Seymour Skinner” ¿?

A partir de ahí, indudablemente, el énfasis del programa se postró en confeccionar tramas cada vez más disparatadas (a la Family Guy) y aplanar a los personajes hasta convertirlos en parodias unidimensionales, superficiales y chatas cuya única función es decir frases trilladas en televisión, y gritar bien fuerte para asegurarse de que la gente siga prestando atención.

Un show más

Ya sin un discurso valioso, Los Simpson se convirtió en “un show más”, carente de argumentos, profundidad o significado; adoptaron a la cultura pop que tanto criticaron y pasaron a ser una pasarela de celebridades invitadas, las cuales dejaron de aparecer como simples cameos para volverse los amos del programa. Prueba de ello son los episodios 5F19 (“When you dish upon a star”) y AABF23 (“Beyond Blunderdome”) donde son Kim Basinger, Ron Howard, Alec Baldwin y Mel Gibson los que dirigen la trama, cuentan los chistes y usan su “star power” para darnos media hora de situaciones absurdas en donde Homero –ya transformado en una vil caricatura de sí mismo; más errático y estúpido que de costumbre– pierde todo su carisma al no tener el balance racional de Lisa o el emocional de Marge.

Ugh.

Para este punto, lo que se conocía de Los Simpson no es más que una cáscara vacía, carente de sentido o propósito, “zombificada” para lucir como el mismo show por fuera, pero sin un corazón latiendo en su interior. Lisa lo menciona atinadamente en el episodio 1F05 (“Bart’s Inner Child”), cuando la “filosofía Bartiana” de hacer lo que se antoje se apodera del pueblo.

Te definiste como un rebelde y en ausencia de un medio represivo tu nicho social ha sido asimilado… Después de “Vida prestada” perdiste tu identidad, entraste al engranaje de la sociedad hipersimplificada de la comida instantánea… Es tu oportunidad de desarrollar una nueva y “mejor” identidad, podría sugerir: ¿ridícula y llena de celebridades?

Los Simpsons: 33 tortuosos años después (Parte 1)

Querido lector: 

Al escribir esto estoy triste, nuestra amada serie ha sido derrocada y reemplazada por los benévolos Zombie Simpsons. Todos amamos a los Zombie Simpsons y su glorioso régimen. 

Con amor, niñito.

El próximo domingo 22 de mayo (2022), se transmitirá el 22° episodio (tantos 22 para aquellos interesados en la numerología y la cábala) de la 33ª temporada de The Simpsons, una de las series más exitosas y longevas de la televisión norteamericana. Con una 34ª temporada ya confirmada y la noticia de que se avecina un segundo largometraje en el horizonte, parece que el show ganador de 34 premios Emmy y 7 People’s Choice Awards se mantiene tan popular hoy como hace 30 años. 

Sin embargo, como cualquier fanático old school puede argumentar en un post de blog (tal como este), la serie lleva al menos dos décadas siendo irrelevante, insípida y poco graciosa, arrastrándose a lo largo del siglo XXI como un muerto viviente salido de la imaginación de Sam Raimi –solo que menos entretenido y mucho más lamentable–. La realidad es que 33 años después de su debut en televisión nacional, Los Simpson no son más que una parodia de sí mismos; una sombra de su alguna vez inmaculada figura y un solemne recordatorio de que algunas veces es mejor retirarse cuando se está en lo más alto.

Zombie Simpsons. Término acuñado por el autor Charlie Sweatpants en su ensayo “Zombie Simpsons: How the Best Show Ever Became the Broadcasting Undead” donde se expone el ascenso meteórico del programa y su marcado declive con el pasar de los años.
Los tiempos cambian 

Los Simpson hizo su debut oficial como un show animado en horario estelar en diciembre de 1989, en el centro de una revolución mediática a punto de ebullición. Por un lado, el cine y la televisión predicaban los valores familiares y buscaban la manera de apaciguar a la población tras años de miedo, angustia y paranoia derivados de la Guerra Fría; por el otro, la generación X esperaba su oportunidad de “escupir” en estos valores y rebelarse contra los convencionalismos. Mientras que cintas como E.T. y The Goonies exaltaban el poder de la amistad, y sitcoms como Family Ties, Alf y Punky Brewster mostraban familias perfectas que resolvían sus conflictos con abrazos, cariño y valiosas lecciones de vida, Matt Groening presentó a un padre asfixiando a su hijo a la menor provocación; un chico rebelde que andaba en patineta y hacía grafiti en las paredes y una familia tan disfuncional y provocativa como incisiva y satírica. 

