13 estilos para enseñar, ¿sabes cuál es el tuyo?

estilos de enseñanza

Te contamos sobre diferentes estilos de ser maestro porque más vale estar preparado: todos tarde o temprano tendremos que enseñar, si es que no lo hacemos ya.

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Los y las maestras son parte fundamental de nuestra vida. Cada vez que aplicamos la regla de tres, damos brazadas en la alberca o sabemos cuál es la capital de Dinamarca, entendemos la importancia de la persona que nos transmitió ese conocimiento y consiguió que fuera parte de nosotros.

Cada persona recuerda con mayor o menor cariño diferentes tipos de enseñanza. Por ejemplo, algunas personas recuerdan con más afecto a la maestra que les inspiró a seguir su pasión, mientras que otras evocan al maestro exigente que les hizo sufrir con regaños.

Otras personas prefieren recordar a la maestra que les tuvo paciencia y les imprimió confianza y nunca falta quien trae a la memoria con más cariño al maestro que cancelaba las clases pero que los hizo fuertes como autodidactas.  

Independientemente de las maestras que le hayan tocado a cada quien, existen algunos estereotipos de profesor que nos ayudan a describir los diferentes tipos de enseñanza que hemos vivido. Y, en este sentido, el cine es el producto cultural que más ejemplos de profesor nos ha dado.

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Los estilos para enseñar en el cine

El ícono del profesor inspirador lo tenemos en el personaje John Keating –interpretado por Robin Williams– en La sociedad de los poetas muertos (Peter Wier, 1989), quien no solo logra que sus alumnos aprecien la poesía sino también a cuestionar la realidad.

Otro tipo de profesor inspirador lo vemos en Dewey Finn –interpretado por Jack Black– en Escuela de rock (Richard Linklater, 2003), que a su manera un poco cuestionable pone a todos sus alumnos a tocar en una banda pero también levanta sus autoestimas.

Ya que hablamos de música, el maestro más exigente de los últimos años que se nos viene a la memoria es Terence Fletcher –interpretado por J.K Simmons– en Whiplash (Damian Chazelle, 2014), que lleva a sus alumnos hasta un punto límite. 

En un nivel más abajo en cuanto a exigencia pero igual de férreo con la disciplina tenemos al profesor Miyagi de Karate Kid (John G. Advilsen, 1984), interpretado por Pat Morita, y el cual es un ejemplo del maestro difícil al que le tienes cariño al final.

Como ejemplo de maestra dulce que ayuda a sus alumnos a obtener confianza tenemos a Jennifer Honey de Matilda (Danny Devito, 1996), interpretada por Embeth Davidtz. Otro ejemplo de este tipo de maestra, aunque desde un punto de vista más realista, es Louanne Johnson –interpretada por Michelle Pfeiffer– en Dangerous Minds (John N. Smith, 1996).

En televisión tenemos la serie Abbott Elementary (Star+) como un catálogo de las diferentes maneras de ser profesor, ya que si bien no vemos estilos de enseñanza como tal, sí vemos los diferentes tipos de personalidad que pueden transmitir conocimiento: la ñoña, la cínica, el cursi, el serio o incluso la que está más interesada en redes sociales.

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Todos somos maestros

Se dice que todos somos maestros de los demás, ya que incluso sin darnos cuenta podemos darle una lección a alguien que necesitaba la palabra justa en el momento exacto. Pero realmente no tenemos el control sobre ello.

Hay veces en las que sí nos toca ser maestros de manera consciente, ya sea porque debemos capacitar a una persona en el trabajo o porque tu hijo te pide que le enseñes a andar en patineta, tarde o temprano llega el día en el que te toca transmitir conocimiento.

Tenemos los ejemplos que hemos visto en el cine, lo que nos tocó vivir, pero quizás una clasificación te sirva para comprender cuál es tu estilo.

Un estudio de la Universidad de Huelva en España recopiló distintos estilos para enseñar de diferentes investigaciones a lo largo del tiempo.

Estilos para enseñar

  1. Autocrático: decide todas las actividades y tareas. Evalúa de forma individual.
  2. Democrático: decide junto con los alumnos y evalúa los resultados en función del grupo.
  3. Laissez-faire: deja que los alumnos decidan y solo interviene cuando necesitan consejo.
  4. Dominador: impone las órdenes a la fuerza y no acepta decisiones de los alumnos.
  5. Integrador: crea un ambiente amistoso en el que predomina el reconocimiento o el elogio.
  6. Instrumental: orienta su actividad docente a los objetivos de aprendizaje.
  7. Expresivo: busca satisfacer las necesidades afectivas de sus alumnos, tomando en cuenta su rendimiento y relaciones sociales.
  8. Instrumental-expresivo: combina el interés por la enseñanza con su inquietud por las necesidades de sus alumnos.
  9. Directo: expone las propias ideas, impone su autoridad y competencia.
  10. Indirecto: toma en cuenta las ideas de los alumnos y promueven el diálogo.
  11. Progresista: rechaza los métodos utilizados con la intención de lograr la autodisciplina y desarrollo personal de sus alumnos.
  12. Tradicional: se preocupa por el control del rendimiento y no toma en cuenta a los alumnos.
  13. Mixto: Una combinación de los dos anteriores.

Sea cual sea tu estilo de enseñanza recuerda que lo más importante es tener los pelos de la burra en la mano, o como dijo Aristóteles: el único signo exclusivo de un conocimiento profundo es el poder de la enseñanza.

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Tecnofobia o “ay nanita, me da miedo la maquinita”

Tecnofobia en el cine

La tecnofobia es el miedo irracional hacia la tecnología, las computadoras y, entre otras innovaciones, la inteligencia artificial. Veamos cómo ha retratado este trastorno el cine.

