¡Prohibido leer! 3 libros censurados

Decía el poeta Mario Benedetti que “todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido”, lo cual es verdad hasta cierto punto. Diversas obras literarias han sido censuradas por tener un contenido violento, sexual, sangriento o demasiado explícito. Esto solo provocó que esos libros se volvieran más conocidos y anhelados por los lectores y directores de cine, que años más tarde las llevaron a la pantalla grande. 

Te presentamos 3 libros que en su época fueron censurados. 

1. American Psycho (1991), de Bret Easton Ellis

Los asesinos no dejan de parecernos aterradores pero a la vez enigmáticos, es intrigante saber qué los llevó a actuar de determinada forma, a tener ciertas manías, obsesiones y comportamientos.

Son muchos los escritores que han creado novelas que giran en torno a psicópatas y personajes llenos de odio y agresividad, uno de ellos es Patrick, el protagonista de American Psycho, un yuppie asesino de Manhattan de finales de los años 80.

Este libro fue muy controversial por sus escenas de canibalismo, tortura y violencia, y por lo mismo fue censurado en varios países. A pesar de todo llegó a la pantalla grande en el 2000 y el público se dividió entre críticas negativas y elogios. The New York Times, por su parte, opinó que es un “clásico de comedia de terror mezquino y magro”.

2. Lolita (1955), de Vladimir Nabokov

Mucho se ha hablado de esta controversial novela de Nabokov por ser una historia con alto contenido erótico; pero no solo eso, es transgresora porque cuenta la relación sexo-afectiva que mantiene un profesor maduro con su hijastra, una preadolescente de 12 años.

Aunque decimos que “para el amor no hay edad”, al tratarse de casi una niña, la narración fue mal vista por parte de las autoridades y censurada. A pesar de la gran polémica que desató, finalmente Lolita llegó con éxito al cine en dos ocasiones: la primera dirigida por Stanley Kubrick en 1962 y la segunda de 1997, dirigida por Adrian Lyne. 

Hoy en día aún existen diversas críticas a dicha obra, algunas la acusan de fomentar la pedofilia o la promiscuidad; sin embargo, en el campo de las letras se considera una joya literaria por su profundidad narrativa y porque muestra sin restricciones, a través de personajes bien construidos, las emociones y pasiones del ser humano. 

3. El amante de Lady Chatterley (1928), de D.H. Lawrence

Desde tiempos remotos —y todavía en muchos casos— la infidelidad masculina estuvo normalizada, es de esas cosas que todos sabían, pero de las que nadie hablaba; en cambio, cuando las mujeres la cometían eran juzgadas fuertemente por la sociedad y hasta tachadas de brujas o de hijas de Satanás. 

Por eso, D. H. Lawrence rompió muchos tabúes al narrar en El amante de Lady Chatterley la relación extramarital de una mujer aristócrata con un guardabosques. Es una historia de amor prohibido en donde predominan las escenas sexuales, y quizá lo que causó más ruido fueron las descripciones detalladas del placer sexual femenino, lo que la convirtió en una obra “obscena” que fue censurada en países como Canadá, Australia, India y Japón. 

Por desgracia, el autor ya no vio el escándalo que causó su novela porque falleció antes de que saliera a la luz la primera versión, misma que fue reducida en sus páginas más eróticas y fue hasta 1959 cuando fue publicada sin censura. El año pasado esta película llegó a Netflix, así que ya podemos disfrutar de la controversial historia desde la comodidad de nuestra casa. 

Alejandra Pizarnik: poeta entre adversidades y (des)amores

En los días en los que la melancolía nos visita, escribir puede ser un acto liberador que nos sirva para entendernos más o simplemente para poner en orden nuestras ideas y emociones. Eso lo sabía muy bien Alejandra Pizarnik (1936-1972), quien en sus diarios, prosas y poesías dejó plasmadas esas líneas con quienes muchos nos identificamos en algún momento de nuestra vida y que le dieron voz a lo que nuestra alma quería decir.

Tomar una buena dosis de poesía de Pizarnik es sumergirnos en un mundo sublime, amoroso, sexual, pero también depresivo, oscuro y místico. En él, la frontera entre la vida y la muerte es muy frágil; sin embargo, un torrente de pájaros, mares, flores, lunas, jaulas y otros símbolos terminan por embriagarnos y deseamos continuar viajando con ella.

Fragmento de “El despertar” de A. Pizarnik. Tomada de Pinterest.
 Las desventuras de Pizarnik

Pizarnik “habitaba con frenesí la luna”, quizá porque ese era un mejor refugio que el mundo hostil al que se enfrentó desde su infancia. Un lugar que en ese tiempo vivía la Segunda Guerra Mundial y aunque ella estuvo a salvo en Argentina con sus padres y su hermana, algunos de sus parientes fueron perseguidos y fallecieron en el Holocausto.

Vivir estos hechos ensombreció su infancia, pero eso no fue todo: sus mayores inseguridades se detonaron con las comparaciones que sus papás hacían de ella con su hermana mayor, la tartamudez, el asma y más tarde con su tendencia al acné y a subir de peso —que la hizo adicta a consumir anfetaminas para evitarlo— lo cual fue disminuyendo su autoestima y autopercepción.

