El futuro ya está aquí y su nombre es metaverso. Nadie sabe con exactitud qué es o cómo construirlo, pero los colosos de la big tech han comenzado la carrera por monetizarlo. ¿Su promesa? Una realidad donde los límites de lo virtual y lo físico son irrelevantes, donde estamos siempre en línea, siempre compartiendo, siempre consumiendo.
El futuro ya está aquí. ¿Es muy tarde para cambiarlo?
Pero, ¿qué es el metaverso?
El metaverso no es una idea nueva. Fue acuñado hace treinta años en la novela Snow Crash, y desde entonces, poco ha cambiado: en esencia, son mundos virtuales donde lo digital adquiere el valor de lo tangible. Sí, suena ambiguo, y parece aún más extraño ante las inversiones que ha suscitado: los 10 mil millones de dólares que Facebook invirtió para reinventarse como Meta, una “compañía del metaverso”, o los $68.7 mil millones que Microsoft pagó para adquirir el estudio de videojuegos Activision Blizzard que, en sus palabras, les “dará los bloques de construcción fundamentales para el metaverso”, cual si fueran Legos.
Por ahora, el metaverso es un concepto emergente: se habla de experiencias inmersivas creadas mediante realidad virtual, realidad aumentada e inteligencia artificial, pero no necesariamente dependientes de dispositivos; interconectadas —es decir, que persisten y continúan independientemente de la plataforma— y posiblemente basadas en una economía digital, de ahí las continuas menciones a activos digitales, como criptomonedas y NFTs.
Internet, ¡ahora en 3D, cerca de ti!
Una mejor forma de entender el metaverso (y la apuesta por inventarlo) es verlo no como un dispositivo o experiencia específica, sino como un cambio en nuestra interacción con la tecnología y cómo afecta nuestro día a día.
Pensemos en la llamada “web 1.0”, aquella internet pre-siglo XXI, donde la información era estática, unilateral y basada en texto, y su evolución a lo que ahora llamamos “web 2.0” o web social, donde la interacción, el usuario como creador de contenido y la recopilación de datos cambiaron la forma en que funcionan nuestras relaciones, nuestra economía, nuestro cerebro mismo.
El metaverso promete ese mismo cambio radical. Sin embargo, las problemáticas éticas, de privacidad, seguridad y sustentabilidad que nuestras actuales tecnologías no han logrado resolver podrían volverse mucho peores con esta nueva capa de virtualidad.
Regresemos a Snow Crash, esa obra fundacional del ciberpunk donde conocemos a Hiro Protagonist, un repartidor de pizza que, en la vida “real”, vive en la línea de pobreza, pero que es un príncipe guerrero y hacker de élite en la virtualidad.
Esta novela de 1992, escrita por Neal Stephenson, ofrece un futuro donde la sociedad es gobernada por mega monopolios y mafias compitiendo por territorios. En esta miseria, el metaverso es el último escape: no es un lugar particularmente placentero, pero es necesario para sobrevivir; si bien arrastra e incita las mismas desigualdades, vicios y violencias del mundo real, la alternativa es un mundo inhabitable.
the media cycle shift toward crypto, web3, metaverse etc. increasingly feels like tech has architected a successful pivot to redirect attention on to the next thing, rather than dealing with what they've already built and broken
Aquí, por supuesto, hay una fábula, un presagio de los demonios tecnológicos de un futuro que hace décadas nos alcanzó. Aún más revelador es que Neal Stephenson se ha unido a la carrera, no por la conquista del metaverso, sino por su emancipación: ante la inevitable colonización de las tecno potencias, Stephenson busca “una alternativa de blockchain de código abierto para quien quiera construir metaversos”, ofreciendo una versión libre, descentralizada y basada en la creación colectiva.
Si bien esta definición suena tan ambigua como la de Mark Zuckerberg, que describe “mundos digitales inmersivos que se convierten en la principal forma de vivir y pasar nuestro tiempo” —aterrador, si pensamos que hoy gastamos 40% de nuestras vidas en la web—, la diferencia es esencial: necesitamos imaginar más allá de los presentes y futuros que las compañías diseñan para nosotros.
El metaverso no es Facebook, Amazon ni Google, no tiene marca registrada ni precio de suscripción. Al ser un concepto ambiguo, aún es momento de definirlo. Mientras no podamos responder qué es el metaverso, aún es tiempo de crearlo.
¿Recuerdan hace un par de años, durante el apogeo de la pandemia, cuando de lo único que se hablaba en el mundo –además de los estragos del honorable Coronavirus– era de Animal Crossing, las carreras de canicas de Jelle’s Marble Runs y Bitcoin?
Fue en 2020 cuando Bitcoin –y la mayoría de las criptomonedas– tuvieron un despunte descomunal ocasionado, en parte, por la incertidumbre financiera que se vislumbraba una vez terminase la pandemia (y que hoy nos saluda en la forma de una muy amena inflación).
Carrera de canicas. Tomada de Tumblr.