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Si bien T. Jay fue el primer investigador en utilizar el término “fobia a las computadoras” en [su libro de] 1981 [Computerphobia: What to do about it], ya desde 1963 R. Lee había dado origen al estudio de este trastorno, describiendo en los empleados de la IBM un factor actitudinal negativo hacia las computadoras. 

Desde entonces, numerosos estudios han examinado este fenómeno, siendo tecnofobia el término más abarcativo y específico utilizado para describir la presencia de ansiedad y miedo irracional, comportamientos aversivos e ideaciones distorsionadas frente a las distintas herramientas de tecnología digital. 

Extracto de Tecnofobia: trastorno clínico asociado a las tecnologías digitales de Leticia Luque y Rodolfo Ávila, Revista argentina de psiquiatría, vol. XIX, 2008.

La tecnofobia, al igual que todas las fobias, es un padecimiento real; un trastorno clínico donde se exhibe un miedo desproporcionado por algo común y corriente. La tecnología, en este caso. 

No obstante, aunque en el entorno cotidiano –así como en la práctica clínica– la tecnofobia se representa con una “simple” aversión a las computadoras o el avance tecnológico por un tema de desplazamiento laboral (¡el robot me quitó el trabajo!), en el mundo del entretenimiento multimedia este padecimiento con bases factibles se ha explotado en una variedad absurda de formas, una más ridícula y over the top que la anterior.

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La tecnofobia en el cine

Desde la rebelión, y posterior monarquía robótica, de The Terminator y The Matrix, hasta la visualización del futuro distópico de Blade Runner, Total Recall e incluso Detroit: Become Human (con todo y su retorcida retórica moralista) donde la tecnología –a través de la construcción de androides o la ciberaumentación– está tan intrínsecamente ligada a los humanos que pareciera que el balance entre lógica y sentimiento se inclina favorablemente del lado de los circuitos y los procesadores, por años el cine, la televisión, el cómic, la literatura y los juegos de video han advertido sobre los posibles peligros que impone el desarrollo de las nuevas tecnologías en la frágil y temerosa humanidad.

Sin embargo, esas historias cautelares suelen incluir un dejo de fascinación por el potencial que estos avances tienen y cómo su uso puede abrir las puertas al transhumanismo o esta simbiosis entre carne y metal.

Cintas como Tetsuo: The Iron Man, Hardware o Repo Men pintan un panorama bizarro y terrorífico donde hombre y máquina conviven en imperfecta armonía, demostrando lo peligrosa -y asombrosa- que puede ser la tecnología integrada en el funcionar humano, especialmente cuando se da rienda suelta a la imaginación y locura de su huésped.

Lo cual nos lleva a quizás el primer ejemplo histórico del pavor que la electricidad, las máquinas, la ciencia y todo lo desconocido provoca en las personas: Frankenstein

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Frankenstein a la vista

En la novela de Mary Shelley, además de los dilemas morales y connotaciones existencialistas que se presentan, el horror que provoca la abominable criatura en los aldeanos va más allá de lo grotesco de su apariencia; es, nuevamente, ese temor a lo desconocido e incomprensible; a cómo una máquina puede dar vida a un ser extraño; al hecho de que un montón de perillas, cadenas y fusibles puedan transformar un montón de extremidades inertes en una criatura que se mueve, piensa y ¿ama?

Aún ahora, en el mundo real, el adviento de sistemas de inteligencia artificial y robots cada vez más complejos y avanzados demuestra lo poco que realmente comprendemos el alcance de esta tecnología o su potencial impacto en el mundo futuro. 

Es imposible determinar qué tanto las máquinas podrán desarrollarse y seguir aprendiendo, hasta el punto de no sólo lograr la autoconciencia, sino acuñar la idea de que la humanidad es un mal que debe ser erradicado si es que el planeta tiene esperanzas de sobrevivir. Y eso es aterrador… porque es verdad.

 

Y ya que hablamos de inteligencia artificial, te recomendamos leer: ¿ChatGPT viene por tu empleo de redactor? Úsalo a tu favor

¡Prohibido leer! 3 libros censurados

Decía el poeta Mario Benedetti que “todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido”, lo cual es verdad hasta cierto punto. Diversas obras literarias han sido censuradas por tener un contenido violento, sexual, sangriento o demasiado explícito. Esto solo provocó que esos libros se volvieran más conocidos y anhelados por los lectores y directores de cine, que años más tarde las llevaron a la pantalla grande. 

Te presentamos 3 libros que en su época fueron censurados. 

1. American Psycho (1991), de Bret Easton Ellis

Los asesinos no dejan de parecernos aterradores pero a la vez enigmáticos, es intrigante saber qué los llevó a actuar de determinada forma, a tener ciertas manías, obsesiones y comportamientos.

Son muchos los escritores que han creado novelas que giran en torno a psicópatas y personajes llenos de odio y agresividad, uno de ellos es Patrick, el protagonista de American Psycho, un yuppie asesino de Manhattan de finales de los años 80.

Este libro fue muy controversial por sus escenas de canibalismo, tortura y violencia, y por lo mismo fue censurado en varios países. A pesar de todo llegó a la pantalla grande en el 2000 y el público se dividió entre críticas negativas y elogios. The New York Times, por su parte, opinó que es un “clásico de comedia de terror mezquino y magro”.

2. Lolita (1955), de Vladimir Nabokov

Mucho se ha hablado de esta controversial novela de Nabokov por ser una historia con alto contenido erótico; pero no solo eso, es transgresora porque cuenta la relación sexo-afectiva que mantiene un profesor maduro con su hijastra, una preadolescente de 12 años.