A. Pizarnik y su familia. Tomada de Cervantes.es.
 Sexualidad y (des)amores

Su poesía muestra a una Pizarnik que, a pesar de ser tímida, por momentos era transgresora, atrevida y sensual. Además de ello, sus biógrafos no han llegado a una conclusión sobre su orientación sexual, pero por sus escritos se cree que era lesbiana o bisexual. Incluso se dice que su familia mutiló algunos de sus diarios por pudor, pero otros cuantos aún reposan en la Biblioteca de Princeton.

Por ejemplo, se dice que se enamoró —tal vez de forma platónica— de Elizabeth Azcona Cranwell, a quien conoció en el grupo de Poesía Buenos Aires.

“Para Elizabeth que sabe que las aventuras perdidas son: / una niña en busca de su nombre secreto / una muchacha corriendo detrás del amor (…) Prohibido olvidarse”.

Ilustración diversa. Tomada de Rev. El Humo

Por otro lado, mucho se ha hablado del vínculo de Pizarnik con la poeta Silvina Ocampo (esposa de Adolfo Bioy Casares). Se sabe que se conocieron en el estudio fotográfico de Sara Facio y que Pizarnik quedó fascinada con ella.

“Oh Sylvette, si estuvieras. Claro es que te besaría una mano y lloraría, pero sos mi paraíso perdido. Vuelto a encontrar y perdido. Al carajo los greco-romanos. Yo adoro tu cara. Y tus piernas y tus manos que llevan a la casa del recuerdo-sueños, urdida en un más allá del pasado verdadero.”

¿Por qué decidió partir?

No se sabe a ciencia cierta cuántos amores tuvo la poeta, lo cierto es que varios fueron platónicos y esto, junto con otros hechos como no lograr adaptarse a un trabajo estable —lo cual la llevó a tener carencias económicas—, así como haber dejado varios proyectos truncados (como sus dos carreras: Filosofía y Periodismo), la pérdida de su padre, no escribir como ella hubiera querido, sumado a su baja autoestima y a una fuerte depresión, la llevó a tener tres intentos de suicidio, logrando concretar el último.

“Que partió de mí un barco llevándome”. Tomada de Revista Haroldo.

“[…] Cansada de aquel amor que no sucedió / Cansada de mis pies que solo saben caminar / Cansada de la insidiosa fuga de preguntas / Cansada de dormir y de no poder mirarme / Cansada de abrir la boca y beber el viento / Cansada de sostener las mismas vísceras / Cansada del mar indiferente a mis angustias / ¡Cansada de Dios! ¡Cansada de Dios! / Cansada por fin de las muertes de turno / a la espera de la hermana mayor / la otra la gran muerte / dulce morada para tanto cansancio.”

Su muerte llegó a los 36 años, cuando tomó una sobredosis de pastillas de Seconal después de haber escrito un último mensaje en la pizarra de su estudio: “No quiero ir / nada más / que hasta el fondo”. Pizarnik partió a su mundo de ensueño, dejándonos uno de los más importantes legados literarios y una huella de quien fue en cada uno de sus poemas y escritos.

 

¿Debe borrarse la historia por ser ofensiva?

El crecimiento es una parte natural de la vida. Crecer no implica solo ser más alto, más viejo o la llegada de la calvicie; este proceso incluye también constante aprendizaje, maduración y reflexión. Asimismo, crecer y evolucionar no es algo exclusivo de los seres vivos; las ideologías cambian; las leyes se transforman; las mismas naciones se encuentran en un crecimiento constante (la mayoría), donde la historia juega un papel importante en ese proceso de aprendizaje.

La historia está para ser aprendida, analizada, cuestionada e incluso criticada, pero no para ser ignorada. La historia puede ser incómoda, vergonzosa, hiriente y básicamente negativa en todos los sentidos, pero también es una marca indeleble del camino que ha seguido una persona, un país o una civilización entera desde sus inicios hasta su eventual final. Y claro, ¿quién no quisiera eliminar de la memoria colectiva esa vez que le dijimos “mamá” a la maestra o cuando nos caímos en medio del Zócalo? Sin embargo, esos sucesos –por espantosos que hayan sido– no solo nos dejaron una lección, sino que nos hicieron crecer como individuos para así evitar repetirlos en el futuro, y si no, al menos tomarlos con más filosofía.

Abraza el aprendizaje del pasado. Tomada de: Pinterest.
La historia se repite

Existen muchas frases famosas, adjudicadas a distintos personajes históricos, donde el punto común es la importancia que tiene la historia para los eventos por venir. Es decir, que quien no aprende de su pasado, está condenado a repetirlo una y otra vez, de la misma forma. 

George Orwell lo ejemplifica (de un modo más siniestro) en su novela 1984 a través del totalitarismo y el control de la información con el fin de manipular las mentes del pueblo. Pero esa manipulación que, afrontémoslo, sucede diariamente a lo largo y ancho de los medios de comunicación masiva, parece ya no limitarse al acontecer actual, sino también a la erradicación sistemática de la historia mundial como una forma de no solo desviar la atención del individuo sino “esconder bajo la alfombra” el rastro de suciedad que carga consigo una entidad.

Un mundo nos vigila. Tomada de: Gifer.
El pasado es el pasado

Desde un tuit ofensivo que arruina carreras, hasta la destrucción de estatuas o monumentos históricos ligados a un acto bélico o movimiento separatista, el hecho de excavar en las ruinas del pasado con el único propósito de encontrar algo que no se ajuste a los valores actuales o a nuestro punto de vista, y usar eso como justificación, es no solamente irresponsable sino peligroso.

