Tal vez has escuchado o te han dicho frases como: “aguántate, los hombres no deben llorar”, “es vieja, con razón no sabe manejar”, “las mujeres se ven mal tomando la iniciativa”, “un caballero siempre debe pagar”, etc.
Todo esto es parte de los estereotipos que se nos han asignado por pertenecer a un género específico. De acuerdo con la definición de Rosenkrantz y Vogel, un estereotipo es: “una creencia consensuada sobre las diferentes características de hombres y mujeres en la sociedad”. Es decir, todas aquellas actitudes y roles que una persona “debería” seguir según el género al que pertenece.
Nuestros cerebros destellantes
¿En verdad los hombres son de Marte y las mujeres de Venus? Aunque existen algunas diferencias en los cerebros de hombres y mujeres, estas son mínimas –las mujeres tienen mayores áreas de lenguaje y los hombres mayores áreas que sirven al razonamiento visoespacial– y de acuerdo con la neurocientífica Gina Rippon, es difícil descifrar si estas características son en verdad biológicas o se han desarrollado culturalmente.
“Los cerebros reflejan la vida que han vivido, no el sexo (y mucho menos el género) de sus dueños. Una sociedad que insiste en la diferencia de géneros producirá cerebros que difieren entre géneros.” -Gina Rippon.
¿Quieres decir que una mujer lo puede abrir? Tomada de Gráffica.info
Antes de que nos demos cuenta, los circuitos de nuestro cerebro ya se habrán apropiado de una gran información social relacionada a lo que nos rodea, lo que escuchamos, vemos e incluso nos es inculcado por la familia y por la sociedad.
Así, se nos ha dicho que los hombres deben ser fuertes, no deben llorar e idealmente deben ser el sostén de la familia; mientras que las mujeres deben ser delicadas, emocionales, atentas, educadas, y claro, encargarse de las labores del hogar y del cuidado de los hijos.
¿Las mujeres cazaban?
Desde hace varias décadas los científicos e historiadores han asumido que nuestros antepasados ya marcaban una diferencia importante en los roles de género: mientras los hombres se encargaban de salir a cazar para llevar comida al hogar, las mujeres cuidaban a sus niños; pero una reciente investigación de la Universidad de California en Davis dio a conocer que esto no es del todo cierto, pues se encontraron restos de una cazadora de hace 9 mil años —en los Andes peruanos— enterrada con armas y utensilios de caza mayor.
Y no solo eso, tras observar registros de yacimientos del Pleistoceno tardío y del Holoceno temprano en América del Norte y del Sur, concluyeron que entre el 30% y el 50% de los cazadores de estos periodos pudieron haber sido mujeres.
Representación artística de una mujer cazando. Tomada de: National Geographic.
Esta situación da un giro a lo que se venía creyendo de nuestros antepasados y nos hace pensar que la división de trabajo en las primeras civilizaciones tal vez era diferente a como la imaginamos, pero también nos deja con otras dudas al respecto.
¿Seguimos haciendo caso a los estereotipos?
En tiempos pasados, a las mujeres se les negó un lugar dentro de la vida intelectual, científica, artística y política, precisamente porque los estereotipos marcaban que “no eran actividades para ellas”; sin embargo, con el paso del tiempo y la lucha de muchas mujeres, en gran parte del mundo han logrado ser reconocidas y han tenido grandes descubrimientos y logros.
Aun así, existen al menos 15 países —entre ellos Bolivia, Irán, Siria y Gabón— que todavía prohíben a las mujeres trabajar si no tienen el permiso de sus maridos, mientras que en otros sitios no pueden desempeñarse en ciertos puestos o se les da un salario más bajo únicamente por su género.
Adiós estereotipos. Tomada de: Las niñas pueden
Un futuro esperanzador
Pero no todo el panorama es oscuro, porque en gran parte del mundo las personas ya se desarrollan en los ámbitos que desean, hay mujeres expertas en matemáticas, en ingenierías, en manejar, etc., así como hay hombres a los que les encanta cocinar, son buenos para bailar, son excelentes estilistas, etc.
Aunque los estereotipos siguen presentes en nuestro día a día, poco a poco se van derribando muchos de ellos, dando paso a una nueva inclusión en donde cada ser puede expresarse y desenvolverse libremente sin tener que limitarse por su género.