Aunque decimos que “para el amor no hay edad”, al tratarse de casi una niña, la narración fue mal vista por parte de las autoridades y censurada. A pesar de la gran polémica que desató, finalmente Lolita llegó con éxito al cine en dos ocasiones: la primera dirigida por Stanley Kubrick en 1962 y la segunda de 1997, dirigida por Adrian Lyne. 

Hoy en día aún existen diversas críticas a dicha obra, algunas la acusan de fomentar la pedofilia o la promiscuidad; sin embargo, en el campo de las letras se considera una joya literaria por su profundidad narrativa y porque muestra sin restricciones, a través de personajes bien construidos, las emociones y pasiones del ser humano. 

3. El amante de Lady Chatterley (1928), de D.H. Lawrence

Desde tiempos remotos —y todavía en muchos casos— la infidelidad masculina estuvo normalizada, es de esas cosas que todos sabían, pero de las que nadie hablaba; en cambio, cuando las mujeres la cometían eran juzgadas fuertemente por la sociedad y hasta tachadas de brujas o de hijas de Satanás. 

Por eso, D. H. Lawrence rompió muchos tabúes al narrar en El amante de Lady Chatterley la relación extramarital de una mujer aristócrata con un guardabosques. Es una historia de amor prohibido en donde predominan las escenas sexuales, y quizá lo que causó más ruido fueron las descripciones detalladas del placer sexual femenino, lo que la convirtió en una obra “obscena” que fue censurada en países como Canadá, Australia, India y Japón. 

Por desgracia, el autor ya no vio el escándalo que causó su novela porque falleció antes de que saliera a la luz la primera versión, misma que fue reducida en sus páginas más eróticas y fue hasta 1959 cuando fue publicada sin censura. El año pasado esta película llegó a Netflix, así que ya podemos disfrutar de la controversial historia desde la comodidad de nuestra casa. 

Marvel Cinematic Universe: ¿qué tanto es demasiado?

Tras muchos años dando tumbos en el mundo del cine, con decenas de desabridas adaptaciones de distintos grados de calidad: desde cuestionable (X-Men) hasta deplorable (Daredevil); Marvel finalmente encontró oro –así como un rumbo firme a seguir– con el estreno de Iron Man (2008). De la mano de un revitalizado Robert Downey Jr., la división multimedia de la exitosa casa de cómics revolucionó la manera de contar una historia a través del séptimo arte, así como la forma de construir una franquicia cinematográfica. 

Tomando elementos típicos del mundo de las historietas (sagas, eventos y crossovers), Kevin Feige y compañía dieron origen al Universo Cinemático Marvel (MCU), compuesto por una serie de películas, directa o indirectamente relacionadas entre sí, que poco a poco irían develando nuevas historias, personajes (y villanos), locaciones y plot points, los cuales, eventualmente, desembocarían en uno o varios conflictos de proporciones cósmicas. 

Marvel. Tomada de Giphy.
A universe is born

El desarrollo narrativo de las primeras tres fases del MCU (lo que hoy se conoce como “Infinity Saga”) se fue hilando de manera progresiva y coherente; cada nuevo estreno aumentaba las apuestas; cada cinta se sentía como la progresión natural de la anterior, no solo en el transcurso de la historia y la línea del tiempo, sino también en la evolución de cada personaje, cuyos números también se incrementaban exponencialmente con cada entrega. 

No obstante, el final de la guerra por las Gemas del Infinito trajo consigo un periodo de confusión, dentro y fuera de la ficción. Sin sus dos grandes líderes (Tony Stark y Steve Rogers), los Vengadores se han desperdigado por la galaxia en búsqueda de nuevas aventuras y un propósito en la vida; al mismo tiempo, sin un plan sólido ni un rumbo aparente, Marvel se enfocó en producir cantidades colosales de contenido (gracias, Disney+) que han terminado por impactar (de forma negativa) el misticismo, importancia y relevancia del MCU.

Gemas del Infinito. Tomada de Goodreads.

A pesar del reciente anuncio de que la ruta hacia la fase 6 es clara, el camino luce arduo y rocoso, lleno de baches (Eternals) y posibles señales de advertencia (Echo, Fantastic Four), todo solo por llegar a un destino que luce, francamente, decepcionante.

Multiverse saga

Durante la Comic-Con 2022, Feige aseveró que la actual trilogía de fases (4-6) será conocida como “Multiverse Saga”, concepto que se ha peloteado recientemente en diferentes proyectos como Spider-Man: No Way Home y Loki, pero con poco más que una vaga conexión y sin verdaderas consecuencias. A eso, hay que sumar otros estrenos como Moon Knight y Shang-Chi que, independientemente de sus méritos propios –o falta de ellos– poco han hecho por avanzar la trama “global” y justificar su propósito dentro de este cada vez más poblado y heterogéneo universo.

Y no es que cada cinta o show deba estar intrínsicamente ligado a lo que sucede en otro, ni colmarse de referencias de easter eggs hasta el cansancio. Previamente, Black Panther y Ant-Man demostraron que es posible construir una historia aislada del resto, pero que gracias a su estilo, formato y personajes se sienta como ese peldaño indispensable dentro del panorama general. Como un capítulo de relleno en Dragon Ball, donde, aunque no suceda nada emocionante, al menos se aprende algo de los personajes, su pasado o sus motivaciones.

Películas y series que se estrenaron en la Comic-Con 2022. Tomada de: Mundiario.
“WHAT IF…?” MORE LIKE “WHAT ELSE…?”