Todos cometemos errores. Seguramente al gobierno alemán actual le encantaría borrar cada indicio del Holocausto, o a Beyoncé esa foto “hulkesca” en el Super Bowl, pero si hacemos eso jamás podremos evolucionar o aprender de esos errores. Además, ¿quién decide qué debe irse y qué debe quedarse? ¿No es eso sesgar la información, información que debería ser verídica porque realmente sucedió?

Las caídas de la vida me enseñaron que soy capaz de levantarme. Tomada de: Videos virales.

En conclusión, no, la historia no debería ser modificada o eliminada solo por tratarse de un tema delicado y escabroso que es mejor evitar que afrontar. La realidad es que solamente así, mirando hacia atrás y reflexionando sobre el pasado, podemos avanzar, mejorar y, ultimadamente, evitar repetir esas atroces metidas de pata.

Dos detectives

Vivimos en un país impune. Tan solo en cuestión de feminicidios, un reportaje de El País informó recientemente que 95% de los homicidios de mujeres (nomás por ser mujeres) simplemente no se resuelven… y de enero a agosto de este 2022, 600 mujeres han sido asesinadas. Las cárceles se llenan de inocentes y chivos expiatorios esperando juicios y sentencias, sin esperanzas de poder pagar su libertad, mientras que los criminales de verdad viven tranquilamente sus vidas.

En este contexto, las novelas policiacas son los cuentos de hadas modernos, historias donde un hombre o mujer se obsesiona por resolver un caso ¡y lo logra!, donde se sacia la necesidad de venganza y las preguntas de los deudos se responden. El paraíso de la justicia donde habitan los detectives que resuelven casos y las víctimas que en paz descansan.

En este negro edén de novela negra viven mis dos detectives favoritos: Kurt Wallander y Charlie Parker.

El policía sueco

Cuando inventó a Wallander, la única intención de Henning Mankell (Estocolmo, 1948-2015) era denunciar el racismo en su natal Suecia a través de una novela policiaca (Asesinos sin rostro). Eligió el nombre de Kurt Wallander de una guía telefónica y le dio vida al inspector de Escania. 

A través de él Mankel exorcizó sus demonios, sacó a flote los conflictos que lo molestaban y afectaban, desde el mencionado racismo en contra de los migrantes en Suecia hasta el viejo apartheid en Sudáfrica, el negocio de los trasplantes de órganos o las tensiones entre Rusia y Letonia.

Asesinos sin rostro. Tomada de Alef.

Kurt Wallander arrastra algunos males endémicos de un policía (de novela) adicto a su oficio: el abandono de su esposa, una relación contradictoria con su padre pintor —que pinta siempre el mismo cuadro y no quiere que su hijo sea policía—, la diabetes, la obsesión por encontrar al asesino en cada caso arriesgando la integridad física, el puesto y hasta la propia vida.

Mankell tomó características de sí mismo y se las regaló a Wallander: su edad, su complexión, sus opiniones e ideales. Al combinarlas con el talento y la disciplina del buen escritor surgió un personaje completamente humano y entrañable, con quien el lector empatiza y sufre con su paulatino declive a lo largo de más de diez novelas donde conviven el suspenso propio de la investigación del crimen y los altibajos de la vida cotidiana de un policía sueco que, como dice su creador, después de jubilarse “se dedicará a deambular por esa tierra crepuscular que le pertenece, con Jussi, su perro de pelo negro.”

El detective y el gore

Lo que en Wallander es nostalgia, observación, búsqueda de justicia y sentido del deber, en Charlie Parker es furia, persecusión y hambre de venganza. Porque para el detective privado de Maine todo crimen se vuelve personal. Lo que en Mankell es realista y casi natural como la vida misma, en John Connolly, creador de Parker, es excesivo y paranormal.

Mirada criminal. Tomada de Facebook.

La historia comienza cuando Charlie Parker trabaja como policía en Nueva York. Una noche, al volver a casa tras saciar su alcoholismo, encuentra a su esposa y su hija de cinco años violentamente asesinadas. Esto desatará una crisis durante la que Parker dejará su trabajo y se dedicará a perseguir y vengarse del homicida, dejando a su paso un baño de sangre.

La crudeza de la primera novela (Todo lo que muere) de esta serie que casi alcanza veinte volúmenes irá tomando tintes cada vez más sobrenaturales en obras subsecuentes gracias a la convivencia de Parker (ya convertido en detective privado) con los fantasmas de la hija y la esposa muerta, así como a sus encuentros con criminales que son mucho más que eso, son la maldad encarnada.

Poco a poco los lectores nos vamos enterando de que los inicios de la historia del detective tal vez se remontan a tiempos milenarios, mucho antes de que Parker vislumbrara la faz de la Tierra, y él podría ser algo más que un simple mortal.

Detective en búsqueda de la verdad. Tomada de Phoneky.

John Connolly (Dublín, 1968) abrevó de la tradición fantasmagórica de sus tierras irlandesas, del espíritu redentor de su religión católica y de la más pura novela negra estadounidense para lograr una serie igual de negra que mezcla la novela policiaca con el cuento de terror, en contextos realistas donde puede abordar por igual el tráfico de drogas o el comercio de arte, y las sitúa en esos poblados perdidos en los amplios territorios del norte de Estados Unidos, donde la aburrida tranquilidad esconde el horror de la descomposición moral.