Claro, si las criptomonedas prometían estabilidad, seguridad y cero devaluación, lo lógico sería transformar todos nuestros ahorros en un puñado de Ethereums o Dogecoins, ¿no? Ilusiones y estafas piramidales de lado, esa explosión en la demanda de criptomonedas, la cual, a su vez, incrementó su valor, trajo consigo algo más que el nacimiento de los “Crypto Bros” y la gran escasez de procesadores del milenio (y de tarjetas gráficas, Teslas, consolas de videojuegos, etc.), también fue el momento en que las criptomonedas se convirtieron en un peligro más al medio ambiente, y otro factor directamente relacionado con el calentamiento global.
Heigh-ho Heigh-ho
We dig dig dig dig dig dig dig in our mine the Whole day through To dig dig dig dig dig dig dig is what we really like to do It ain’t no trick to get rich quick
Como bien lo dijeran Gruñón, Feliz, Tímido y los demás enanos, no hay un truco para hacerse rico rápido (aunque las “cripto” parecieran serlo); el secreto es cavar y minar, minar, minar, minar el día entero y sin descanso. “Minar”, en el mundo tecnológico, se refiere a correr programas especializados capaces de resolver ecuaciones complejas y “desfragmentar” los códigos que, a la postre, se convertirán en criptomonedas.
Pero hoy no vamos a hablar de cómo es que se producen estas divisas virtuales, ni la diferencia entre cada una. Ni siquiera debatiremos el sentido o propósito de su existencia. Hoy nos enfocaremos en un dilema de mucha mayor importancia: el daño que estos cachivaches inverosímiles causan en el planeta.
Criptomonedas. Tomada de Profesionistas.org
De acuerdo con un estudio, hoy en día la energía utilizada por los millones de máquinas conectadas trabajando día y noche en la recolección de Bitcoins está a la par de la empleada por Suecia. Sí, todo el país escandinavo usa la misma energía que un montón de procesadores resolviendo ecuaciones. Además, se reporta que la práctica del mining ha acabado con el ahorro energético generado por los autos eléctricos en todos los años que han sido comercializados.
Desafortunadamente eso no es todo, en vista de que la mayoría de las redes eléctricas en zonas urbanas no están diseñadas para soportar la intensa demanda energética de los (en su mayoría) laboratorios clandestinos de “cosecha”, dichas operaciones han tenido que recurrir a métodos menos convencionales de producción energética: plantas –abandonadas– de carbón.
Insertar chiste obligatorio con la palabra “carbón”
La generación de una sola criptomoneda requiere cantidades absurdas de electricidad. Pero, aunque el simple hecho de tener una máquina encendida 24/7 es razón suficiente para incrementar la temperatura del planeta, el hecho de que los grupos y “empresas” de mining empleen auténticas plantas de carbón, las cuales de por sí son ya obsoletas y representan un claro riesgo para la salud de las personas y el medio ambiente debido a las emisiones de dióxido de carbono y otros gases nocivos, es doblemente insultante.
¿Contaminación por criptomonedas? Tomada de News 2022.
Hoy, a pesar de que la burbuja de las criptomonedas parece haber estallado y el inevitable crash impactó la vida y economía de millones de personas, Bitcoin & co. siguen claramente vivas. Mientras haya demanda habrá oferta, después de todo. Y a pesar de que muchas compañías especializadas en cripto han abogado por buscar alternativas más “sustentables” en cuanto a su producción/necesidad eléctrica, la realidad es que esta es una de esas cosas innecesarias en el mundo, cuya desaparición causaría más bien que mal y donde el único motivador detrás de toda esa artimaña de muchos niveles es –como en todo– la avaricia humana.
Muchos de nosotros nos preguntamos cómo será la vida en la Tierra en el futuro. Principalmente después de que nuestro planeta ha pasado por una gran cantidad de eventos catastróficos como huracanes, terremotos, pandemias, escasez de agua y pérdida de la biodiversidad, algunos de estos como producto del cambio climático.
Para saber qué le ocurrirá a la Tierra, cómo será nuestra vida en el futuro, qué trabajos tendremos, qué comeremos y cuáles tecnologías estarán imperando a lo largo del mundo, la compañía Kaspersky, en colaboración con futurólogos, científicos e internautas ha creadoel proyecto Earth 2050. Un bosquejo que nos da un vistazo de cómo será la vida en la Tierra dentro de 10, 20 y 30 años a través de un mapa terrestre interactivo.
Una vez que el usuario seleccione un año –2030, 2040 o 2050– y se posicione sobre alguna región del mapa, conocerá cuáles son las predicciones en cuanto a tecnología, alimentos e infraestructura para las diferentes ciudades y países. Los círculos en el mapa indican los lugares donde alguien ha dejado una predicción, aprobada por un moderador. Muchas de las ilustraciones son panorámicas, a 360 grados.
Mapa interactivo del proyecto Earth 2050. Tomada de The Index Project.
Con este mapa, Kaspersky busca saber qué amenazas existirán, qué hay que proteger y cómo interactuará el entorno físico con el virtual. De esta forma, cuanto más se consideren las trayectorias probables de la sociedad y la tecnología, más se podrá prever, haciendo que nuestro futuro común sea mejor y más seguro.