Sin embargo, la nueva ola de lanzamientos –donde evidentemente se ha priorizado la cantidad sobre la calidad; hay que justificar el precio del streaming, después de todo– no llevan a ningún lado ni mueven la trama ni conmueven al espectador. Es la perfecta representación de “aventar un montón de cosas a la pared, a ver qué se pega”. 

Llámenlo fatiga, sobresaturación o simple hartazgo, pero el MCU (al igual que Star Wars; Disney ataca de nuevo) ha dejado de impactar e innovar. Antes, cada estreno se sentía como un auténtico evento, como la llegada del otoño o el anuncio de que ya hay pan de muerto en las panaderías. Hoy, con un show o película estrenándose prácticamente cada mes, el MCU se ha convertido en una fila interminable de contenido producido en masa, no muy distinto a las novelas del 9.

Conlangs: idiomas artificiales

Cuando éramos niños, muchos de nosotros hablamos el “idioma de la efe” con nuestros amigos, hermanos o primos, era un idioma “secreto” que solo los más pequeños entendíamos (o al menos eso creíamos). Para usarlo bastaba con dividir una palabra en sílabas e intercalar sílabas en efe: “hola”, se decía “hofolafa”. Sin darnos cuenta usamos una lengua artificial o conlang construido años atrás con el único fin de divertirnos.

El término conlang —dado por el lingüista Otto Jespersen— tiene su origen en las palabras en inglés constructed language y se refiere a los lenguajes que una persona o un grupo crea conscientemente, basándose en la gramática y vocabulario de uno o varios lenguajes que ya existen. Es decir, surge de manera artificial en lugar de evolucionar naturalmente.

Algunas lenguas artificiales son hechas por lingüistas que buscan instaurar una lengua universal que sea sencilla de utilizar para todos, mientras que otros idiomas artificiales son inventados con fines artísticos: para dar a los personajes de una novela, cuento, serie o película un propio idioma.

Descifrando signos. Tomada de C. J. Eguren.
De la fantasía a la realidad

Uno de los creadores más famosos de conlangs fue J. R. R. Tolkien, quien creó múltiples idiomas para llevarlos a sus historias. Una de ellas fue El señor de los anillos (1954-1955), en donde las criaturas de la Tierra Media hablan diversas lenguas, como las élficas quenya y sindarin, que en la vida real están basadas en los alfabetos tengwar y rúnico.

Otras obras literarias —que se llevaron a la pantalla grande— en las que podemos leer/escuchar idiomas artificiales, han sido:

  • 1984 (1949) de George Orwell, en donde el autor introduce la neolengua para mostrar cuán totalitario es el estado de Oceanía.
  • La Naranja Mecánica (1962) de Anthony Burgess está escrita en inglés y nadsat, la lengua vernácula preferida por los adolescentes de la novela.
  • La saga de Harry Potter (1997-2007), en donde algunas criaturas mágicas, Voldemort y el protagonista hablan por momentos en pársel, la “lengua de las víboras” inventada por su autora J. K. Rowling.
Harry Potter hablando pársel. Tomada de Tenor.

Estas son algunas de las más conocidas, pero varios escritores han optado por inventar conlangs para darles mayor originalidad a los mundos y a los personajes únicos que nos presentan.

 Esperanto: un lenguaje para todos

¿Te imaginas que todos habláramos un mismo idioma en todo el planeta?, sin duda sería más sencillo comunicar nuestras ideas y emociones con las personas de otros países.

Este era el sueño de Ludwik Lejzer Zamenhof, un doctor polaco que inventó el esperanto —a finales de la década de 1800— con la finalidad de facilitar las conversaciones entre los individuos de cada rincón del mundo y con ello crear un mundo sin desigualdades.

Un idioma para todos. Tomada de Awareness’ s blog.

Así, creó el libro Unua Libro (1887) en donde plasmó las bases del esperanto, el cual contaba con 920 raíces léxicas que, combinadas en 16 sencillas reglas gramaticales de la lengua, podían formar miles de palabras. Las raíces de este conlang estaban basadas en gran medida en el latín, con notables influencias del ruso, polaco, inglés y alemán; sin embargo, era muy sencillo de aprender.

Si quieres saber si el esperanto se convirtió en una lengua hablada por todo el mundo y conocer más sobre cómo y para qué se crean los idiomas artificiales, ¡no te pierdas el nuevo capítulo de Ñoñerías de la Lengua, el podcast de 360 Agencia Editorial!

 

Los Simpson: 33 tortuosos años después. (Parte 2)

¿Por qué el descabellado, pero por momentos jocoso episodio que narra la historia de Armando Barreda y la manera en que reemplazó al verdadero Seymour Skinner después de la guerra, es tratado como el punto de quiebre que marcaría el descenso de Los Simpson hacia la mediocridad? La respuesta podría parecer simple, pero no lo es tanto.

En la 1ª parte hablamos sobre dos eventos esenciales en la baja de calidad del show (la muerte de Doris Grau y Phil Hartman), pero la realidad es que para esta temporada (#9) la mayoría de los escritores originales se habían ya marchado. Del ensamble de talentosos guionistas que formaron parte del staff entre las temporadas 3-8 (Conan O’Brien, Jon Vitti, Sam Simon, Bill Oakley, Josh Weinstein, George Meyer, David S. Cohen, David M. Stern y John Swartzwelder, entre otros), pocos seguían dentro; por su parte, la llegada de nuevos escritores como Ian Maxtone-Graham, Larry Doyle, Matt Selman y Tim Long, por mencionar algunos, terminó por desarticular las bases y fundamentos desarrollados cuidadosamente a través de los años.