Es posible que a quienes aman a Wallander, Parker les resulte demasiado explícito y desagradable, mientras que los fans de Parker se aburran con las tramas pausadas de Wallander. Pero ambos detectives son personajes complejos igual de apasionantes y cada uno a su manera nos hacen vivir a los lectores el cuento de hadas donde los culpables sí reciben su merecido.

¿Qué ver, leer y jugar en Halloween?

Spooktober (o Rocktubre para los más alternativos) ha llegado. Sí, el mes de los espantos, la Serie Mundial de beisbol y las fiestas de noche de brujas donde la mitad de los invitados se disfrazan como Joker y la otra mitad como Harley Quinn. 

Con una pandemia a cuestas, es probable que este Halloween lo que más quiera hacer todo el mundo es salir de parranda, pedir dulces de casa en casa y celebrar como si fuera 1999 una vez más… Habemos otros, sin embargo, que preferimos los placeres más sencillos y aprovechamos esta época de espantos para recostarnos en nuestro sillón favorito, acompañados por un pumpkin spice latte (¡obvi!) y dejar que Lovecraft, King, Hitchcock y Carpenter sean nuestros guías en un viaje por lo desconocido y lo perturbador.

Shiver 

Junji Ito

Comenzamos con algo light… si marionetas asesinas, deformaciones y cabezas flotantes pueden considerarse como tal. Toda la literatura del maestro del manga de horror es indispensable, pero este compendio con nueve de sus mejores historias cortas es una buena forma de adentrarse en el bizarro, trastornado y, a veces hilarante, mundo de Ito.

Shiver, Ito.
Control

William Goldman

Todos hemos tenido lapsos de hartazgo y desquicio en algún momento de nuestras vidas, ya sea por una llanta ponchada, un microbusero en triple fila o una barra de chocolate atorada en la máquina expendedora. Pero qué pasaría si, por un instante, perdiéramos completamente el control. De la astuta mente del talentoso y premiado guionista y escritor William Goldman, Control es una inquietante obra de terror psicológico que apropiadamente explora una de las regiones más escalofriantes del universo: la mente humana.

The Turn of the Screw

Henry James

Esta novela, que ha sido adaptada y reinterpretada en múltiples ocasiones a lo largo de los años, combina el folclore de la era Victoriana con el horror gótico y las clásicas –mas no por eso menos efectivas– historias de fantasmas y remotas casonas embrujadas. El hecho de que su autor se caracterice por pertenecer a la escuela del realismo literario es la cereza en el terrorífico pastel.

Turn of the screw.
SOMA

Frictional Games

Si prefieres tu horror del tipo interactivo, no puedes dejar de jugar esta obra maestra del suspenso y el terror psicológico que hace uso del miedo existencial y la razón del ser para hilar una historia que es tan angustiante como deprimente. ¡Ah! Y hay máquinas asesinas y mucho body horror.

3 Extremes

Varios

El terror japonés se ha convertido, especialmente durante el siglo XXI, en una de las corrientes cinematográficas más importantes y aclamadas. Sea por su temática, elegancia, pacing o la sensación de suspenso que acompaña cada cuadro, prácticamente cualquier cinta perteneciente al subgénero es básica en un maratón de noche de brujas. Pero hoy no hablaremos de clásicos como Ringu o Pulse sino de esta antología que reúne a Takashi Miike, Chan-wook Park y Fruit Chan, cada uno aportando su sello muy particular, en tres historias plagadas de gore con una pizca de humor negro.

3 Extremes, Cut-Chan-wook Park.
The House that Jack Built / Riget (The Kingdom)

Lars von Trier

Para terminar, tenemos un double-feature de uno de los cineastas más controversiales, polarizadores y, francamente, geniales de todos los tiempos. The House that Jack Built es una íntima obra de terror psicológico en la que acompañamos por cada faceta de su vida –y muerte– a un carismático, pero sumamente perturbado, asesino en serie. 

Riget, por su parte, es una miniserie que tiene como protagonistas a los médicos, pacientes y personal de un hospital danés azotado por fenómenos sobrenaturales. Con una tercera temporada en producción (casi 30 años después de la original), esta respuesta nórdica al realismo fantástico de Twin Peaks es un must para aquellos que prefieren su terror con tintes absurdistas.

El dilema de la propiedad intelectual y el derecho a la cultura

El año pasado la escritora Fernanda Melchor se quejó en Twitter de que la gente comparte sus libros en archivo PDF en lugar de comprarlos. Esto hizo explotar las redes sociales porque el formato digital se ha convertido en las nuevas fotocopias que se pasan de mano en mano (y quien no haya leído un PDF que tire la primera piedra).

Fernanda Melchor está en todo su derecho de defender la propiedad intelectual de sus libros. La Ley Federal de Derechos de Autor explica en su artículo 27 que el titular de los derechos de una obra puede autorizar o prohibir que su novela se reproduzca en copias digitales. 