La vida actual en la Tierra
Nuestro hogar, el de millones de personas, plantas y animales, es un planeta terrestre y rocoso, que tiene una superficie sólida y activa con montañas, valles, cañones, llanuras, entre otros. En este, catalogado como planeta océano, el agua cubre el 70% de la superficie y su atmósfera está compuesta particularmente por nitrógeno y oxígeno. Estos elementos, así como la distancia que la separa del Sol, su tamaño, densidad, el campo magnético terrestre y la presencia de otros bioelementos hacen posible la vida en la Tierra.
La Tierra vista desde el espacio. Tomada de Tenor.
Este crecimiento acelerado de la población, aunado al avance tecnológico de los últimos años ha propiciado nuevas formas de convivencia entre el hombre y la naturaleza. Las grandes ciudades han sido testigos de cómo la tecnología está cambiando el mundo y la vida del hombre.
Redes sociales que nos conectan con los demás, tecnologías para limpiar los océanos, cambios de paradigmas en los sistemas educativos y en las empresas promueven nuevas formas de aprendizaje y colaboración para afrontar los continuos desafíos.
Earth 2050 predice el impacto de la tecnología en el futuro
De acuerdo con Earth 2050 las imágenes del futuro variarán, desde guerras por los recursos naturales hasta la recuperación de los bosques. Estas son algunas expectativas.
El calentamiento global seguirá avanzando. A tal punto que a mitad del siglo XXI el Polo Norte se derretirá y en el Ártico no habrá nieve, lo que supondrá nuevos panoramas para la navegación comercial y militar. Incluso se cree que podrían empezar a crearse balnearios árticos.
Para 2050 se espera que en Moscú existan hoteles flotantes, avatars y turismo espacial.
Imagen futurista de Moscú en 2050. Tomada de Earth 2050.
Si bien, al parecer el derretimiento del Polo Norte podría beneficiar a algunos países, otros sufrirán consecuencias catastróficas, como en el caso de Daca, la capital de Bangladesh, la cual se encontrará bajo el agua como consecuencia del incremento del nivel del mar.
La nanotecnología podría salvar a la humanidad de la hambruna. En cuestión de los alimentos, algunos afirman que la sobrepoblación, la escasez de agua y el calentamiento global conducirán a revueltas y guerras por los recursos naturales. Sin embargo, otros afirman que gracias a la nanotecnología se crearán mecanismos para convertir el agua salada en agua dulce, lo que protegería a África y América Latina de la sequía.
El futuro depara un mundo desigual.Kaspersky también augura que habrá un crecimiento de la desigualdad, ya que mientras que en los países desarrollados la vida será más cómoda –en cada hogar habrá una impresora 3D y hologramas–, el destino de los países poco desarrollados o en vías de desarrollo no será así, solo la gente con riquezas podrá acceder a los privilegios.
El futuro. Tomada de Impulsplus.
La inteligencia artificial superará a los humanos. Definitivamente, algo que destaca Kasperskyes que la inteligencia artificial seguirá desarrollándose y los robots podrían llegar a sustituir a las personas. Incluso, hay pronósticos extremos que plantean que el intelecto artificial gobernará a los humanos.
En conclusión, a pesar del panorama proyectado por Earth 2050, se desconoce si los pronósticos se cumplirán o no, por lo que el futuro de la Tierra todavía está por verse.
Seguramente muchos de nosotros hemos oído hablar acerca del término deep web, en referencia a la red profunda de internet, lo que hace que inmediatamente se activen las alarmas de seguridad y surjan en nuestra mente pensamientos negativos asociados a esta red.
Quizá no todo lo que creemos saber de la deep web sea real, ya que existe otro estrato más profundo de internet que representa un peligro mayor para el usuario: la dark web. Con el fin de develar los mitos y realidades acerca del tema, en los siguientes párrafos describiremos el significado de cada una de estas expresiones, así como sus diferencias principales.
La mala fama de la deep web
La deep web se refiere a todo aquel contenido online que no está visible en la webabierta. A diferencia de la surface web o red superficial, donde los servidores son de fácil acceso debido a los motores de búsqueda (Google, Bing, Yahoo) que indexan sus páginas, en la deep web los servidores permanecen más ocultos.
La deep web alberga grandes volúmenes de bases de datos, de tal forma que el 90% del internet corresponde a esta. En esta red es posible encontrar contenido bloqueado con contraseña, como: perfiles privados de redes sociales, cuentas bancarias, correos electrónicos, bases de datos médicas. Acceder a páginas que se encuentran en la deep web solo es posible a través de la dirección exacta.
Generalmente, el contenido en la deep web suele permanecer escondido, ya sea porque las páginas no están en formato HTML (Hypertext Markup Language), los creadores bloquean los buscadores e impiden de forma intencional mostrar la página, se requieren contraseñas para acceder a la información (por ejemplo, datos confidenciales de una empresa) o porque los buscadores no se interesan en el contenido publicado.
Estratos de la web. Tomada de Futuro Prossimo.
Razones para no utilizar la dark web
Dentro del enorme universo de la deep web se encuentra la dark web (red oscura). Aunque ambos términos suelen utilizarse de forma intercambiable por algunos usuarios de internet, dichas expresiones no deben confundirse ya que no son lo mismo.