Sí es gracioso, pero no como para reírse

El secreto detrás de la comedia de Los Simpson no estaba en situaciones irreales ni en repetir las mismas frases cliché una y otra vez (de hecho, el mismo programa se burla del sobreuso de ese recurso con el capítulo del niño “yo no fui”). Lo que hace que un chiste funcione en el programa es una combinación entre excelente ritmo y timing, y el hecho de que cada personaje tiene una personalidad única que lo hace actuar de una manera donde, aun sin decir una muletilla a lo “Bazzinga”, esa personalidad es tan fuerte y bien estructurada que su misma presencia (más su pasado e historial) cuentan el chiste por sí mismos. 

¿Qué pasó con Los Simpson?

Tomemos como ejemplo uno de los mejores episodios de la serie: “22 Historias cortas sobre Springfield”, una seguidilla de cortometrajes que, en lugar de enfocarse en los protagonistas del show (los titulares “Simpson”), pasa 20 minutos deambulando por las calles de Springfield, explorando las aventuras y contratiempos por los que pasan los demás habitantes del pueblo. Este capítulo es una gran muestra de cómo cada uno de los personajes –principales, secundarios, terciarios y hasta de reparto– se comporta de manera fiel a su personalidad, demostrando que cada uno es tan rico y tridimensional que bien podría protagonizar su propia serie animada (hecho que se retoma en el episodio de “refritos”).

Homero debe ser más gritón, agresivo y tener acceso a una máquina del tiempo

Pero volvamos a Armando Barreda. Establecimos que la columna vertebral del programa son sus personajes y personalidades, meticulosamente exploradas y construidas por casi 10 años. De pronto, un episodio expresa abierta y descaradamente que uno de esos personajes tan queridos, y cuya identidad es una de las más firmemente establecidas, resulta ser un impostor que actúa y se expresa de forma totalmente opuesta; él es su propia antítesis, un desertor. De una semana a la otra, todo lo que sabíamos del profesor Skinner se ha ido a la basura tan solo como una simple excusa para producir un episodio “de relleno”, sacar algunas risas, cobrar un cheque y seguir adelante. 

“Este hombre es el verdadero Seymour Skinner” ¿?

A partir de ahí, indudablemente, el énfasis del programa se postró en confeccionar tramas cada vez más disparatadas (a la Family Guy) y aplanar a los personajes hasta convertirlos en parodias unidimensionales, superficiales y chatas cuya única función es decir frases trilladas en televisión, y gritar bien fuerte para asegurarse de que la gente siga prestando atención.

Un show más

Ya sin un discurso valioso, Los Simpson se convirtió en “un show más”, carente de argumentos, profundidad o significado; adoptaron a la cultura pop que tanto criticaron y pasaron a ser una pasarela de celebridades invitadas, las cuales dejaron de aparecer como simples cameos para volverse los amos del programa. Prueba de ello son los episodios 5F19 (“When you dish upon a star”) y AABF23 (“Beyond Blunderdome”) donde son Kim Basinger, Ron Howard, Alec Baldwin y Mel Gibson los que dirigen la trama, cuentan los chistes y usan su “star power” para darnos media hora de situaciones absurdas en donde Homero –ya transformado en una vil caricatura de sí mismo; más errático y estúpido que de costumbre– pierde todo su carisma al no tener el balance racional de Lisa o el emocional de Marge.

Ugh.

Para este punto, lo que se conocía de Los Simpson no es más que una cáscara vacía, carente de sentido o propósito, “zombificada” para lucir como el mismo show por fuera, pero sin un corazón latiendo en su interior. Lisa lo menciona atinadamente en el episodio 1F05 (“Bart’s Inner Child”), cuando la “filosofía Bartiana” de hacer lo que se antoje se apodera del pueblo.

Te definiste como un rebelde y en ausencia de un medio represivo tu nicho social ha sido asimilado… Después de “Vida prestada” perdiste tu identidad, entraste al engranaje de la sociedad hipersimplificada de la comida instantánea… Es tu oportunidad de desarrollar una nueva y “mejor” identidad, podría sugerir: ¿ridícula y llena de celebridades?

De la inclusión que discrimina y la diversidad forzada

Si existen dos términos más sonados, discutidos y controversiales en los medios de comunicación actual y el argot internauta, que “metaverse” y NFT, seguramente son “diversidad” e “inclusión”, usualmente acompañados por sus menos brillantes primos lejanos: “woke”, “SJW” y “libtard”. Pero hoy no entraremos en discusiones políticas o divisiones sociales (no tanto), sino que nos centraremos en tratar de definir la diferencia entre diversidad e inclusión, su relevancia en el mundo moderno y por qué forzarlas, en el entorno que sea, puede causar más mal que bien.

Para la RAE (siempre tan objetiva y desligada del mundo exterior), las palabras diversidad e inclusión no tienen una mayor connotación salvo su significado conciso; “abundancia, variedad”, en el primer caso y “efecto de incluir” en el segundo. No obstante, en un contexto más amplio –el de la sociedad moderna, globalizada y quejumbrosa– estas inocentes expresiones han sido el centro de un agitado (y en ocasiones, violento) debate sobre justicia social, apropiación cultural, creatividad (y falta de ella), preservación, estereotipos, racismo e igualdad de género y de oportunidades. 

Diversidad ≠ inclusión

Desde hace algunos años, distintos, y muy vocales, grupos/movimientos sociales han abogado por una mayor representación de minorías y sectores marginados, no solo en altos puestos dentro de empresas y gobiernos, sino también en roles más preponderantes en obras multimedia (cine, videojuegos, televisión, etc.), deportes, espectáculos y prácticamente cualquier otro espacio previamente “dominado por el hetero hombre blanco”. 