De hecho, esta Ley no solo protege a Melchor, cuya obra está publicada en una editorial importante, también resguarda los derechos de cualquier persona que fije su obra en algún soporte material, incluidos los medios electrónicos. No importa si la persona autora no registra su obra o no está publicada en una editorial, la ley también protege obras inéditas y divulgadas, es decir, aquellas que ya fueron dadas a conocer al público incluso de manera parcial. 

La era de los PDFs. Tomada de Tenor.

La discusión alrededor del tuit de Fernanda Melchor fue la punta del iceberg de un debate más amplio sobre si compartir PDFs afecta a las editoriales y por lo tanto a las y los autores, o si más bien es una manera de divulgar el conocimiento, tal y como era antes prestar un libro. 

Una industria en peligro

Hay que decir que cuatro de cada 10 libros que se consumen en México son piratas, o sea que esos ingresos no benefician a las editoriales ni a los autores ni a los diseñadores, de acuerdo con el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. En el ámbito digital la cifra es aún mayor: uno de cada dos libros que se leen en computadoras y dispositivos son copias ilegítimas. 

En los ensayos Más allá del Derecho de Autor, compilados por Alberto López Cuenca y Renato Bermúdez Dini, se explica que “la industria del libro ha decrecido de manera drástica en los últimos dos años”, con un descenso de 24.87% en libros registrados con ISBN y 14.03% menos editoriales. 

Derechos de autor. Tomada de Javier Villegas.

En 2021 la Ley General de Bibliotecas obligó a las editoriales a entregar seis ejemplares de todas su obras a tres bibliotecas de la Ciudad de México para que la gente pueda leerlas, y de inmediato reaccionó la Cámara de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM) pidiendo eliminar esa obligación.

Luego de meses de litigio, la Suprema Corte le dio la razón a la industria editorial y las bibliotecas podrían enfrentar multas millonarias si ponen nuevos títulos a consulta pública, con el argumento de que esto violaría los derechos de autor de las y los escritores.

Aunque este fallo de la Corte solo aplica para la Biblioteca México, la Biblioteca Nacional y la Biblioteca del Congreso, la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) considera que esta resolución es el pretexto que necesitaba la industria editorial para denunciar a otros espacios de consulta que tengan ejemplares de sus novedades.

La magia oculta de las bibliotecas. Tomada de letitplot.

La R3D y otros sectores de la opinión pública pusieron sobre la mesa el derecho a la cultura y al acceso a la información, así como el papel de las bibliotecas en la difusión del conocimiento, como daños colaterales de defender a ultranza la propiedad intelectual. 

En defensa del PDF

En su ensayo El debate de la piratería y el acceso a productos culturales, Andrea Poulain menciona que los debates sobre derechos de autor “suelen dar vueltas alrededor de las publicaciones de ficción, pero pocas veces tocan el ámbito académico (donde los libros no los pueden comprar ni los mismos profesores, que viven de fotocopias y dejan fotocopias a sus estudiantes)”.

También explica Poulain que no se puede generalizar que toda aquella persona que “piratea” un libro es un ladrón porque “caben grupos enteros de profesores y alumnos que vivieron a base de copias, impresiones de PDFs y quizá una copia en una biblioteca que todo el mundo peleaba”. Las razones por las que se comparten copias ilegítimas de los libros “terminan y empiezan con la situación económica de una persona y el difícil acceso a la cultura o a textos académicos”.    

¿Libros y PDFs piratas? Tomada de El definido.

Si bien la ley protege que nadie saque provecho de la obra que alguien ya ha divulgado, incluso sin necesidad de registrarla, sin que esté publicada bajo un sello editorial y aunque solo se haya publicado en una página de internet, también hay que considerar el derecho a la cultura y a la información, cuestionar si quien comparte un PDF lo hace con fines de lucro, si el sitio web de descarga obtiene beneficios comerciales, o si se hace para divulgar el conocimiento, y vale la pena preguntarse si este comportamiento debería ser castigado. 

La industria editorial se enfrenta a amenazas que merman sus ganancias, es cierto, pero quizás algunas de esas amenazas podrían ser canales para crear nuevos lectores (o evitar que disminuyan), lo cual a largo plazo sería en su beneficio. O para decirlo en otros términos: evitar que la gente lea quizás no sea la manera más astuta de conseguir que se compren más libros.

Por Andrei Vásquez.

Conlangs: idiomas artificiales

Cuando éramos niños, muchos de nosotros hablamos el “idioma de la efe” con nuestros amigos, hermanos o primos, era un idioma “secreto” que solo los más pequeños entendíamos (o al menos eso creíamos). Para usarlo bastaba con dividir una palabra en sílabas e intercalar sílabas en efe: “hola”, se decía “hofolafa”. Sin darnos cuenta usamos una lengua artificial o conlang construido años atrás con el único fin de divertirnos.

El término conlang —dado por el lingüista Otto Jespersen— tiene su origen en las palabras en inglés constructed language y se refiere a los lenguajes que una persona o un grupo crea conscientemente, basándose en la gramática y vocabulario de uno o varios lenguajes que ya existen. Es decir, surge de manera artificial en lugar de evolucionar naturalmente.

Algunas lenguas artificiales son hechas por lingüistas que buscan instaurar una lengua universal que sea sencilla de utilizar para todos, mientras que otros idiomas artificiales son inventados con fines artísticos: para dar a los personajes de una novela, cuento, serie o película un propio idioma.

