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Detener a los invasores espaciales. Ayudar a un plomero italiano en el rescate de su princesa. Sobrevivir el post apocalipsis mientras bebes Nuka-Cola. Reconstruir la realidad misma, bloque por bloque, creeper por creeper… Esas, y muchas otras, son las aventuras que hemos vivido con un control en la mano y la mirada fija en la pantalla. En su honor (Press F), te contamos algunos hechos curiosos sobre nuestros videojuegos favoritos.

1. Los muchos orígenes de un humilde plomero


Mario, quizás el personaje más emblemático de los videojuegos, ha aparecido en más de 200 títulos. Y si bien todo el mundo sabe que su debut llegó en uno de los primeros juegos de Nintendo, Donkey Kong —donde su nombre era “Jumpman” y en lugar de plomero era carpintero—, es menos conocido que su creador, Shigeru Miyamoto, originalmente quería hacer un videojuego con Popeye. Como no consiguió la licencia, tuvo que idear nuevos diseños y de ahí nació nuestro querido Mario Mario… sí, oficialmente ese es el apellido de Mario y su hermano Luigi.

2. ¡Es peligroso ir solo! Toma esto…

El que Shigeru Miyamoto sea también “padre” de Link y Zelda tiene sentido cuando tomamos en cuenta que, según sus propias palabras, creció sin televisión, desde pequeño tuvo que aprender a hacer sus propios juguetes y a confiar en su imaginación para no aburrirse. 

Muchos elementos de su niñez están vertidos en La Leyenda de Zelda —por ejemplo, el sistema de mazmorras está inspirado en la laberíntica casa donde creció y en las cuevas que exploraba de niño—, pero no son pocas las influencias de la cultura pop: Miyamoto ha dejado claro que Indiana Jones tuvo una gran influencia en el desarrollo del juego, pues quería conseguir el mismo sentido de aventura, mientras que el atuendo de Link está inspirado en el Peter Pan de Disney. Otro dato es que nuestra querida princesa de Hyrule fue nombrada en honor a la mismísima novelista-socialité-rebelde sin causa, Zelda Fitzgerald.

Zelda. (Tomado de Taringa).
3. El mundo fue creado en seis días

El 10 de mayo de 2009, el diseñador sueco Markus Persson decidió crear un juego donde el único objetivo sería la exploración de un mundo virtual, para el 16 de mayo terminó la última modificación y al día siguiente, la “versión alfa” de Minecraft hizo su debut. Un dato aún más representativo de las interminables posibilidades creativas del juego es que los tétricos creepers nacieron cuando Persson trataba de programar un cerdo, pero accidentalmente cambió las cifras de la altura y la longitud.

Creeper. (Tomada de Gfycat).
4. In spaaaaaaace

Es un hecho conocido que Portal 2 es uno de los juegos más perfectos que se han creado. Puede que esto no suene del todo objetivo, pero al menos en la NASA nos darán la razón: En 2012, Valve anunció que un técnico anónimo los contactó para mostrarles que, de manera “completamente no oficial”, habían decorado una nave de reabastecimiento, grabándole con láser a Wheatley, uno de sus más entrañables y sádicos personajes. 

Por supuesto, el que los astronautas sean gamers no debería extrañar a nadie: la NASA ha dejado claro durante años que Kerbal —originalmente desarrollado en la Ciudad de México— es uno de sus favoritos e incluso han colaborado con los desarrolladores. No Man’s Sky cautivó a más de un especialista, e incluso un par de videojuegos han visitado el espacio: en 1999, Daniel Barry se llevó al transbordador Discovery una copia de StarCraft, que ahora se exhibe en el museo de Blizzard, y en 1993 Aleksandr Serebrov decidió empacar un Game Boy para su última misión, haciendo de Tetris el primer videojuego jugado en el espacio.