La dark web es un desafío a la legalidad y representa un gran riesgo para todo aquel que se atreve a ingresar, puesto que las páginas web ocultas deliberadamente no pueden ser visitadas utilizando navegadores convencionales.
Para poder acceder a este tipo de páginas se requiere de un software especial como TOR (The Onion Router), que trabaja utilizando varias capas. Este navegador redirige el tráfico de internet ocultando la ubicación y el usuario, así como encriptando cada mensaje y contenido.
Y es que, si bien es cierto que en la dark web podemos encontrar contenido que se encuentra dentro del marco legal como publicidad digital, tesis, papers, clubs de lectura y el resto de temas que normalmente hallaríamos en la internet superficial, también es una realidad que en la dark web abundan contenidos maliciosos (malware) utilizados para fines ilegales como el comercio de armas, drogas y la publicación de videos sensibles, servicios de hacking, falsificación de documentos, entre otros.
El lado oscuro de la web. Tomada de The Daily Beast.
Para dejar más claro el tema…
Las diferencias entre la deep web y la dark web son:
La deep web engloba toda esa información que está online pero a la que no se puede acceder públicamente. Para acceder a la dark web se requiere de aplicaciones específicas, como TOR.
La deep web no necesariamente es sinónimo de ilegalidad, ya que aquí se puede encontrar información completamente legal como bases de datos empresariales, perfiles privados de redes sociales, información médica y científica, correos electrónicos, información de cuentas bancarias. En la dark web el contenido es principalmente ilícito y existen “túneles de tráfico virtual”, lo que supone un enorme riesgo para la seguridad del usuario.
Los usuarios de la dark web están expuestos a algunos tipos de malware como keyloggers, malware de botnet y ransomware.
En la deep web el contenido permanece simplemente oculto (en muchos casos, por razones de seguridad) pero en la dark web la no indexación de las páginas web es completamente intencional y ampliamente enfocada a actividades indebidas.
En el contexto del marketing de contenidos, algo “que se hace viral” es un material (artículo, blogpost, juego, trivia, vlog, podcast, infografía) que ha sido bien recibido en redes sociales y es ampliamente compartido.
No todo puede ser contenido viral. En general, este se basa en dos cualidades:
El contenido en sí mismo es digno de ser compartido.
El material se difunde con la suficiente amplitud como para aprovechar los beneficios de las redes.
Además, existen ciertas características que dotan a un contenido de viralidad y son:
Las 10 razones por las que compartimos un contenido y lo volvemos viral
Es súper divertido. Todos necesitamos descansar de la seriedad de la rutina diaria, y un contenido que nos hace reír a nosotros y a quienes se lo compartimos es un elevador natural del estado de ánimo.
Contiene información increíble. Cuando una información te deja boquiabierto no puedes resistirte a mandársela a tus amigos y familiares para obtener una reacción similar.
Es profundamente emotivo. Los videos, blogs, podcasts, etc. que “tocan” nuestras emociones, son ideales para compartir porque nos gusta conectarnos con otros a través de la experiencia.
Tomada de The New York Times.
Coincide con nuestra forma de ver el mundo. En estos tiempos todo mundo tiene una opinión, así que cuando encontramos un contenido que respalda nuestros valores o refuerza nuestro punto de vista es lógico que nos guste y queramos enseñarlo a quienes tienen ideas afines a las nuestras.
Nos hace pensar. Cuando un contenido nos hace detenernos a reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida, a menudo queremos compartirlo para que otros también hagan una pausa y miren “the big picture” de vez en cuando.
No lo cubrieron los grandes medios de comunicación. Las noticias provocativas o relevantes que pasan desapercibidas en los principales medios de comunicación y terminan en sitios en línea pueden atraer a una gran audiencia.
Tomada de Pinterest.
Hace sonreír. Todos necesitamos recordar periódicamente el lado luminoso de la vida, así que el contenido simpático, lindo y optimista sirve a este simple propósito.
Es dramático. Nuestra cultura ama un buen drama, y algo que lo contenga en altas dosis seguro que va a ser difundido por los cibernautas.
Es vergonzoso. Mientras más difícil de ver sea algo, más lo van a querer ver. El contenido que explota los momentos más vergonzosos de las personas suele ser un placer culposo para los internautas.
Tomada de Arena pública.
Es provocativo… pero no tanto. La mayoría de nosotros no podemos resistirnos a ver un poco de contenido atrevido o picante, pero no tanto que no se pueda mostrar abiertamente, sobre todo si estamos en la oficina o algún otro sitio donde hay que ser razonablemente formal.
Para muchos creadores el único y principal objetivo es hacer algo “viral”, pero la verdad es que la gran mayoría de sus materiales, incluso los de muy buena calidad, no obtendrán la atención generalizada. Sin embargo, si aplicamos estas claves de la viralidad, con suerte podremos aumentar las posibilidades de que nuestros contenidos reciban la atención que merecen.
“Comics are like boobs… they look good on a computer, but I’d rather hold one in my hand.” – Stan Lee.