Esto, sin duda, ha abierto la puerta a una mayor presencia de personas pertenecientes a minorías raciales o con distintas preferencias sexuales en plataformas de mayor relevancia, así como también al desarrollo de personajes (hablando específicamente del cine, la TV, cómics y videojuegos) más diversos, complejos y ricos, alejados de estereotipos cliché e inmunes a la crítica de los grupos más conservadores. No obstante, esta presión por “incluir” y “representar” también ha traído consigo varios problemas que parecieran no solo oponerse a todo aquello que se busca con esos movimientos, sino también destruir decenas o cientos de años de progreso en temas de igualdad, equidad y aceptación.

Bridgerton.
¿Enriquecimiento ideológico?

El objetivo principal de la diversidad en una empresa/sociedad/equipo de futbol debería ser el enriquecimiento ideológico, artístico y creativo a raíz de los distintos orígenes, entornos y conocimientos de ese variado grupo de personas. Vaya, es muy lógico pensar que un equipo con antecedentes dispares, que nacieron en diferentes partes del mundo y tienen acceso a otros idiomas o bagaje cultural, son capaces de producir una obra mucho más profunda, interesante e inusual que otros con un marco sociocultural prácticamente idéntico.

Sin embargo, en la práctica, el resultado suele no ser el esperado, especialmente por la manera en que las compañías abordan la diversidad y la inclusión. Su motivación no es la multiculturalidad per se ni obtener diferentes puntos de vista, sino acallar la crítica, cubrir una cuota y tener a la vox populi de su lado. Contratar a alguien de color o gay o incluso una mujer, en entornos cien por ciento machistas, solo por el hecho de ser diferentes y cumplir con un requisito sin importar su talento, habilidades o méritos, no solo es una práctica por sí misma discriminatoria y racista, sino una táctica desesperada que puede generar fricciones en el ambiente laboral o hasta una total ruptura de la audiencia.

“A fuerzas”

El “forzar” la diversidad y la inclusión en proyectos multimedia a menudo genera la percepción de que nadie de quienes toman las decisiones se preocupa genuinamente por la obra en sí, la audiencia o el talento. Mientras se trate de tachar una casilla de requerimientos y quedar bien en redes sociales, nada más importa. No los méritos ni la creatividad ni las historias.

El tokenism (colocar una minoría en cualquier papel solo por cumplir una cuota) es algo que casi siempre ha existido en el cine y la televisión; sin embargo, hoy en día esa práctica se utiliza como una cortina de humo “progresista” para cubrir todos los escándalos e historias de abuso que suceden tras bambalinas. Y es especialmente molesto cuando se nota a simple vista que la inclusión de una chica asiática en Star Wars o una persona de color en The Witcher son solo eso, intentos artificiales por cumplir un objetivo de marketing, sin ninguna razón de fondo o justificación creativa. 

Star Wars.
Tokenism en Star Trek

No tiene nada de malo que haya gente de origen asiático, africano o latino en “una galaxia muy lejana”, después de todo, Star Trek contaba con un cast sumamente diverso que, en su momento, rompió con muchos convencionalismos de la televisión norteamericana (incluyendo el primer beso interracial en pantalla). El problema es cuando esa inclusión se convierte en el selling point y una herramienta mercadológica para atraer audiencias o “impactar” por lo progresiva y actual que es esa película o serie de TV. 

Al final del día, lo importante debe ser no quién lo dice o lo hace sino qué es lo que se dice o hace; se trata del fondo y no la forma. Si un personaje/directivo/entrenador es bueno, sus acciones tienen sentido y su discurso es efectivo, qué importa del color que sea o del país que venga o qué le guste hacer y a quién; una vez que el mensaje se pierde dentro de temas de color, género o sexualidad, ese personaje se queda, obviamente, vacío de carácter y sin un mensaje claro que dar más allá de su color, género o sexualidad.

El fascinante mundo de la traducción, el doblaje y la localización

Al leer el libro de un autor extranjero en nuestro idioma o ver nuestra serie favorita doblada al español, rara vez nos detenemos a pensar en todo el proceso que hubo detrás para que pudiéramos disfrutar cada uno de los diálogos de los personajes.

En el mundo del cine, la televisión, el marketing y la literatura todos los contenidos “se cocinan detalladamente” antes de llegar a ti. Aquí te dejamos tres puntos importantes del laborioso proceso de transformar un texto de un idioma a otro.

Traducir va más allá de ser literal

Si crees que la traslación mecánica —y a veces descabellada— del traductor de Google es la correcta, esto no es así, una verdadera traducción incluye ser detallista con la sintaxis, modificar la puntuación e incluso cambiar las expresiones de la lengua original a otras palabras sin que se pierda el sentido de la idea, porque como lo decía Walter Benjamin:

“Ninguna traducción sería posible si su aspiración suprema fuera la semejanza con el original […]”

No le creas todo a Google translate.
Doblaje: voces y personajes

El doblaje consiste en grabar y sustituir las voces originales de una película o de un programa de televisión por otras idénticas o similares en otro idioma.

Aunque muchos prefieren ver películas en su lengua original y leer los subtítulos, actualmente más de 625 millones de personas en el mundo (entre ellas quienes tienen dificultades visuales) siguen viendo contenido doblado a su idioma.

México es uno de los países más reconocidos en doblaje para Latinoamérica, esto debido a que nuestro acento es neutro y también al trabajo que varios actores mexicanos han realizado desde los años 40 a la fecha. Son tan famosos que seguramente recuerdas las voces de tus personajes favoritos de la infancia y si las vuelves a escuchar en una película enseguida las reconoces.