Rock and/or Roll

Los Simpson representaron ese parteaguas en la cultura norteamericana donde los inconformes encontraron un escaparate para criticar, parodiar y burlarse de todas esas “enseñanzas” condescendientes que las generaciones anteriores trataban de inculcar. Beavis & Butthead, MTV, Doom, Mortal Kombat, Pulp Fiction –y claro, Los Simpson– forman parte de esa contracultura rebelde y burlona que buscaba resquebrajar a esa sociedad anticuada y tambaleante.

A través de personajes perfectamente bien construidos, historias basadas en la realidad, pero con un toque cínico y sarcástico, y un sentido del humor nunca antes visto, Los Simpson se convirtió rápidamente en uno de los programas más importantes del planeta, pues lograron convertir el “drama familiar” de la época en una irreverente crítica social que incluía, entre sus víctimas, no solo a la familia nuclear, sino a figuras públicas y políticas, a los “ídolos” del entretenimiento de los 80 y 90, y los mismos fundamentos ideológicos de toda una nación (religión, guerra, enajenamiento colectivo, etc.)

Encuentro del pasado con el futuro.
Cambios inesperados y decadencia

Por casi diez años, Los Simpson fueron intocables; el estándar más alto en entretenimiento, comedia y sátira disponible en cualquier medio audiovisual. Pero, cambios en el staff de escritores, sobresaturación y la inoportuna muerte de dos figuras clave de la dinámica (Doris Grau, voz de la cocinera Doris y supervisora de guiones, y Phil Hartman, comediante y voz de Troy McClure y Lionel Hutz) impactaron fuertemente, no solo en la calidad general del show, sino en el alma del mismo. 

Es difícil señalar el punto exacto donde, como a Rafa, al programa se le rompe el corazón, pero el consenso general es que el cambio radical en el sentido, dirección y propósito mismo de la serie comienza en la temporada 9 con el estreno del episodio 4F23 “The Principal and the Pauper” o “Vida prestada”, como se conocería en México y América latina…

To be continued…

Físico vs digital: de dos a tres caídas, sin límite de tiempo

“Comics are like boobs… they look good on a computer, but I’d rather hold one in my hand.” – Stan Lee.

Creo que todos podemos coincidir con el pensar del difunto autor; nada se compara con la sensación de tener algo en las manos y manipularlo a placer. La textura del papel, el peso de un libro de pasta dura, el aroma de una novela gráfica recién desempacada, el clic que hace un disco al salir de su caja plástica. 

Solo por esas razones, los medios físicos deberían ser preservados por siempre, celebrados y comercializados hasta el final de los tiempos. Si no por su fidelidad y confiabilidad, por el simple hecho de que juegan con cada uno de nuestros sentidos y no se apegan a las limitantes de su propio medio; un libro impreso no es solo un ejercicio visual, pues involucra también el oído con el pasar de las hojas, el tacto con la suavidad –o aspereza– del papel. 

El placer de sentir los libros.
Be kind, rewind

Con los anuncios recientes de que Nintendo cerrará las tiendas digitales (eShop) para sus consolas WiiU y 3DS (con Sony planeando hacer lo mismo con PS3 y Vita), o que Disney dejará de producir Blu-rays 4K para la mayoría de sus nuevos lanzamientos –optando en su lugar por estrenos directos en Disney+– vale la pena discutir la importancia de los productos físicos, no solo como una forma más nostálgica y antaña de recordar nuestras películas, series, libros o álbumes favoritos, sino también como un método de preservación histórica de obras multimedia que parecieran no tener cabida en un mundo más preocupado por el volumen y la inmediatez del contenido, que por su calidad, relevancia o permanencia. 