En la primera parte de este contenido veíamos que el café, por contener sustancias tales como cafeína, ácidos clorogénicos, cafestol, kahweol y trigonelina, no solo aumenta nuestra energía, sino que también disminuye el riesgo de diabetes tipo 2 y mejora algunas funciones de nuestro cerebro.
Según algunos estudios, el café podría estar asociado con una disminución de la grasa corporal y apoyar la salud intestinal, lo que resulta beneficioso para controlar el peso.
Un buen café. Tomada de Giphy.
Además, al aumentar nuestros niveles de energía, nos ayuda a activarnos para hacer más ejercicio. Una investigación encontró que quienes bebían una o dos tazas de café al día tenían 17% más de probabilidades de alcanzar los niveles de actividad física recomendados, en comparación con los que bebían menos de una taza al día.
5. Vinculado a un menor riesgo de depresión
Una revisión de siete estudios encontró que cada taza de café que las personas consumían por día estaba vinculada con un 8% menos de riesgo de depresión. Por su parte, un estudio realizado en más de 200 mil personas mostró que beber café disminuye el riesgo de muerte por suicidio.
6. Podría proteger contra enfermedades hepáticas
Beber más de dos tazas de café al día está vinculado con tasas más bajas de cicatrización del hígado y cáncer de hígado en personas con enfermedad hepática.
Amor al café. Tomada de Giphy.
Otra investigación mostró que cuanto más café bebían las personas, menor era el riesgo de muerte por enfermedad hepática crónica, mientras que un estudio reciente asoció el consumo de café con una disminución de la rigidez del hígado, que es una medida que utilizan los profesionales de la salud para evaluar la fibrosis, la formación de tejido cicatricial en el hígado.
7. Ayuda a la salud del corazón
Beber de tres a cinco tazas de café por día al parecer está relacionado con un 15% menos de riesgo de enfermedad cardiaca. Tras una revisión de 21 estudios, los expertos descubrieron que beber de tres a cuatro tazas de café al día disminuye en un 21 % el riesgo de accidente cerebrovascular.
Sin embargo, la cafeína podría afectar los niveles de presión arterial, por lo tanto, las personas con presión arterial no controlada necesitan limitar o moderar su consumo de cafeína.
Corazón saludable. Tomada de Pinterest.
8. Podría aumentar la longevidad
Algunas investigaciones sugieren que el café podría ayudar a prolongar la longevidad. Una revisión de 40 estudios concluyó que beber de dos a cuatro tazas de café al día se asocia con un menor riesgo de muerte, con independencia de factores como la edad, el peso y el consumo de alcohol.
Asimismo, investigadores de Guangzhou, China, descubrieron que los que beben café con moderación son más longevos. Es más, los bebedores de café endulzado (máximo una cucharadita por taza) tenían hasta 31% menos riesgo de muerte, frente al 21% de los que bebían café sin azúcar. Además, beber al menos una taza de café al día también disminuye el riesgo de muerte por cáncer.
9. Mejora el rendimiento deportivo
El café se usa a menudo como una ayuda ergogénica por parte de los atletas que buscan mejorar el rendimiento y aumentar los niveles de energía. Una ayuda ergogénica también se denomina potenciador del rendimiento.
¡Vamos a ejercitarnos! Tomada de Gif Rey.
Una revisión de nueve estudios informó que beber café antes del ejercicio mejoró la resistencia y disminuyó el esfuerzo percibido. Y otro estudio en 126 adultos mayores mostró que beber café mejora el rendimiento físico y propicia una velocidad de marcha más rápida, incluso tras ajustar factores como edad, grasa abdominal y niveles de actividad física.
Nada como escribir sobre las bondades del café mientras te tomas una taza de ese líquido negro y reconfortante. Dicen que un buen cafecito por la mañana te acaba de despertar y te pone de buenas, mientras que uno bien cargado por la noche te mantendrá en pie para enfrentar una desvelada inevitable.
Pero ahora resulta que además de ser una bebida estimulante, el café aporta beneficios insospechados para nuestro cerebro, hígado, corazón y demás órganos. Médicos de diversas partes del mundo —seguramente amantes del café— han realizado decenas de estudios para fundamentar científicamente que, bebido con moderación —de dos a cinco tazas al día, equivalentes a alrededor de 400 mg—, el café puede hacernos bien, y mucho.
Coffee time. Tomada de Giphy.