Portal 2. (Tomada de Tenor).
5. En búsqueda del tiempo juego perdido

Siendo honestos, los videojuegos han sido menospreciados desde sus inicios, por lo que pocos han tenido la visión de preservar su historia. Ya sea por negligencia, accidente o incluso por decisión de sus estudios y creadores, incontables juegos se han perdido, algunos poco conocidos y otros pertenecientes a franquicias como Pokémon, Final Fantasy o Resident Evil. Y si bien, este es un problema que se extiende a muchas otras áreas de la cultura, la rápida obsolescencia tecnológica de los videojuegos los hace aún más vulnerables. 

Tal rescate ha quedado en manos de fanáticos que se han convertido en preservadores, archivistas, museógrafos y hasta programadores que buscan darle nueva vida a juegos que el mundo creía olvidados: desde los 36,000 juegos que el sitio Flashpoint revivió cuando Adobe anunció el fin de Flash, hasta el rescate de Mother 3 de Nintendo. Este legendario juego de culto, parte de la serie Earthbound, nunca fue lanzado fuera de Japón, y los otros dos títulos de la serie quedaron oficialmente inaccesibles tras la desaparición del Nintendo Wii, por lo que el único registro que perdura es gracias a fanáticos y desarrolladores “piratas” que, pese a la oposición de Nintendo, desde 2006 han trabajado en una versión traducida a varios idiomas. ¡Toda una labor de amor!

Todas queremos ser princesas o… ¿no?

Por Susana Tamayo / Directora Editorial en 360 

 

 

La boda del Príncipe Harry con la actriz norteamericana Meghan Markle – hoy los Duques de Sussex – ha despertado en nosotras – hablo por las mujeres, y algunos hombres, en mi entorno próximo inmediato – una nueva manera de mirar las historias de amor en las que por momentos o periodos muy extendidos dejamos de creer que en realidad existen, salvo, por supuesto las de Disney, con las que hemos crecido y por las que quizá ya habíamos perdido la ilusión.

En mi caso, aún recuerdo cuando los medios de comunicación explotaron tras la noticia de que Jennifer Aniston y Brad Pitt – la pareja perfecta y favorita de América – se separaban; era dificilísimo concebir que eso pudiera suceder, porque entonces ninguna de nosotras tendría siquiera una mínima esperanza por sostener una relación exitosa. Sí, sé que es exageradísimo, pero en enero del 2005 era la peor noticia para recibir el año nuevo.

Desde entonces – claro, desde muchas decenas de años atrás – los amores públicos de las estrellas de la farándula y de la realeza alimentan mes con mes los medios de comunicación y ahora las redes sociales; si bien no siempre resultan en éxitos rotundos, sí crean historias para reír, llorar, soñar y de vez en cuando envidiar, como esta de Harry y Meghan.

Con el feminismo y la figura de la mujer independiente, fuerte, valiente, aguerrida que no necesita que nadie “la rescate” – inevitablemente pienso en la princesa Peach atrapada en el castillo de Bowser esperando por Mario –  también han llegado decenas de conceptos que anteponen la antigua institución social del matrimonio. No sé en qué momento una situación se ha peleado con la otra, en qué momento el amor, en cualquiera de sus formas quedó en medio de la línea de fuego. ¿De qué diablos estoy hablando?

Simple, la historia de Harry y Meghan nos viene a refrescar la memoria: una mujer independiente, trabajadora, inteligente sí puede ser una princesa, – en el fantástico sentido de la palabra por favor – enamorarse, encontrar a un “príncipe azul” y vivir felices para siempre. Sin que nada de eso ponga en riesgo la identidad, las creencias o los valores que defienda. Ser ruda y valiente está bien, pero también lo está hacer equipo con otro, permitir que cada uno cumpla con su rol como le venga en gana y por qué no: vivir una historia de amor, sea lo que eso signifique para cada uno.

 

 

Nota: este texto me parece, es resultado de una sobredosis de boda real, espero no herir susceptibilidades ni atentar contra los artículos de algún manifiesto feminista.