Doblaje / Tomada de Giphy.
Localización: cada cultura tiene su esencia

Cuando se traduce un texto a otro idioma puede perderse alguna expresión o chiste típico de la región donde se hizo, la localización busca que esto no ocurra y, por el contrario, da un gran peso a la cultura para mantener la esencia de los diálogos y adapta su significado al contexto.

Este proceso se realiza con frecuencia en las agencias de traducción de videojuegos, páginas web, marketing y publicidad, pero no debe confundirse con la tropicalización porque, aunque es semejante, esta es más usada por marcas o empresas.

Si quieres conocer más datos curiosos sobre estos temas y escuchar entrevistas divertidas con grandes invitados como la actriz de doblaje Lili Barba (la voz de Carlitos de Rugrats) solo da clic aquí.

Creatividad onírica: cuando los sueños inspiran al arte

“El hombre es un genio cuando duerme” Akira Kurosawa 

Dicen que la inspiración puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, ya sea leyendo un libro, sentado en la banca de un parque, tomando café o, como veremos el día de hoy, durmiendo.

La importancia de los sueños en la labor creativa no es cosa menor, ya que no solo ha influenciado diversas obras multimedia a lo largo de los años, sino que fue uno de los principales impulsores detrás de la corriente literaria, filosófica y artística del surrealismo. 

Tomando como base la interpretación de los sueños propuesta por Freud, y siendo también un recurso que los artistas emplearon para escapar de la horrible realidad por la que pasaba el continente europeo en las décadas de 1930 y 1940 (dos Guerras Mundiales, principalmente), el surrealismo nació de esa desesperación por encontrar un refugio creativo que permitiera a escritores, pintores, escultores y cineastas, rebelarse contra la cruel realidad y romper con convencionalismos sociales y culturales por medio de piezas abstractas, incoherentes incluso, pero cargadas de emoción.

La ciencia del sueño / Tomada de Medium.
El refugio creativo

[El surrealismo] es puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral – André Breton.

A través de sus obras, los artistas surrealistas expresaban sus peores miedos y mayores pasiones. Y es que los sueños son un simple reflejo de la realidad, visto a través del cristal de nuestras experiencias personales, recuerdos, temores, anhelos y pensamientos inconscientes que salen a flote una vez que se pierde el control de la razón y cualquier tipo de autocensura.

Pero la influencia de los sueños no está relegada a una corriente artística de hace casi un siglo. Hoy en día, como quizás siempre lo ha sido, pero no muchos artistas se atreven a confesar, existen cientos de obras inspiradas por alguna visión onírica o surgida a partir de la siesta vespertina del autor. 

Salvador Dalí- Persistencia.

En esta ocasión analizaremos un par de los ejemplos más conocidos y documentados de este fenómeno tan común, especialmente para aquellos con sueños vívidos y capaces de recordar lo sucedido al despertar. 

Soñadora-mente, de Kurosawa

Akira Kurosawa, uno de los realizadores más aclamados e influyentes en la historia de la cinematografía, director de piezas icónicas como Nora Inu (Stray Dog), Rashomon, Ikiru y Shichinin no samurai (Seven Samurai), desarrolló, a lo largo de los años, el guion de lo que se convertiría en una de sus últimas películas: Yume (Dreams), total y completamente inspirada –basada– en sueños y recuerdos del propio director, mezcladas con historias fantásticas, mitología japonesa y cuentos de su infancia. 

A través de ocho viñetas, llenas de cándido humor, realismo mágico y reflexiones sobre el hombre y la naturaleza, Kurosawa nos da un vistazo a su genial, inquieta y ¿“soñadora”? mente; sus inspiraciones y preocupaciones, recuerdos de su familia y hasta una curiosa intervención de Vincent Van Gogh interpretado por Martin Scorsese. 

Yume (Dreams).
Psicotrópico King

Por su parte, Stephen King, escritor estadounidense de novelas y cuentos de terror, suspenso y ciencia ficción, principalmente, y autor de grandes clásicos de la literatura moderna como It, The Shining, Carrie y The Mist, entre tantos otros, alega haber escrito su novela de 2001, Dreamcatcher, tomando elementos de los sueños que tuvo en un lapso de seis meses, mientras se recuperaba de un accidente automovilístico… Y bajo la influencia de la oxicodona que lo ayudaba a soportar el dolor.

No obstante que Dreamcatcher haya sido el resultado de un viaje psicotrópico y, en palabras del mismo King, un libro no muy bueno, esta dicotomía entre sueño y creatividad es un tema que el autor ha explorado y explicado en reiteradas ocasiones, especialmente en su libro On writing: a memoir of the craft, en donde recomienda incluso tener una libreta junto a la cama, en caso de que esa chispa creativa llegue a la mitad de la noche, para que podamos capturar la esencia del sueño lo más rápido y fielmente posible.

Dreamcatcher.

Sea cual sea nuestro método, el mensaje es el mismo: buscar inspiración en los lugares menos esperados. Salir a caminar, tomar una siesta o un baño relajante, platicar con un amigo o visitar un museo; el punto es no forzar las ideas, sino dejar que fluyan, como los sueños mismos, que existen y aparecen sin que uno los llame.

El cine de oro mexicano: ¿lucha de clases, lucha de enmascarados o Lucha Villa? (Parte II)

De vuelta a los 50-60. Mientras que la psicodelia y el amor libre se apoderaban del mundo, los cineastas mexicanos comenzaron a mirar lo que causaba sensación en otros mercados, especialmente el estadounidense, que poco a poco recobraba su mandato como el epicentro del showbusiness y la industria cinematográfica. Lo que encontraron: monstruos (literalmente hablando) y superhéroes encapuchados que ayudaban a restaurar la paz en un presente posguerra.