En primer lugar, contiene compuestos bioactivos que contribuyen a sus poderosos beneficios para la salud. Muchos de dichos compuestos son antioxidantes, es decir, que combaten el daño causado por los dañinos radicales libres en las células. Los más importantes son:
Cafeína. El principal ingrediente activo del café, que estimula el sistema nervioso central.
Ácidos clorogénicos. Son polifenoles antioxidantes, los cuales pueden beneficiar algunas vías biológicas, como el metabolismo del azúcar en la sangre y la presión arterial alta.
Cafestol y kahweol. Presentes en el aceite natural del café, estos compuestos se encuentran en grandes cantidades en el café sin filtrar.
Trigonelina. Este compuesto alcaloide es inestable a altas temperaturas y durante el tostado forma ácido nicotínico, también conocido como niacina o vitamina B3.
La cafeína es un estimulante del sistema nervioso central conocido por su capacidad para combatir la fatiga y aumentar los niveles de energía.
Esto se debe a que bloquea los receptores de un neurotransmisor llamado adenosina, con lo que aumentan los niveles de otros neurotransmisores en el cerebro que regulan los niveles de energía, incluida la dopamina.
Aumento de energía. Tomada de: Tenor.
2. Puede estar relacionado con un menor riesgo de diabetes tipo 2
Una revisión de 30 estudios encontró que cada taza de café que las personas consumían por día estaba relacionada con un 6% menos de riesgo de desarrollar este tipo de diabetes, debido a la capacidad del café para preservar la función de las células beta en el páncreas, que son responsables de producir insulina para regular los niveles de azúcar en la sangre.
Además, los antioxidantes que contiene el café pueden afectar la sensibilidad a la insulina, la inflamación y el metabolismo, involucrados en el desarrollo de la diabetes tipo 2.
3. Podría ayudar a la salud del cerebro
Algunas investigaciones sugieren que el café puede ayudar a proteger contra ciertos trastornos neurodegenerativos, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.
Café mágico. Tomada de Tenor.
Asimismo, como la cafeína promueve la liberación de neurotransmisores como la noradrenalina, la dopamina y la serotonina, esto puede mejorar varios aspectos de la función cerebral: estado anímico, tiempo de reacción, vigilancia, atención, aprendizaje y la función mental general.
Ciertamente, el café, además de reconfortante, tiene muchos otros beneficios respaldados por estudios científicos, entre ellos, menor riesgo de depresión, disminución de la grasa corporal y hasta una vida más larga.
Al igual que el universo, el cerebro se encuentra lleno de misterios, dentro de él guardamos tanta información que podría compararse con la de una gran biblioteca o —en términos actuales— con la gigantesca memoria de una PC. A pesar de que la memoria es limitada para la mayoría de nosotros, para las personas con el “síndrome del sabio” o savant no lo es, ellos tienen una gran capacidad de almacenamiento y habilidades increíbles.
¿Te imaginas poder memorizar libros enteros, aprender idiomas fácilmente o tocar un instrumento musical sin tener que estudiar?, sin duda sería algo fantástico y es posible para algunos savant. Pero no todo es tan maravilloso como parece, porque a pesar de ser personas superdotadas en algunas cosas, tienen discapacidades mentales, físicas, del habla, sociales o motoras, e incluso muchos de ellos no pueden cubrir sus necesidades más básicas y la mitad de los casos se relacionan con trastornos del espectro autista.
Tomada de Amino Apps.
¿Cómo surgió el término del síndrome del sabio?
Fue el psiquiatra Benjamin Rush, quien en 1798 narró por primera vez el caso de un paciente que mostró una habilidad increíble para calcular la edad de las personas con solo verlas durante unos segundos, pero todavía no existía una palabra para denominar a quienes tenían esta condición.
Casi cien años después, John Langdon Down —famoso por sus aportes en cuanto al síndrome de Down— dio a conocer el término “idiot savant” (“idiota erudito”) para referirse a estas personas superdotadas, pero este resultó denigrante y poco aceptado. Después se les llamó “sabios autistas”, pero también fue erróneo porque no todos los savant tienen autismo. Actualmente se les conoce como savant o personas con “síndrome del sabio”, una definición mucho más acertada.
¿Qué ocurre en el cerebro de los savant?