Descifrando signos. Tomada de C. J. Eguren.
De la fantasía a la realidad

Uno de los creadores más famosos de conlangs fue J. R. R. Tolkien, quien creó múltiples idiomas para llevarlos a sus historias. Una de ellas fue El señor de los anillos (1954-1955), en donde las criaturas de la Tierra Media hablan diversas lenguas, como las élficas quenya y sindarin, que en la vida real están basadas en los alfabetos tengwar y rúnico.

Otras obras literarias —que se llevaron a la pantalla grande— en las que podemos leer/escuchar idiomas artificiales, han sido:

  • 1984 (1949) de George Orwell, en donde el autor introduce la neolengua para mostrar cuán totalitario es el estado de Oceanía.
  • La Naranja Mecánica (1962) de Anthony Burgess está escrita en inglés y nadsat, la lengua vernácula preferida por los adolescentes de la novela.
  • La saga de Harry Potter (1997-2007), en donde algunas criaturas mágicas, Voldemort y el protagonista hablan por momentos en pársel, la “lengua de las víboras” inventada por su autora J. K. Rowling.
Harry Potter hablando pársel. Tomada de Tenor.

Estas son algunas de las más conocidas, pero varios escritores han optado por inventar conlangs para darles mayor originalidad a los mundos y a los personajes únicos que nos presentan.

 Esperanto: un lenguaje para todos

¿Te imaginas que todos habláramos un mismo idioma en todo el planeta?, sin duda sería más sencillo comunicar nuestras ideas y emociones con las personas de otros países.

Este era el sueño de Ludwik Lejzer Zamenhof, un doctor polaco que inventó el esperanto —a finales de la década de 1800— con la finalidad de facilitar las conversaciones entre los individuos de cada rincón del mundo y con ello crear un mundo sin desigualdades.

Un idioma para todos. Tomada de Awareness’ s blog.

Así, creó el libro Unua Libro (1887) en donde plasmó las bases del esperanto, el cual contaba con 920 raíces léxicas que, combinadas en 16 sencillas reglas gramaticales de la lengua, podían formar miles de palabras. Las raíces de este conlang estaban basadas en gran medida en el latín, con notables influencias del ruso, polaco, inglés y alemán; sin embargo, era muy sencillo de aprender.

Si quieres saber si el esperanto se convirtió en una lengua hablada por todo el mundo y conocer más sobre cómo y para qué se crean los idiomas artificiales, ¡no te pierdas el nuevo capítulo de Ñoñerías de la Lengua, el podcast de 360 Agencia Editorial!

 

Cupido-Eros y sus flechas de amor

¿Te ha pasado que cuando estás a lado de esa persona especial que “te mueve el tapete” el corazón se te acelera, sonríes más de lo normal, te llenas de una intensa energía y pareciera que los días fueran más dulces? Bienvenido al enamoramiento, ¡has sido flechado por el mismísimo Cupido!

Y ojo, no estamos hablando del amor, porque eso ya es otra historia, pero el día de hoy te compartiremos el mito de ese niño alado que flecha a las parejas a su antojo.

¿De dónde salió Cupido?

La historia de Cupido tiene miles de años en el mundo, pero hay diversos mitos respecto a su origen, algunos de los más conocidos son:

  • Según los griegos, Cupido es en realidad Eros, dios del amor y del deseo sexual y es hijo de Afrodita (diosa de la belleza y el amor) y Ares (dios de la guerra). Ahora entendemos de donde viene su intensidad.
  • En la mitología romana, se aseguraba que Cupido era hijo de Venus (la Afrodita de los griegos) y de Marte (o sea, Ares).
  • De acuerdo con Virgilio, Cicerón o Séneca, fue concebido por una mezcla de amor, noche y sombras realizada por Júpiter (principal dios de los romanos). Según esta versión, Cupido reflejaba el deseo, las pasiones, los caprichos e incluso las violencias que podemos desbordar los seres humanos.

A pesar de los diferentes mitos respecto a su nacimiento, todos coinciden en que Eros llevaba dentro de sí una mezcla de belleza y violencia, lo carnal y lo material, la riqueza y la pobreza. Además, se dejaba arrasar por sus pasiones y emociones, olvidándose muchas veces de la razón.

Cupido y sus flechas. Tomada de Tenor.
Atravesando corazones

La historia de Cupido supera hasta a los mejores cuentos de Disney. Se dice que le gustaba pasear por el bosque, en donde un día encontró ramas de madera de un fresno recién caído y con ellas hizo su propio arco y flechas. Todo comenzó como un juego, pero poco a poco fue perfeccionando sus disparos hasta volverse un experto.

Tiempo después, su madre se dio cuenta de su gran habilidad con los tiros y le regaló un arco de oro y flechas con puntas diferentes: unas con punta de oro y plumas de paloma y otras con punta de plomo y plumas de búho. Junto con ese regalo, le dio una tarea que él aceptó gustoso: se encargaría de disparar esas flechas directo al corazón de los seres humanos, las de oro serían para unir a aquellas personas que merecieran estar juntas en pareja y las de plomo provocarían olvido e ingratitud en los corazones de quienes lo necesitaran. Aquellas flechas eran tan poderosas que incluso hacían efecto en los dioses más fuertes.