Lo digital es inmediato, pero efímero; las tiendas en línea cierran, las plataformas son dadas de baja, los archivos son eliminados o hackeados y todo ese dinero “invertido” desaparece de la faz de la Tierra. Sin mencionar que, en modalidades de streaming, el usuario ni siquiera es dueño del producto, sino que paga una renta por acceder a contenido vulnerable a ser “bajado” o removido sin previo aviso.

¿Adiós a los blue ray?
Cuestión de gustos

Claro, es muy cómodo y práctico tener acceso a millones de canciones en “la nube” con un pequeño “tap”, y lo mismo poder disfrutar de temporadas completas de una serie de TV sin despegarnos del sillón. No obstante, un VHS no requiere de conexión a Internet, ni actualizaciones de sistema. Mientras la cinta funcione y el reproductor no se desintegre por el polvo y el óxido, podremos seguir viendo esa desgastada copia de Pie Pequeño grabada de la televisión 30 años atrás.

Pero, al final del día, todo recae en el gusto personal. Hay aquellos que preferimos tener paredes y libreros atiborradas de libros y álbumes; quienes apreciamos el ritual de colocar un vinilo en un tocadiscos para escuchar ese craqueleo tan acogedor que ninguna plataforma, ni Deezer Premium, con todo y su música en formato FLAC, puede ofrecer. 

La magia del tocadiscos.

Para otros, la manera perfecta de disfrutar una serie de TV o una playlist para hacer de cenar es simplemente presionar un botón; tener acceso a millones de horas de contenido ilimitado e inmediato sin las complicaciones de aparatos, cables, cartuchos y cassettes. Sin mencionar los costos involucrados.

La era del re-re-re-re-re-release

El futuro, sí, quizás sea digital. No obstante, sería un ultraje considerar a la nube como único método de distribución y consumo de obras multimedia, especialmente cuando aquellos que controlan los derechos también controlan la distribución y disponibilidad de las mismas. Sería terrible imaginar un futuro donde no seamos dueños de nada, sino que solo paguemos por el privilegio de “rentar” una canción o juego o cinta, y en el momento en que la productora o publisher decida que algo ya no es popular o redituable, lo erradique por completo de la memoria colectiva. 

Los medios físicos son importantes por esa razón, para conservar y preservar piezas artísticas, especialmente ahora, en un mundo donde todo aquello que existe en la red es susceptible a ser modificado, actualizado, reemplazado, editado o censurado, sin consideración alguna por los fanáticos ni apego por las obras. Imaginen dar rienda suelta a George Lucas para editar, modificar y “mejorar” una y otra y otra vez The Empire Strikes Back. Imaginen entrar a Disney+ y encontrar, cada semana, una nueva versión de Avengers: Endgame, alterada cada que exista un problema contractual con uno de los actores o la licencia de una canción expiró o una palabra en el guion resulta, ahora, ser ofensiva. 

La esencia del CD.

La experiencia de los formatos físicos es incomparable, pero su verdadera importancia yace en su habilidad de mantener intacta la esencia de la obra original. Y aunque se lancen versiones remasterizadas, remakes y reediciones, esa versión física que escondemos en el clóset será por siempre inalterable y ajena completamente a la intromisión de ejecutivos avaros o directores hiperactivos. 

Lo que no sabías del doblaje de voz en películas

Según cuenta la leyenda, al inicio de los años 80, cuando Star Wars llegó a España y Latinoamérica, muchos niños no conocieron a Luke Skywalker, Chewbacca y RD2D, sino a Lucas Trotacielos, Mascatabaco y Arturito, nombres que los cines pensaron más acordes a las tierras hispanohablantes. Aunque tal historia es un mito urbano, con apenas un toque de verdad, refleja bien la complicada historia del doblaje; para muchos, este arte y negocio ha sido un puente para conocer películas, series y caricaturas de todo el mundo; para otros, es un atentado contra la integridad intelectual de la obra. 