A pesar de que hoy en día existen grandes avances tecnológicos en neurociencias, no hay un estudio médico que explique al cien por ciento esta condición, pero hay teorías al respecto: se cree que los savant tienen una disminución de las habilidades del hemisferio izquierdo del cerebro (que se encargan de las cuestiones lógicas, simbólicas y lingüísticas), mientras que las habilidades del hemisferio derecho están aumentadas (las artísticas no simbólicas, habilidades visuales, motoras, música y artes plásticas), también algunos tienen una gran habilidad matemática.
Daniel Tammet, Savant británico.
Los savant más famosos de la cultura popular
A lo largo de la historia se ha escuchado del caso de varios savant, cada uno con talentos diferentes.
Tony Deblois: tiene Síndrome de Asperger y es invidente, pero toca el piano desde los 2 años, ¡además puede interpretar de memoria unas 8 mil canciones!
Alonzo Clemons: un excelente escultor de figuras de animales que se venden como pan caliente, en precios de hasta 45 mil dólares.
Daniel Tammet: un savant británico que aprendió islandés en una semana y habla 11 idiomas diferentes.
Stephen Wiltshire.
Stephen Wiltshire: desde los 3 años se comunicaba por medio de dibujos y con solo mirar una vez paisajes o edificios los plasma detalladamente. Este caso es muy parecido al de August, uno de los personajes de la novela Lo que no te mata te hace más fuerte (2015) de David Lagercrantz, un niño autista que —aunque no habla— dibuja de una forma impresionante y logra captar detalles que para otros pasarían desapercibidos, además despierta distintas emociones en quienes los ven.
La verdadera historia de Rain man
Otro de los savant más conocidos en la historia es Kim Peek (1951), quien nació con el cráneo agrandado y con daños en el cerebelo. Esta condición no le permitía hacer cosas tan básicas como abrochar su camisa, pero su memoria era sorprendente y recordaba 10 mil libros completos; si te preguntas cómo había leído tantos libros en su vida, la razón parece de otro mundo: ¡con cada ojo leía una página diferente al mismo tiempo!
Además de leer tanto, también memorizó mapas que incluían calles y carreteras de Estados Unidos, así que el GPS se quedaba corto a su lado y su precisión era infalible.
Rain man.
Todas estas asombrosas habilidades llegaron a oídos de un guionista durante un congreso de una asociación de niños con discapacidad, quien quedó impactado con la historia y decidió llevarla a la pantalla grande con la película Rain Man (1988), protagonizada por Dustin Hoffman y Tom Cruise.
Para que los gestos y rasgos de personalidad transmitieran la verdadera esencia de Peek, Hoffman se reunió varias con él. Convirtiéndose así en una conmovedora historia basada en hechos reales que llegó a un gran número de espectadores alrededor del mundo.
La música se ha convertido en la cómplice ideal a lo largo de nuestra vida, tanto en los días nublados en que nos invade la melancolía, como en los alegres, cuando solo queremos bailar sin control. Al poner play nos olvidamos de lo que nos rodea, nos transportamos a otra época, revivimos recuerdos y emociones, a muchos hasta se nos pone la piel “chinita” al oír nuestra rola preferida. Además, tiene otros beneficios que tal vez no conocías.
Cambia el estado de ánimo: la música —alegre o triste— nos hace más felices; según científicos del Instituto Neurológico de Montreal y de la Universidad McGill, en Canadá, al escuchar música nuestro cerebro libera dopamina, un increíble neurotransmisor que nos da placer y bienestar. Incluso cuando estamos nostálgicos, aunque escuchemos canciones tristes, al final terminamos con una sensación de paz, algunos expertos creen que esto sucede porque hacemos catarsis.
Tomada de Pinterest.
Reduce el dolor: el cerebro libera endorfinas que nos hacen sentir bien y actúan como analgésicos naturales que disminuyen el dolor. Se ha comprobado que, si nos ponen música tranquila durante una cirugía, sentiremos menos dolor postoperatorio.
Cambia la frecuencia de funciones corporales: definitivamente no toda la música es igual y en gustos se rompen géneros. Mientras que la música rápida como el rock, el metal o la electrónica aceleran nuestra frecuencia cardiaca, respiratoria y aumentan la presión arterial; la música lenta como la clásica, celta o instrumental tiene el efecto contrario, disminuye estas funciones corporales y nos tranquiliza.
Tomada de El Definido
Mejora habilidades mentales: si eres de los que les cuesta memorizar información o adquirir nuevos aprendizajes, tal vez debas escuchar más música —clásica, sobre todo— o tocar un instrumento, porque de acuerdo con un estudio de la Universidad de Helsinki, la música activa los dos hemisferios del cerebro, incrementando nuestra retención de información y aprendizaje.