Creo que todos podemos coincidir con el pensar del difunto autor; nada se compara con la sensación de tener algo en las manos y manipularlo a placer. La textura del papel, el peso de un libro de pasta dura, el aroma de una novela gráfica recién desempacada, el clic que hace un disco al salir de su caja plástica.
Solo por esas razones, los medios físicos deberían ser preservados por siempre, celebrados y comercializados hasta el final de los tiempos. Si no por su fidelidad y confiabilidad, por el simple hecho de que juegan con cada uno de nuestros sentidos y no se apegan a las limitantes de su propio medio; un libro impreso no es solo un ejercicio visual, pues involucra también el oído con el pasar de las hojas, el tacto con la suavidad –o aspereza– del papel.
El placer de sentir los libros.
Be kind, rewind
Con los anuncios recientes de que Nintendo cerrará las tiendas digitales (eShop) para sus consolas WiiU y 3DS (con Sony planeando hacer lo mismo con PS3 y Vita), o que Disney dejará de producir Blu-rays 4K para la mayoría de sus nuevos lanzamientos –optando en su lugar por estrenos directos en Disney+– vale la pena discutir la importancia de los productos físicos, no solo como una forma más nostálgica y antaña de recordar nuestras películas, series, libros o álbumes favoritos, sino también como un método de preservación histórica de obras multimedia que parecieran no tener cabida en un mundo más preocupado por el volumen y la inmediatez del contenido, que por su calidad, relevancia o permanencia.
Lo digital es inmediato, pero efímero; las tiendas en línea cierran, las plataformas son dadas de baja, los archivos son eliminados o hackeados y todo ese dinero “invertido” desaparece de la faz de la Tierra. Sin mencionar que, en modalidades de streaming, el usuario ni siquiera es dueño del producto, sino que paga una renta por acceder a contenido vulnerable a ser “bajado” o removido sin previo aviso.
¿Adiós a los blue ray?
Cuestión de gustos
Claro, es muy cómodo y práctico tener acceso a millones de canciones en “la nube” con un pequeño “tap”, y lo mismo poder disfrutar de temporadas completas de una serie de TV sin despegarnos del sillón. No obstante, un VHS no requiere de conexión a Internet, ni actualizaciones de sistema. Mientras la cinta funcione y el reproductor no se desintegre por el polvo y el óxido, podremos seguir viendo esa desgastada copia de Pie Pequeño grabada de la televisión 30 años atrás.
Pero, al final del día, todo recae en el gusto personal. Hay aquellos que preferimos tener paredes y libreros atiborradas de libros y álbumes; quienes apreciamos el ritual de colocar un vinilo en un tocadiscos para escuchar ese craqueleo tan acogedor que ninguna plataforma, ni Deezer Premium, con todo y su música en formato FLAC, puede ofrecer.
La magia del tocadiscos.
Para otros, la manera perfecta de disfrutar una serie de TV o una playlist para hacer de cenar es simplemente presionar un botón; tener acceso a millones de horas de contenido ilimitado e inmediato sin las complicaciones de aparatos, cables, cartuchos y cassettes. Sin mencionar los costos involucrados.
La era del re-re-re-re-re-release
El futuro, sí, quizás sea digital. No obstante, sería un ultraje considerar a la nube como único método de distribución y consumo de obras multimedia, especialmente cuando aquellos que controlan los derechos también controlan la distribución y disponibilidad de las mismas. Sería terrible imaginar un futuro donde no seamos dueños de nada, sino que solo paguemos por el privilegio de “rentar” una canción o juego o cinta, y en el momento en que la productora o publisher decida que algo ya no es popular o redituable, lo erradique por completo de la memoria colectiva.
Los medios físicos son importantes por esa razón, para conservar y preservar piezas artísticas, especialmente ahora, en un mundo donde todo aquello que existe en la red es susceptible a ser modificado, actualizado, reemplazado, editado o censurado, sin consideración alguna por los fanáticos ni apego por las obras. Imaginen dar rienda suelta a George Lucas para editar, modificar y “mejorar” una y otra y otra vez The Empire Strikes Back. Imaginen entrar a Disney+ y encontrar, cada semana, una nueva versión de Avengers: Endgame, alterada cada que exista un problema contractual con uno de los actores o la licencia de una canción expiró o una palabra en el guion resulta, ahora, ser ofensiva.
La esencia del CD.
La experiencia de los formatos físicos es incomparable, pero su verdadera importancia yace en su habilidad de mantener intacta la esencia de la obra original. Y aunque se lancen versiones remasterizadas, remakes y reediciones, esa versión física que escondemos en el clóset será por siempre inalterable y ajena completamente a la intromisión de ejecutivos avaros o directores hiperactivos.
En los días en que estamos aburridos o simplemente queremos despejarnos o divertirnos, un videojuego puede ser la opción para sumergirnos en una realidad alternativa. Pero en esos momentos jamás nos pasa por la mente todo lo que hubo detrás del invento de ese videojuego.