Una controvertida historia

Durante la época del cine mudo, las películas apoyaban su narrativa en intertítulos que, entre escenas, mostraban escritas las descripciones y diálogos, o en un “charlatán”, que explicaba la película para aquellos que no podían leer. Sin embargo, la llegada del cine sonoro supuso nuevos problemas para la exhibición de cintas extranjeras, aunque algunos trataron de verlo como oportunidades. La productora Metro Goldwyn Mayer estaba segura de que la gran maquinaria del cine estadounidense haría del inglés la lengua mundial, pero esto solo ayudó a desatar el pánico internacional a la “intrusión lingüística”, y países como Francia recurrieron al subtitulaje para rescatar el idioma nativo de la oleada norteamericana, prohibiendo exhibir películas en idiomas ajenos que no llevaran subtítulos.

El analfabetismo predominaba en todo el mundo, así que las productoras buscaron otras opciones. En 1928 nació el doblaje moderno, cuando Paramount Pictures logró sincronizar el diálogo de The Flyer, traducido del inglés al alemán, con los movimientos labiales de los actores. 

Sin embargo, la calidad de la técnica solía ser pésima, por lo que los cineastas preferían otros métodos, llegando a filmar sus películas varias veces con actores de diferentes países como la excelente versión española de Drácula de 1931, protagonizada por Carlos Villarías y Lupita Tovar, lo cual resultaba costoso y, a falta de supervisión constante, la calidad de una versión a otra era muy variable. Por esto, varios años y avances tecnológicos después, el doblaje tuvo un gran renacimiento.

De México, para el mundo

En los años 40, la Metro Goldwyn Mayer se llevó a sus estudios de Nueva York a un puñado de actores mexicanos de radionovelas  para doblar sus películas. Rápidamente, en México y otros países de Latinoamérica, como Argentina creció una gran industria del doblaje. Sin embargo, para finales de la década varios gobiernos decidieron que esta práctica fomentaba la competencia desleal para la producción local, y prohibieron que los cines nacionales presentaran películas extranjeras dobladas que no fueran infantiles. En México, este veto estuvo vigente hasta el año 2000, por lo que los doblajes fueron territorio mayormente televisivo por medio siglo.

Evangelina Elizondo, bajo la dirección de Santos, fue nuestra Cenicienta mexicana. Fuente: Disney y De Memoria.

La industria del doblaje en Latinoamérica se volcó al público infantil. Walt Disney mismo se interesó en las posibilidades del doblaje mexicano después de la fuerte crítica que el locutor Edmundo Santos hizo del mal doblaje al español de Blanca Nieves, y en poco tiempo, Santos pasó a ocuparse de la traducción de las canciones de Disney. Unos años más tarde, se convirtió en asesor oficial del idioma, desarrollando las reglas gramaticales para el llamado “español neutro” que evitaban tropicalizaciones o acentos típicos. 

El problema de la tropicalización

A inicios de los 50, Santos se mudó con su equipo a la Ciudad de México para trabajar en La Cenicienta, y pasaría los siguientes 27 años, hasta su muerte, encargándose por completo del doblaje al español de películas y productos derivados de Disney. Aunque esta era nos regaló joyas como El Libro de la Selva con la voz de Tin Tan para Baloo, Luis Pelayo tras Bagheera y a Carlos Petrel como Sheer Khan, la práctica del español neutro fue abandonada a partir de 1991 para La Bella y la Bestia, en favor doblar una versión latinoamericana y otra con el castellano de España. 

 

Mientras tanto, la televisión seguía siendo el campo más fértil para los actores de doblaje. A diferencia de la actuación frente a la cámara, contar con la voz como herramienta principal implicaba que ni la edad, ni el aspecto físico ni el género eran barrera, y la libertad de acción era tal que, sobre todo en caricaturas, se permitían incorporar rasgos culturales y ciertas tropicalizaciones que las hicieran más accesibles y reconocibles; a pesar de que esto no pocas veces resultaba en interpretaciones que desmerecen la versión original, también nos permitió disfrutar de creaciones excepcionales como la que hizo Jorge Arvizu, “el Tata” para Don Gato y su pandilla: mientras que en los EUA pasó desapercibida, en toda Latinoamérica se volvió un ícono cultural, tal como te contamos en uno de nuestros artículos pasados.