Cupido también se enamoró

En este mito no pudo faltar algo muy común en las historias intensas: los celos y la envidia. De acuerdo con el mito griego, Afrodita, mamá de Cupido, envidiaba la belleza de Psique —una princesa que vivía en el mundo de los mortales— y por eso, mandó a su hijo a la Tierra con la misión de hacerla enamorarse del hombre más feo, hostil y despreciable del mundo.

Eros iba a cumplir el deseo de su madre, pero al mirar a la princesa se enamoró profundamente de ella y tiró al mar la flecha que iba destinada a Psique. En ese instante, Cupido dejó de ser solo un niño para transformarse en un joven. Tomó a Psique entre sus brazos y se la llevó a su palacio para vivir con ella, la princesa aceptó porque días atrás el oráculo ya le había predicho ese destino. Él le puso como única condición que nunca lo mirara directamente al rostro, porque una mortal no podía ver a un dios.

Eros: el eterno insatisfecho. Tomada de: VEIN Magazine.
La tentación que venció a Psique

La pareja vivió feliz por un tiempo, pero llegó el día en que Psique ya no pudo aguantar la curiosidad de conocer el rostro de su amado y rompió la promesa que había hecho. Cupido se sintió traicionado y la abandonó, no sin antes decirle: “el amor no puede vivir sin confianza”.

Para recuperar el amor de Eros, Psique acudió a su suegra Afrodita, quien le encomendó cuatro difíciles retos, uno de ellos consistía en bajar al inframundo y guardar en un cofre un poco de la belleza de la diosa Perséfone para dársela a ella. Psique no pudo evitar la tentación y de regreso del viaje abrió el cofre para volverse más bella, esa terrible decisión la hizo caer en un sueño profundo parecido a la muerte.

Pero este no fue su fin, porque Cupido la seguía en secreto y quedó enternecido al ver todo lo que ella había luchado por recuperarlo, la despertó de su sueño y pidió a Júpiter que la convirtiera en una diosa para poder casarse con ella sin temor. Al final el dios aceptó y tiempo después, de la unión entre la pareja nació Hedoné (la encarnación del placer, la sensualidad y el deleite).

Ahora que conoces más sobre Cupido, ya puedes echarle la culpa por su mala puntería o agradecerle por haber flechado tu corazón en el momento indicado.

Días sin ti: la importancia de resignificar los adioses

Cuando conocí la poesía de Elvira Sastre quedé atrapada en la manera en que plasmaba en versos la mezcla de emociones que desata un vínculo amoroso y la melancolía que deja tras de sí la pérdida de un ser amado, junto con todas las sensaciones que se experimentan a lo largo de un duelo. Leer Días sin ti (2019) —la primera novela de esta autora— fue igual de placentero, porque además de que su trama atrapa, la prosa poética en que es narrada envuelve hasta al lector más exigente.

Cruce de historias: dos amores frustrados

En Días sin ti se narran dos historias a la vez, la de una abuela y su nieto. Por un lado, se cuenta la vida de Gael, un joven escultor con una sensibilidad especial, quien al esculpir la figura de una enigmática modelo (Marta) y tras conversar con ella termina enamorándose y viviendo una relación amorosa que lo llevará a aprender más de sí mismo, de lo efímero de los momentos y de la importancia de soltar.

Tomada de Pinterest.

Por otra parte, la novela muestra fragmentos de las cartas que la abuela Dora le escribió a Gael, en ellas cuenta sus vivencias al lado de su marido y su hijo. Narra que la relación con el abuelo estuvo llena de amor, ternura, comprensión y un estrecho compañerismo. Pero esa unión feliz terminó con la Guerra Civil Española porque ahí le arrebataron la vida a su marido, dejando a Dora devastada; sin embargo, a pesar de las heridas gradualmente pudo resignificar su muerte.

“Tu abuelo me hizo sentir tanto que su hueco, esa parte de mí que le di y que le pertenece, sigue lleno. (…) Te voy a decir una cosa, cariño, que he terminado por comprender: solo la vida puede acabar con el amor. La muerte, nunca.”

¿Esculpimos al otro a nuestro antojo?

Uno de los puntos que constituye la trama de la vida de Gael es la metáfora de esculpir/construir a una persona; el protagonista va formando desde su perspectiva una Marta hecha en parte desde su mirada, desde sus propios anhelos e historia de vida.

Las versiones de la estatua de Marta van cambiando al igual que sus sentimientos por ella. Así, vamos descubriendo los cambios que aparecen ante los ojos de Gael, desde el momento en que se encuentra bajo los efectos del enamoramiento y solo ve sus cualidades, hasta tiempo después de la ruptura, cuando ocurre una metamorfosis en la manera en que la percibe.

“Si hay algo peor que olvidar a quien amas es amar a alguien que ya no existe. (…) Ahora Marta era otra, ni mejor ni peor, sino diferente, tal vez porque yo ya no la miraba igual y veía en ella cosas desconocidas hasta entonces.”

Tomada de WiffleGif.

A lo largo de la historia de Gael y Marta, Sastre nos sumerge en un trayecto que va desde la ternura y pasión del inicio de un vínculo amoroso —sin caer en el típico cuento de hadas con final feliz— hasta llegar a un camino que todos en algún momento hemos transitado: las dolorosas pero necesarias despedidas. Nos lleva a reflexionar sobre lo sublime pero efímero que es todo en la vida y en lo necesarios que son los cambios para nuestro crecimiento personal.