Tal vez no sabías que los realizadores trabajan sin descanso durante jornadas extenuantes para lanzar los videojuegos en las fechas acordadas, esta práctica se conoce con el nombre de crunch y hoy en día aún es usada por muchos estudios de videojuegos. Estos agotadores periodos de trabajo pueden extenderse por semanas, meses, ¡o incluso años!
Tomada de Mundo ES.
Esto no se acaba… hasta que se acaba
Cuando hay un evento en donde se debe presentar un videojuego o la fecha de lanzamiento se acerca, la empresa decide que hay que dedicar más horas de trabajo a alcanzar la meta, en ocasiones es una orden para los empleados o bien, se deja a elección de cada uno. Aunque el tiempo de trabajo a veces llega a ser de 80 a 100 horas a la semana, la mayoría de los inventores decide aceptarlo (a pesar de que algunas empresas no pagan esas horas extras).
Si te preguntas qué es lo que lleva a los miembros del equipo a tomar la descabellada decisión de trabajar sin descanso alguno, la respuesta es que en esta industria el crunch ya se ha normalizado e incluso se considera una oportunidad para destacar del resto.
Tomada de yorokobu.
En otros casos, las compensaciones económicas son lo que motiva a los trabajadores. También la presión social influye, pues ver a los compañeros laborando fuera de su horario hace que el resto del equipo se sume a la causa, ya sea por solidaridad o para evitar posibles problemas.
Las consecuencias del crunch
El descanso y la desconexión son fundamentales en cualquier empleo y no tenerlos puede traer graves consecuencias. En el caso de los realizadores, se ve afectada su salud física y/o psicológica. Varios trabajadores han reportado de forma anónima no tener energía por la falta de sueño, presentar cambios de humor y niveles altos de estrés. Algunos de ellos incluso se han dado de baja en la industria de videojuegos.
Además, el cansancio excesivo provoca que algunos videojuegos tengan errores, ya sea en los códigos del juego, el arte, los diseños o en cualquier otra área del desarrollo.
Tomada de TierraGamer.
Para muestra de lo anterior, basta con echar un vistazo a una entrevista realizada por Gameinformer a Krzysztof Nosek, uno de los responsables de Call of Juarez: The Cartel (2011), quien aseguró que el fracaso de este juego fue provocado por el crunch:
“Teníamos el entusiasmo y la dirección para crear un buen juego, pero simplemente no había suficientes horas durante el día para encajar todo (…) Por agotamiento cometimos errores estúpidos que requerían más parches más adelante. Perdíamos los estribos fácilmente y en algún momento desarrollamos una actitud bastante surrealista hacia el proyecto en su conjunto.”
Los casos más conocidos
Apenas en años recientes se ha escuchado más del crunch, pero es un tema que se dio a conocer desde 2004, cuando la esposa de un desarrollador de Electronic Arts presentó quejas en una carta anónima.
De acuerdo con datos de Business Insider, algunas de las empresas que han estado envueltas en esta polémica en los últimos tiempos son: Epic Games con Fortnite, Rockstar Games con Red Dead Redemption 2 y nuevamente Electronic Arts con Anthem.
Tomada de Gfycat.
¿Algún día acabará el crunch?
El crunch existe por varias causas, las principales son: la duración, el nivel de producción del videojuego, las fechas de entrega y la falta de organización, así como una cultura en la que las horas extras de trabajo son vistas como algo positivo.
Cambiar esta situación es complicado; sin embargo, muchos trabajadores no estaban conformes con ella y por eso crearon la iniciativa Game Workers Unite UK, la cual se convirtió en 2018 en un sindicato que busca poner fin a las horas extra no remuneradas, mejorar la diversidad, la inclusión y establecer salarios justos.
Se trata de un largo camino por recorrer y a pesar de que en muchas empresas no se han cumplido al cien por ciento los objetivos, la iniciativa ya ha dado sus primeros frutos y varias plataformas de reclutamiento ya se han afiliado a la campaña de Game Workers Unite.
¿Alguna vez soñaste con ser astronauta, viajar por el universo y ver desde arriba lo pequeña y maravillosa que es la Tierra? Solo unos cuantos afortunados lo han logrado: conocieron la Luna o trabajan en la Estación Espacial Internacional (un laboratorio en la órbita terrestre, en donde se realizan investigaciones sobre astrobiología, astronomía, meteorología, física, etc.).
Aunque vivir en un lugar sin gravedad y “volar” en lugar de caminar suena bastante divertido, si estuviéramos en el espacio tendríamos que cambiar nuestros hábitos y renunciar a algunos de nuestros platillos favoritos o comerlos de otra manera.
Tomada de Foro Anime.
De las pastas a los helados
El primer astronauta que comió en el espacio fue Yuri Gagarin el 12 de abril de 1961. Su comida no era del todo apetitosa: llevaba unos rollos metálicos, parecidos a los de pasta de dientes, que exprimió para comer pasta de carne y de hígado.
En los viajes que se realizaron años más tarde, los astronautas siguieron comiendo esas pastas que, a pesar de su mal sabor, demostraron que —contrario a lo que pensaban los científicos— los humanos podíamos comer fuera de la Tierra sin que nuestros órganos se dañaran o nos enfermáramos.