Don Gato y su pandilla.

El doblaje en la actualidad

En décadas recientes la labor de doblaje comenzó a devaluarse, los estudios y televisoras dieron preferencia a voces menos entrenadas, pero más baratas, o cayeron en la práctica del star system, dando los papeles principales a actores y cantantes populares, expresamente contratados para interpretarse a sí mismos o a sus personajes más conocidos. De igual forma, se volvió cada vez más frecuente el introducir en trabajos extranjeros chistes locales, referencias o modismos de la cultura popular, sin ningún cuidado o respeto por el trabajo original ni por la labor profesional de los verdaderos actores del doblaje. Resulta curioso que, de entre todas las voces de profesionales y cinéfilos que a través de los años se han alzado contra esta mala práctica, sea la de Jorge Luis Borges, desde el lejano 1945, la más profética: 

“Las posibilidades del arte de combinar no son infinitas, pero suelen ser espantosas. (…) Hollywood acaba de enriquecer ese vano museo teratológico; por obra de un maligno artificio que se llama doblaje, propone monstruos que combinan las ilustres facciones de Greta Garbo con la voz de Aldonza Lorenzo. ¿Cómo no publicar nuestra admiración ante ese prodigio penoso, ante esas industriosas anomalías fonético-visuales?”.

 

Lo que no sabías de los autocinemas

Hoy en día, las películas nos acompañan con un sinfín de historias de diferentes géneros y para todos los gustos, desde romance y comedia, hasta acción, misterio y terror. 

Ahora que, si le sumas la compañía de tu mejor amigo, tu familia o tu ligue en un lugar íntimo y cómodo, la experiencia frente a la pantalla se disfruta al doble, o al menos así lo pensó Richard M. Hollingshead, quien montó el primer autocinema en Nueva Jersey en 1933. 

Mágica compañía en el autocinema.

¿Qué llevó a Hollingshead a inventar los autocinemas? 

Una de las teorías afirma que la mamá de Hollingshead era una persona con obesidad y por ello no se sentía cómoda en ninguna butaca, así que él no dudó en buscar una solución.  

La otra versión asegura que el magnate quería impulsar el uso del auto, así como los productos Whis, teniendo por eslogan publicitario: “cada quien en su propio palco”.    

“Cada quien en su propio palco”.

Sea cual sea la razón que llevó a Hollingshead a crear esta nueva manera de ver películas, lo cierto es que fue un gran éxito que rebasó incluso las ventas de los cines convencionales, siendo así que, para 1956 los autocinemas se habían extendido por toda la Unión Americana.  

¿Por qué triunfaron los autocinemas? 

  • Eran mucho más baratos que los cines convencionales, porque con un solo boleto podían entrar todos los que cupieran en un carro, en modo “auto sardina”. 
  • Podías llevar tus propias botanas y hasta tomarte unos tragos de alcohol mientras disfrutabas el film 
  • Los carros eran el lugar ideal para romancear o pasar una tarde de besos con tu pareja.

    Diversión en tu propio auto.
  • La calidad del audio de las películas era increíble, pues se transmitía por medio del radio de los autos.  
  • El sitio en el que se ubicaban fue diseñado de forma ideal, tenían rampas para que los carros se inclinaran ligeramente hacia atrás y no se obstruyeran la vista entre sí. 
Colocación ideal para los autos. 

El fin y el regreso de los autocinemas

A pesar del gran éxito de los autocinemas, en los años 80 muchos quebraron, pues con la llegada de las nuevas tecnologías, como las televisiones a color, el VHS y Beta, ya podías ver películas en pijama y pantuflas desde la comodidad de tu casa.  

Disfrutando el cine en casa.

Actualmente, debido a la pandemia, en México y en otros países se han vuelto a colocar nuevos autocinemas que han sido recibidos con gran agrado por parte de los visitantes; así que, tal vez hemos vuelto un poco a una manera antigua y diferente de ver cine.  ¿Y tú, ya viviste esta increíble experiencia? 