Busca el latido

Las cartas de Dora están llenas de aprendizajes que quieres marcar con post-its para reflexionarlos a profundidad más tarde. En ellas, además de plasmar su pasión por su profesión como maestra y la importancia de ir tras aquello que nos mueva las fibras más profundas, sin saberlo, también deja a su nieto las claves para sobrellevar el truncamiento de un amor.

“Busca el latido. Esa frase que tanto me repetía mi abuela quedaría para siempre grabada en todas y cada una de mis decisiones.”

El entrecruce y la similitud entre las experiencias de Gael y Dora son esa mezcla cómplice que hace que las páginas de Días sin ti sean un remanso de comprensión y aprendizaje para quienes se encuentran atravesando la pérdida de un ser querido —no necesariamente una pareja— o deseen reflexionar más acerca de los duelos. Y es que este libro no solo nos enseña las heridas abiertas de los adioses, sino también el camino a la sanación después de estas, la importancia de resignificarlas y recuperarse a uno mismo.

Así escriben los que escriben

Solemos pensar que, como la literatura es una expresión artística, el escritor se sienta a esperar a las musas y se pone a escribir cuando “la inspiración le llega”. Esto no pasa. O sí, pero en contados casos. 

Para los hombres y mujeres que viven del oficio literario, escribir viene acompañado de horarios, rutinas, sudores, supersticiones, manías e inseguridades y la anhelada inspiración los alcanza trabajando. Aquí algunas costumbres de reconocidos escritores: 

Más temprano que tarde

Levantarse temprano es más una regla que una excepción y lo que hacen la mayoría de los autores más premiados: Carlos Fuentes e Isaac Asimov empezaban todos los días a las seis, Ernest Hemingway y Susan Sontag al amanecer, Haruki Murakami y Silvia Plath a las cuatro de la mañana, Kurt Vonnegut a las cinco y media, William Gibson y Goethe a las siete, como parte de una larga lista.

Inspiración. (Tomada de Gif Animados)

Casos contrarios: Simone de Beauvoir se levantaba de malas y comenzaba a escribir hasta las diez. Roberto Bolaño, Honoré de Balzac y Charles Bukowski eran noctámbulos. Por último, Juan Carlos Onetti, quien solo trabajaba cuando las musas lo abordaban, pasó largos periodos de su vida acostado y leyendo  novelas policiacas.

Andando y creando

No son pocos los escritores que dan largas caminatas. Puede que sea por gusto, pero estudios científicos revelan que caminar aumenta la producción creativa. Así que tal vez por eso Charles Dickens, Virginia Woolf, obert Louis Stevenson y otros autores caminantes escribieron tantas páginas durante sus carreras literarias. Y ni qué decir de Murakami, que condimenta su mínimo de seis horas diarias escribiendo como poseso con largas carreras.

Caminata. (Tomada de Pinterest).
Maniáticos

¿Cuál manía será más extraña? Gabriel García Márquez no podía concentrarse si no había en su escritorio un jarrón con una rosa amarilla. George Bernard Shaw se construyó una cabaña sobre un mecanismo giratorio para que el sol pudiera iluminar su ventana todo el transcurso del día. Victor Hugo escribió un par de novelas… desnudo, para no caer en la tentación de salir a la calle. Otro romántico, Friedrich Schiller, se inspiraba con aroma a manzana podrida. Había quienes exigían silencio absoluto y cero interrupciones para “dejar salir el genio”, como Juan Ramón Jiménez y Roald Dahl. 

Pero quizá T.S. Eliot les ganó a todos al ponerse maquillaje ¡verde!, según él para mostrar un semblante cadavérico y demostrar que podía ser un escritor audaz y rebelde.

Gabriel García Márquez . (Tomada de LeerMx)
Supersticiosos

Se dice que Jack Kerouac todos los días antes de empezar a escribir, se ponía de rodillas y rezaba. Scott Fitzgerald —más que nada para justificar su alcoholismo— redactaba de noche bebiendo champaña. Ana María Matute jamás escribía de espaldas a una puerta. Hemingway no trabajaba sin tener a mano un amuleto, y es cierto que escribía de pie, pero no por supersticioso, sino para aliviar el dolor de una vieja herida en la pierna.

Revisar, revisar, revisar

Siguiendo con Hemingway, era un maniático de las revisiones y releía y corregía sus obras más de treinta veces. Patricia Highsmith consideraba las correcciones más importantes que la escritura en sí, y dedicaba las tardes a revisar y reescribir el trabajo de las mañanas. Simone de Beauvoir también pasaba unas horas al día solo revisando y corrigiendo. Murakami es tan obseso de las revisiones como de correr. Y así muchos otros.

Correcciones. (Tomada de Tenor).

Sean cuales sean los hábitos y las manías, lo más importante es no parar, sobre todo si se está en pleno desarrollo de una obra, o como lo hacía Ray Bradbury, que escribía a diario sin falta, sin importar el sitio o las condiciones de trabajo. Para él, eso significaba hacer lo que más amaba desde que el mago de una feria lo señaló con una espada de fuego y le dijo, “vive por siempre”:

“Descubrí que tal vez podía vivir por siempre si me convertía en escritor. Así que he estado escribiendo cada día desde esa vez en Tucson, Arizona. En los últimos 75 años nunca he dejado de escribir.”