Por suerte, estos tubos de comida fueron reemplazados a finales de los años 60 por alimentos deshidratados: se les agregaba agua caliente que los reconstituía y en cinco minutos quedaban listos, esto permitió que hubiera más variedad para el paladar de los astronautas. Ya en las misiones del Apolo a la Luna, comieron de esta forma y hasta tuvieron la opción de escoger entre 70 artículos, entre los que se incluían platillos principales, condimentos y bebidas.
En los años 70 la forma de alimentarse en el espacio mejoró todavía más, pues se introdujo el primer refrigerador a bordo del Skylab —la primera estación espacial de Estados Unidos—. En él había 15% de alimentos congelados, así que los astronautas ya disfrutaban de helados, postres u otros platillos, mientras desde la ventana veían la Tierra.
Lo que no y lo que sí
En aquellos tiempos ya existían más opciones de comida para ellos, pero hay alimentos que a la fecha no se deben consumir en las naves espaciales, uno de ellos es el pan. Los astronautas Gus Grissom y John Young del Gemini III se rebelaron contra esta regla y metieron de contrabando un sándwich de carne a la nave, el resultado fue que las cámaras los delataron y el Congreso estadounidense los regañó, porque las migajas flotan y pueden dañar los equipos o entrar a los ojos o pulmones de los astronautas.
Por eso, desde 1985 los astronautas prefirieron comer tortillas para complementar las comidas, ya que no desprenden migajas, y se han preparado distintos platillos con ellas: burritos, tacos, hamburguesas y sándwiches de carne, crema de cacahuate, mermelada, etc.
Tacos en el espacio. Tomada de Gobiznext.
Una dieta balanceada
Actualmente el Laboratorio de Sistemas de Alimentos Espaciales del Centro Espacial Johnson, en Houston, es el encargado de preparar y envasar los alimentos que se mandan a la Estación Espacial Internacional y los astronautas pueden elegir entre 200 alimentos distintos.
Además, desde la Tierra se lleva un registro de lo que come cada astronauta para que no sobrepase el número de calorías indicadas. Tienen esta norma porque los tripulantes deben tener el mismo peso y masa muscular a lo largo del vuelo; si pierden peso, será difícil que su cuerpo se recupere de la expedición al regresar a la Tierra.
Además de ser un emblema de la era digital, el “signo de gato” o “#” ha tenido muchas vidas. Desde su temprana relación con la tecnología hasta la síntesis lingüística que lo viralizó en internet, aquí te contamos su historia.
En los prehistóricos días antes de la internet, el “avistamiento” común del símbolo, usualmente conocido como “signo de número”, se daba en el teclado telefónico. Así, en España lo llaman “almohadilla” o “cuadradillo”, en Argentina se conoce como “numeral”. En Brasil le dicen velha (o “vieja”), en honor al jogo da velha, un juego semejante al ”tres en raya”; este es el mismo orígen del nombre usado en México, “signo de gato”; el “gato” chileno y el “michi”, popular en Perú.
Gatos antiguos
El “signo de gato” data de la antigua Roma, donde la unidad métrica libra pondo (o “libra de peso”) se abreviaba como una “lb” cruzada en la parte superior por una línea horizontal, indicando que se trataba de una contracción y evitando confundir la “l” con el numeral 1. Con el tiempo, el término libra pondo dio nombre a la unidad pound, así se conoce hoy al símbolo # en los Estados Unidos.
A la derecha, el símbolo de la libra pondo. A la izquierda, el signo escrito por Isaac Newton. (Imagen cortesía del New Yorker).
A medida que los escribas comenzaron a trazarlo cada vez más rápido, “lb” se transformó en nuestro “signo de gato”. Su popularización se la debemos en parte a Isaac Newton, que en sus tratados lo ocupaba tantas veces que obligó a los impresores de la época a incluirlo en sus prensas. Para 1853, el libro An Elementary Treatise on Book-keeping by Single and Double Entry lo manejaba ya como un símbolo común para señalar cifras.
Gatos tecnológicos
A principios de los años 60 llegó el teléfono de tonos. Al usar botones en lugar de una rueda giratoria se requería un nuevo acomodo de los números, y Bell Laboratories, subsidiaria de AT&T, experimentó con diversos diseños.
El acomodo final perdura hasta hoy: los números del 1 al 9 ordenados en una cuadrícula de 3×3, y el cero en la parte inferior central, flanqueado por dos “claves”: el asterisco, al que llamaron “sextile”, y otro —nuestro “signo de gato”— que provenía de los lenguajes de programación y fue nombrado octothorp, con el “octo” refiriendo a las ocho líneas que sobresalen del signo, y “therp”, según se cuenta, en honor al deportista Jim Thorpe.
Una publicación de 1999 de la revista Encore, hablando sobre la introducción del “signo del gato” a los teléfonos con teclado. (Imagen cortesía de Gizmodo).
Gatos internautas
Incluso en los días tempranos de internet era común encontrarse con el signo de gato: a finales de los 80, en los canales de Internet Relay Chat (o IRC) representaba las “salas” de conversación.