Love, Death + Robots: muchas muertes, muchas máquinas y no tanto amor

La serie estadounidense Love, Death + Robots, estrenada en Netflix en marzo de 2019 y producida por David Fincher, ha dado mucho de qué hablar a año y medio de su lanzamiento. Para describirla hay que hacer ciertos contrastes entre lo que es y lo que no.

Lo que es

En uno de los tantos aspectos en que los creadores han innovado es en el formato: ningún capítulo pasa de los quince minutos (sin contar los créditos), siendo el promedio de unos once.

Otra característica a resaltar es que —aunque no en todos los casos— los episodios son dirigidos, escritos y animados por distintas personas y equipos.

Las animaciones y efectos especiales son tan diversas que al terminar el espectador de ver un capítulo, queda ansioso por saber cuál será el estilo visual del próximo. En ese sentido, misión cumplida.

Muchos fanáticos del cyberpunk y otros de la programación, la realidad virtual y otros temas de índole tecnológica y futurista, encuentran la serie sumamente novedosa e interesante, por lo que tiene un target establecido, aunque no limitado.

Y por toda la acción y tiroteos implicados en la mayoría de los capítulos, también puede decirse que cumple con el cometido de entretener casi siempre. Por otro lado, los entusiastas del gore no suelen decepcionarse, pues ya sea en un estilo animado caricaturesco o en uno hiperrealista (y en todos los que están en medio), por lo menos en la mitad de los capítulos encontramos sangre manando a borbotones.

Y lo que no

Es de las historias de lo que no se puede hablar en los mejores términos, pues aunque hay algunas verdaderamente memorables, otras resultan nada convincentes.

En muchos de los episodios es evidente cierto olvido del esmero en la cohesión y el convencimiento del argumento en pos de una muy minuciosa aparatosidad visual.

 También se recurre en varios de ellos, en materia de diálogos, al cliché, hay poca profundización psicológica en los personajes y desinterés en ahondar en las relaciones interpersonales. En estos tres aspectos no es comparable con series como Black Mirror.

Aclamada

Pero estas deficiencias argumentales de alguna manera se llenan con la creatividad. La serie está colmada de criaturas, espacios, humanoides y mundos visualmente muy atractivos.

Después de haber señalado las características favorables y desfavorables de Love, Death + Robots, lo que resulta innegable es que comercialmente ha sido un éxito y la aclamación por parte de la audiencia es unánime. Sin duda, los fanáticos de esta producción, casi única en su tipo, esperan con ansias la segunda temporada.

Mira aquí el trailer de la primera temporada:

Foto de entrada por Franck V. en Unsplash

El lenguaje del doblaje: el caso Top Cat

A principios de los años 60 se estrenó en Estados Unidos la serie animada Top Cat, acerca de las travesuras de una pandilla de gatos callejeros. Después de 30 episodios Hanna-Barbera la canceló por bajo índice de audiencia. En 1963 fue adaptada y doblada al español en México, donde se llamó Don Gato y su pandilla.

Tuvo un éxito tremendo y estos 30 episodios se han transmitido una y otra y otra vez en las décadas de 1960, 1970, 1980, 1990, 2000 y 2010. Se convirtió en una serie de culto. En 2011 y 2014 se hicieron dos largometrajes en coproducción México-Argentina-Estados Unidos, pero a pesar de lograr una buena recaudación en taquilla, no tuvieron el éxito de antaño de la serie.

Pero ¿por qué en Estados Unidos Top Cat no prosperó mientras que en México fue un exitazo? Si ves la serie en el idioma original te das cuenta de que resulta bastante olvidable, sin embargo, para realizar el doblaje en México se reunió una pandilla de actores súper experimentados que hicieron de Don Gato y su pandilla la caricatura preferida de muchos y por generaciones.

Benny the Ball se convirtió en Benito Bodoque, con aguda voz infantil que lo hacía taaan tierno… Por su parte, Choo-Choo se llamó Cucho, un gato yucateco al que un hot dog le sabe a chocolomo. The Brain, un gato lento de entendederas, se transformó en Demóstenes, mientras que Fancy-Fancy y Spook fueron aquí Panza y Espanto, respectivamente. Por último, el policía Charlie Dibble es nuestro querido oficial Matute.