Y de ese híbrido temático, que podría parecer un absurdo colosal en manos de cualquier otro país (con excepción, quizás, de Japón) es que surge el cine de luchadores: los superhéroes mexicanos; hombres y mujeres extraordinarios, con fuerza y habilidad sobrehumana, que ponen sus talentos al servicio de una nación aterrorizada por vampiros y vampiresas, momias, hombres lobo, extraterrestres y hasta el mismo Satanás.

Cine de luchadores /Tomada de Time Out México.
El Santo, el Cavernario… 

No pretendemos asegurar que el cine de luchadores es más importante o influyente que el cine de “oro” aunque sería interesante averiguar qué personaje es más reconocido a nivel mundial: Pepe el Toro o el Santo pero su trascendencia no es un tema menor. 

El cine de luchadores quizás no ejemplifique tan bien ese realismo mágico mexicano que admiramos en obras como Nazarín de Buñuel o la literatura de Juan Rulfo, después de todo, las intrincadas metáforas de Pedro Páramo son un tanto más complejas que ver a Blue Demon, Santo y Capulina enfrentándose en un mano a mano con la hija de Frankenstein. 

Tomada de Giphy.

No obstante, y al final del día, se trataba de hombres y mujeres que un niño podía ver en la pantalla grande una tarde, y admirar por la noche, en un combate de máscara contra cabellera en la Arena México. De este modo, balanceando esa disparatada fantasía con un realismo que ningún otro género cinematográfico podría igualar (salvo los documentales, pero ¿quién quiere ver una película para hacer todo lo opuesto a “escapar de la realidad”, es decir, quedarse en la realidad y deprimirse?).

El que se fue a la Villa

Finalmente tenemos a la tercera “lucha” de este ensayo: la querida Lucha Villa, a la que hacemos alusión no solo por prestarse para un simple juego de palabras (aunque esa es la verdadera razón), sino como representante de aquello en lo que se convertiría el cine nacional durante las décadas de los 80 y 90, una vez que los luchadores colgaron sus capas y el cine norteamericano transicionaba hacia el terror slasher, la comedia sexy y el cine de acción/kung-fu. 

Con un currículum que incluye Las Noches del Blanquita, El Fiscal de Hierro, El Mil Usos II y Semana Santa en Acapulco, la diva de Chihuahua simboliza esa época de estancamiento y plagiarismo vil que adoptaría la industria, buscando capitalizar cualquier modo de entretenimiento que fuera popular en los Estados Unidos. De ahí que surgieran respuestas mexicanas al cine de acción, con los Hermanos Almada; a la comedia sexy/erótica/“picante” de la mano de César Bono, Polo Polo, Tun Tun y Héctor Suárez, así como su variante menos afortunada, el “cine de ficheras”, instigado por la ya legendaria cinta Bellas de Noche

Y aunque sí, se podría decir sin temor a equivocarnos, que este ha sido uno de los puntos sino es que el punto más bajo de la cinematografía nacional en sus casi cien años de vida; historias crudas y vacías que se basaban en el desnudo y el albur para vender boletos.

No obstante, el impacto social de este cine, especialmente el de ficheras, fue tremendo, pues nuevamente se levantó la cortina para dejar entrever el funcionar del bajo mundo de la ciudad; aquel que todos sabían que existía, pero nadie se atrevía a admitirlo. Al mismo tiempo que Sara García se convertía en la abuelita de México, Sasha Montenegro pasaba a ser la “mamacita” de México. 

Entre broma y broma, la verdad se asoma

¿Es entonces para terminar este divague estimulado por cafeína y chocolate menos importante esta etapa que las anteriores, solo porque se apelaba al denominador más bajo? Después de todo, estas cintas también marcaron una época, también lanzaron al estrellato a decenas de artistas y también dieron de comer a sonidistas, escritores, gaffers y extras por más de una década. 

Calabacitas tiernas/ Tomado de Tumblr

Nadie puede menospreciar el cine de oro nacional. Después de todo, casi un siglo después sus historias, personajes y situaciones siguen siendo relevantes, pese a que la sociedad mexicana sea diametralmente opuesta a lo que apreciamos en Calabacitas tiernas. La familia nuclear compuesta por siete u ocho hijos, más sirvientes y nanas viviendo en una casa de dos pisos, con patio central y jardín (¿los recuerdan?), suena como un prospecto igual de inverosímil que Drácula moliendo a coscorrones a Alushe. Sin embargo, es una fórmula efectiva, que nos recuerda una época mejor, una época “dorada” donde no existían la delincuencia ni el calentamiento global y todo podía resolverse con una canción.

No obstante, y si a relevancia contemporánea nos vamos, los luchadores siguen estando tan vigentes ahora como hace 50 años si no es que más hasta convertirse en una parte ubicua de la cultura popular nacional y mundial. No solo el concepto de la lucha libre es ampliamente aceptado y adoptado en casi cualquier rincón del planeta, el cine de luchadores posee un estatus “de culto” en Europa y Asia, incluso mayor al de otras vertientes cinematográficas divergentes y visionarias como el expresionismo alemán, el surrealismo o el horror de Hammer y Universal, pues Santo, Tinieblas y compañía destilaron lo mejor de cada uno de esos géneros, en un elixir igual de exótico, cautivador y místico que aquellos confeccionados por el malévolo Doctor Brancov.

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