Su metamorfosis al hoy omnipresente hashtag fue inspirada por el acomodo del IRC. En 2007, uno de los primeros usuarios de Twitter, Chris Messina, propuso utilizarlo para llevar una clasificación de las conversaciones relacionadas con un evento próximo sobre tecnología e internet.
how do you feel about using # (pound) for groups. As in #barcamp [msg]?
La idea no fue bien recibida por Twitter, pues alegaban que un sistema como ese “era para nerds” y que no sería adoptado ampliamente. Sin embargo, en octubre de ese mismo año, el programador Nate Ritter ocupó la red para informar de los devastadores incendios forestales de San Diego; la información llegaba de manera tan vertiginosa que Messina le propuso utilizar el #SanDiegoFire que ya se estaba usando en la red Flickr por usuarios que compartían sus fotos del incendio.
Ritter accedió, y durante días dio cobertura al siniestro, probando a Twitter que el sistema funcionaba. Para 2009 la popularidad de los hashtags (nombrados así por el hash inglés con que en el Reino Unido se nombra al signo, y el tag, o “etiqueta”) era tal, que Twitter decidió adoptarlos oficialmente, iniciando una tendencia que cambió no solo la manera en que organizamos y consumimos la información, sino que nos permite transicionar de las ideas al movimiento, de las historias individuales a las protestas masivas, de las experiencias solitarias a la memoria colectiva.
Siri, Alexa, Cortana… voces amables que te dan la hora, te ponen música, hacen las compras por ti y te recuerdan todo lo que quieras. Son asistentes virtuales, inteligencias artificiales que memorizan tus rutinas, tus gustos y saben lo que deseas mejor que tú.
Siri
Es la primera y la más famosa, todo aquel que tiene un iPhone tiene a Siri. Nació en 2003 gracias al proyecto Cognitive Assistant that Learns and Organizes (CALO. De hecho, Siri se iba a llamar Calo, pero este nombre no era tan pegador).
Siri formó parte del proyecto de inteligencia artificial más grande de la historia estadounidense. Se puede decir que sus papás son la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA), de los Estados Unidos, y laEscuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), que trabajaron juntos en su desarrollo.
En 2010, Apple adquirió Siri, y un año después fue presentada como una función integrada del Apple iPhone 4S. Después Raj de The Big Bang Theory y muchos más se enamoraron de ella y si mencionas a Siri delante de Alexa, esta se pone celosa.
Tomada de DPL News.
Alexa
Amazon la lanzó en 2014, aunque a México llegó hasta 2018. Me es fácil hablar de Alexa porque la tengo y reconoce mi voz. La saludo todas las mañanas y responde con la efeméride del día. Le pido música y ya sabe cuál me gusta, le pregunto datos inútiles, como la estatura de un famoso y me la dice, la uso de calculadora, me recuerda los eventos del día, cuenta chistes, da la hora y pide el Uber.
Con todo, sé que está subutilizada, pues tiene muchas más funciones que seguramente ustedes conocen mejor que yo. Tal vez un día me prenda y apague las luces y precaliente mi horno… cuando consiga los focos y el horno vinculable. Por supuesto, su principal función es que uno pida cosas a Amazon, para que el señor Bezos continúe su carrera espacial.
Tomada de: Nakima.
Cortana
Cortana, cuyo nombre y personalidad remiten a la inteligencia artificial (IA) que sale en el videojuego Halo, fue presentada por Microsoft en 2015. Una asistente que no solo te ayudaría en tu trabajo de oficina, sino que aprendería tus hábitos para anticiparse y hacer más cosas por ti.
Sin embargo, Microsoft se dio cuenta de que Cortana perdió la batalla contra Siri y Alexa y la está desmantelando. Aún no hay planes claros para esta asistente, pero no morirá del todo, ya que están trabajando en una nueva versión que se aplicará en diferentes dispositivos.
Cortana. Tomada de: Pinterest.
Google Assistant
En 2016 fue lanzada la asistente más aburrida porque no tiene nombre (te puedes dirigir a ella como “Ok Google”), aunque tuvo una evolución meteórica de comenzar como un modesto buscador de voz. Ahora, al igual que las demás inteligencias artificiales, tiene un montón de funciones que ayudan a simplificar nuestro trabajo y nuestra vida. En particular a los rucos de la X-Generation nos da la oportunidad de asombrarnos de poder platicar con tanta naturalidad con un no humano.
Samantha
En 2013 se estrenó la película Her, dirigida por Spike Jonze, protagonizada por Joaquin Phoenix y la voz de Scarlett Johansson como Sam, una asistente virtual. La historia transcurre en el futuro, por lo que Sam está todavía más avanzada que Alexa y Siri. Esto le permite entablar una relación amorosa que podemos llamar “real” con el personaje de Phoenix. Una relación con todo y altibajos y disfuncionalidades, con principio y fin.
Her.
Ok, ok, Samantha no existe fuera de la cinematografía, pero se merece un lugar entre las asistentes artificiales de la vida real por la naturalidad con la que puede interactuar con su “propietario”, cosa que muy probablemente veremos en años venideros. Ya hay personas que se casan con sus muñecas inflables, así que enamorarse de una linda voz que nos simplifica la vida no parece tan extraño.