Los actores de doblaje se divirtieron en grande y se tomaron tantas libertades creativas que Don Gato y su pandilla cobró encanto, ha sido retransmitida cientos (¿o miles?) de veces en la tele y se volvió tan legendaria como ellos, a quienes recordamos y festejamos en este Día Internacional del Doblaje. Ellos son:

Jorge Arvizu. Es la cara más visible de la pandilla por su personaje de “el Tata”, un viejo desgreñado en bata de dormir que gritaba “¡Quiero mi cocoool!”.  Dobló también a Pedro Picapiedra, el Pájaro Loco, Scooby Doo, Bugs Bunny, el Pato Lucas y en Don Gato a Benito Bodoque y Cucho. Fue Maxwell Smart en El Súper Agente 86, el Tío Lucas y el Tío Cosa en Los Locos Addams, Kato (¡la voz de Bruce Lee!) en El Avispón Verde y El Pingüino en la serie sesentera del mejor conocido como “Batman panzón”. Él fue además director de doblaje para Top Cat y su hermano Rubén hizo la traducción y adaptación del guion al español en 1963.

 

Julio Lucena. Voz de Don Gato, también fue Pablo Mármol en Los Picapiedra, Moe en Los Tres Chiflados y dobló voces en un montón de episodios de La dimensión desconocida. Aportó su voz en numerosas radionovelas.

Carlos Becerril. Tiene más de 80 años y más de seis décadas en el doblaje. Además de Panza en Don Gato, es la voz de Robert DeNiro, Richard Gere, Robert Redford, Al Pacino, Mel Gibson, Michael Douglas, Patrick Swayze, Richard Dreyfuss, Anthony Hopkins y una lista interminable, casi tiene el monopolio de las voces masculinas de Hollywood.

Santiago Gil. En Don Gato era Espanto, pero también fue Robin en “Batman panzón”, el señor Ingalls en la serie La Familia Ingalls, Gonzo en El show de los Muppets y Shaggy de Scooby Doo. Trabajó en esto 30 de sus 46 años de vida.

Armando Gutiérrez. Otro personajazo del doblaje, además de Demóstenes en Top Cat, fue la voz del “guapo Ben” en Los 4 Fantásticos (la caricatura de los 60s), Vulcano en El hombre araña (la serie animada viejita) y Brutus en Popeye el Marino. Fue un comediante en teatro y radio, donde era conocido por su sobrenombre Simplón Telera de la Chica.

Víctor Alcocer. Fue actor de cine y Matute en Don Gato, pero también Herman Munster en La Familia Munster, el Gallo Claudio, El Jefe en El Súper Agente 86 y el Guasón en “Batman panzón”. También dobló a El Santo y Blue Demon en películas de luchadores, dándoles la masculinidad y presencia que les faltaban a las voces estos superhéroes de carne y hueso.

Foto de entrada por Neil Godding en Unsplash

Violet Evergarden: content manager del steampunk

En un universo animado atemporal, una terrible guerra ha terminado. Los sobrevivientes deben retomar su vida normal, aun con las secuelas físicas y psicológicas que les ha dejado el conflicto. Violet Evergarden es una de estas personas, una joven mujer que fue entrenada como máquina de guerra y que está sola en el mundo. Su mentor, Gilbert, murió y ella no alcanza a comprender el sentido de sus últimas palabras.

Solo la experiencia le permitirá comprenderlo.

Ella no tiene brazos. Perdidos ambos durante una sangrienta batalla, ahora los sustituyen miembros artificiales. Consigue trabajo como Auto Memory Doll. Son chicas que viven de escribir cartas para otros que, o son analfabetas, o no saben cómo expresarse por escrito.

Violet Evergarden, Wiki Fandom.