Fortalece el sistema inmunológico: cuando estamos estresados, en el cerebro se incrementa la liberación de una hormona llamada cortisol, esto hace que baje nuestra respuesta inmunológica y nos enfermemos fácilmente. Por el contrario, al escuchar música estamos en paz con nosotros mismos y aumentan nuestras defensas.
Tomada de Ecoosfera.
¿Tienes algún género musical que te ponga contento en pocos segundos?, pues ahora que ya conoces algunos de los beneficios de la música, no dudes en poner tu playlist favorita a todo volumen.
“Los hombres deben saber que las alegrías, gozos, risas y diversiones, las penas, abatimientos, aflicciones y lamentaciones proceden del cerebro y de ningún otro sitio. Y así, de una forma especial, adquirimos sabiduría y conocimiento, y vemos y oímos y sabemos lo que es absurdo y lo que está bien, lo que es malo y lo que es bueno, lo que es dulce y lo que es repugnante…”
Sobre la enfermedad sagrada, Hipócrates.
El dr. Jerry Zaltman, profesor emérito de Harvard, afirma que 95% de nuestro proceso de decisión de compra es subconsciente. De ahí que los mercadólogos prácticamente quieran “meterse” en las mentes de los consumidores para averiguar sus anhelos, motivaciones, metas, aspiraciones, y así generar lealtad a las marcas y, por supuesto, ventas.
En primer lugar… la neurociencia
La neurociencia se encarga de estudiar al sistema nervioso, conformado por el cerebro, la médula espinal y la red de células nerviosas en todo nuestro cuerpo.
Los seres humanos nos hemos preguntado desde hace siglos de dónde provienen nuestras sensaciones, cómo es que podemos movernos, oír, oler y comunicarnos mediante un lenguaje, pero son los neurocientíficos quienes se han encargado de desentrañar los misterios de nuestro cerebro.
La neurociencia se ha apoyado de varias ciencias —fisiología, bioquímica, psicología, neurología, entre otras— para su desarrollo y, a su vez, otras disciplinas se han valido de ella para su trascendencia. Tal es el caso del marketing.
Neuromarketing. Tomada de: Wasi.co
Marketing y neurociencia
En publicidad casi todo se trata de estímulos. Mediante imágenes, sonidos, aromas, las compañías “provocan” al público para que se enamore de sus marcas, compre sus productos y los recomiende a otros consumidores.
Así es como los mercadólogos decidieron valerse de la neurociencia para estudiar y conocer las reacciones de los usuarios ante los anuncios publicitarios. De esta forma podrían saber:
ante qué estímulos reaccionaban mejor
predecir cuáles mensajes tendrían un mayor impacto
optimizar los productos y servicios de las marcas
Explorando cerebros
En la práctica del neuromarketing se va más allá de una encuesta o un grupo de discusión para conocer la opinión de los consumidores: se les realizan estudios como electroencefalogramas, tomografías o imágenes por resonancia magnética para monitorear qué zonas del cerebro se “encienden” al mirar determinada imagen —estática o en movimiento—, escuchar una melodía o percibir un aroma.
A partir de los resultados y dependiendo de los objetivos de la marca, se aplican técnicas que buscan empatizar con sus clientes, estimular en ellos emociones que resulten en una conexión.
Los estímulos visuales son los más eficaces porque llegan de inmediato a nuestro cerebro. Los estímulos auditivos refuerzan los mensajes e incluso pueden influir en el comportamiento. Y los estímulos kinestésicos apelan a la memoria y sensaciones mediante otros sentidos como el tacto y el olfato.
Regiones del cerebro. Tomada de rodrigolbarnes.com
No te metas con mi mente
El neuromarketing no se ha salvado de las críticas, muchos consideran sus pruebas como engañosas y sus resultados poco fiables. Sin embargo, la que más resalta es: ¿realmente nos dominan tanto las emociones que nos llevan a ser manipulables, capaces de cambiar de decisión apenas veamos o escuchemos algo que nos conmueva?
Tal vez el neuromarketing se equivoca al considerarnos un manojo de emotividad sin tomar en cuenta que también somos seres racionales, pero no por esto deja de ser una técnica interesante que puede brindar grandes aportes al marketing y a las marcas que buscan ofrecer lo mejor a su clientela.