Violet deberá aprender a comprender a sus clientes, saber qué quieren expresar y ponerlo por escrito. Por supuesto, el inicio no es fácil. Mensajes demasiado directos parecen violentos y resultan en conflictos entre los emisores y receptores de las misivas. Violet va aprendiendo, capítulo a capítulo, que hay maneras de expresarse, que hay que usar el tacto y tener una estrategia de comunicación para convencer al remitente de lo que se pretende, que es indispensable poner cada palabra, cada frase en su lugar para lograr un mensaje conmovedor. Deberá explorar sus mentes para saber lo que realmente desean expresar. Conforme va aprendiendo más del oficio, sus misiones se volverán más complejas: por carta deberá arreglar matrimonios, cerrar negocios, crear poesía, reparar lazos familiares rotos.

Violet Evergarden es la máxima expresión del steampunk.

Steampunk: subgénero de la ciencia ficción y de la literatura fantástica que combina elementos futuristas y estética vintage, preferentemente de la época victoriana.

El escenario del anime es la capital del país imaginario Leidenschaftlich, Leiden (que realmente existe y está en Holanda), una antigua ciudad europea de esas que parecen de ensueño; los personajes visten ropa de época, viajan en tren (de vapor) y se comunican a distancia por carta, sin mensajes instantáneos ni llamadas telefónicas. Las Auto Memory Dolls escriben en máquinas mecánicas, sin embargo, Violet posee unos brazos robóticos que le dan una súper velocidad y precisión impresionante en la máquina de escribir.

Gilbert y Violet por Undella en Wiki Fandom.

La animación es hermosa, impecable, como solo los japoneses lo saben lograr. La banda sonora se disfruta al máximo, es el marco perfecto para la narración y los personajes se vuelven entrañables.

Violet Evergarden, al igual que animes de antaño como Candy Candy o Heidi, busca transmitir un mensaje sobre cómo enfrentar las adversidades y aprender a vivir feliz. Pero si eres un content manager, te reserva un mensaje único y especial. Todos los creadores de contenidos deberían ver Violet Evergarden.

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Ficha del anime

Basado en la serie de novelas animadas o mangas ヴァイオレット・エヴァーガーデン (Vaioretto Evāgāden), 2015-2018, escritas por Kana Akatsuki, ilustradas por Akiko Takase y publicadas por Kyoto Animation.

Título original: Violet Evergarden (Japón, 2018).

Primera temporada: 13 capítulos y un especial.

Dirección: Taichi Ishidate.

Guion: Reiko Yoshida.

Música: Evan Call.

Fotografía: Animation, Kōhei Funamoto.

Producción: Kyoto Animation.

Distribución: Netflix.

 

Imagen de entrada: Violet Evergarden escribiendo a máquina, Wiki Fandom.

Vinyl: la época donde todo ocurrió

Vinyl

Si usted no se encuentra disfrutando de la serie Vinyl, permítame decirle que se está perdiendo de un clásico instantáneo del formato audiovisual casero.

Apadrinada por Mick Jagger y Martin Scorsese (la influencia de este último se vuelve palpable en cada aspecto del show), esta producción nos brinda un vívido bosquejo de la Nueva York de la década de los setenta; contexto que destaca por su relevancia cultural e iconográfica.

Nuestro protagonista es Richie Finestra (Bobby Cannavale), intrépido ejecutivo de American Century quien se encuentra pasando por un precario momento a causa de la crisis que sufre su compañía.

Mismo asunto al que se suman una serie de demonios personales que arrastran a este personaje hacia situaciones notablemente escabrosas.

A pesar de su volátil estado, no pasa mucho tiempo antes de que Richie se de cuenta de que algo está pasando en la Gran Ciudad: el surgimiento de una serie de movimientos musicales que hacen de la innovación su principal arma propagandística.

Vinyl no es simplemente una serie “musical”; es un auténtico viaje hacia una era específica que cautiva notablemente gracias a su ánimo absolutamente veraz.

Grandes sucesos culturales como el surgimiento del punk y la música disco se ven retratados mediante una narrativa viviencial que cuenta con la aparición ficticia de notables íconos de la cultura popular.

Al mismo tiempo, los trapos sucios de la industria musical quedan al descubierto gracias a una serie de delirantes situaciones que se mueven entre lo cómico y lo grotesco.

Esta serie televisiva es una auténtica explosión de energía y dramatismo que logra capturar el ánimo provocador de ese fenómeno al que llamamos “música”.