Las casas de subastas y el arte de vender al mejor postor

En el mercado del arte y de los bienes materiales de alto valor económico, artístico y cultural intervienen las casas de subastas, empresas que se dedican a vender bienes a quienes ofrezcan una mayor remuneración por estos. 

Las casas de subastas funcionan como un intermediario que establece el contacto entre los compradores y los vendedores. Conforme la subasta u oferta del bien se lleva a cabo, los compradores van elevando los precios, como una especie de competencia para ver quién ofrece mayor cantidad. Todo a partir de un precio inicial de salida establecido por un experto que se encarga de determinar el valor del bien. El comprador que ofrezca una mayor cantidad es quien resultará vencedor, adquiriendo el bien en propiedad. 

Mientras que algunas casas de subastas se dedican a la venta de bienes de un solo sector, otras comprenden distintos sectores, que a su vez cuentan con departamentos especializados para cada tipo de bien. 

Subasta. Tomada de Tenor.
Christie’s y otras casas de subastas importantes

En la actualidad, las empresas de subastas con mayor prestigio y trayectoria en el mundo son Christie’s y Sotheby’s, nacidas en el siglo XVIII en Londres. Sin embargo, existen otras más de renombre como Bonhams, Phillips de Pury & Company y Dorotheum, las dos primeras también fundadas en Londres y la última en Viena. 

Estas grandes casas de subastas instauran las reglas del mercado del arte y de los bienes antiguos y contemporáneos, llegando a establecer precios millonarios por la venta de los bienes, que se estiman en dólares, libras esterlinas y euros; incentivando a las personas más ricas y apasionadas por el arte a las competiciones para adquirir alguno o algunos de estos bienes. 

Fachada de la casa de subastas Sotheby’s, en Londres. Tomada de Antiques Trade gazzette.

Aunque se considera a Sotheby’s fundada en 1744 como la casa líder de las subastas, Christie’s es quizá, la más famosa de todas, con 450 subastas anuales, 80 categorías y 57 sedes en 32 países. Joyería, arte y antigüedades, vidrio y cerámica europea, arte americano, mapas, libros y pinturas antiguas son algunos de los departamentos con los que cuenta Christie’s.

Las subastas más exorbitantes de la historia

En general, en todas estas grandes casas de subastas se movilizan cifras estratosféricas de dinero, donde clientes millonarios no escatiman en la puja para adquirir obras de arte atemporales. Como en el caso de la pintura El grito de Edvard Munch, subastada por Sotheby’s en 120 millones de dólares (mdd). 

Subasta en Sotheby’s de la obra “El grito” de Edvard Munch. Tomada de Alto nivel.

En 2014 Sotheby’s realizó una impresionante subasta, donde el arte de Modigliani, Giacometti, Monet y Van Gogh fueron los protagonistas. En aquella ocasión logró venderse la escultura Chariot de Alberto Giacometti, en 101 mdd, mientras que Tete, la obra de Amedeo Modigliani se subastó en 70.7 mdd. 

A pesar de lo impresionantes que resultan estas cantidades, no han sido las mayores ofertadas en una puja. La obra de Leonardo Da Vinci denominada Salvator Mundi, realizada hace 500 años y considerada como el redescubrimiento de arte más importante del siglo XXI fue subastada en 2017 por Christie’s en 450.3 mdd, convirtiéndose así en la obra de arte más cara vendida en una subasta. 

Asimismo, el cuadro de arte pop Shot Sage Blue Marilyn de la icónica actriz de cine Marilyn Monroe realizado por Andy Warhol, se considera como la obra de arte del siglo XX mejor cotizada, al ser subastada por la casa Christie’s de Nueva York en 195 mdd. Un récord registrado en el ámbito de las subastas donde el cuadro fue presentado como “una de las imágenes más raras y trascendentes que existen”. 

“Shot Sage Blue Marilyn” de Warhol es la obra de arte más cara del siglo XX. Tomada de Sopitas.com
El carísimo arte de Picasso

Al grupo de artistas con las obras mejor valoradas se unió en 2015 Pablo Picasso, cuya obra Las mujeres de Argel –inspirada en Women of Algiers in their Apartment, de Eugene Delacroix–, fue subastada en 179.3 mdd. En aquel entonces, la venta de la obra de Picasso fue catalogada por Thierry Ehrmann, presidente de Artprice, como “la subasta del siglo”.

Si bien, la venta de bienes mediante las grandes casas de subasta se considera como una tradición, también representa una actividad exclusiva, donde los compradores se interesan por un bien preciado, ya sea por sus características estéticas o como objeto de colección. Algo a lo que todos podemos aspirar pero pocos pueden pagar.

Subasta en Christie’s de la obra Las mujeres de Argel de Pablo Picasso. Tomada de ABC.

Por: Verónica González.

Creatividad onírica: cuando los sueños inspiran al arte

“El hombre es un genio cuando duerme” Akira Kurosawa 

Dicen que la inspiración puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, ya sea leyendo un libro, sentado en la banca de un parque, tomando café o, como veremos el día de hoy, durmiendo.

La importancia de los sueños en la labor creativa no es cosa menor, ya que no solo ha influenciado diversas obras multimedia a lo largo de los años, sino que fue uno de los principales impulsores detrás de la corriente literaria, filosófica y artística del surrealismo. 

Tomando como base la interpretación de los sueños propuesta por Freud, y siendo también un recurso que los artistas emplearon para escapar de la horrible realidad por la que pasaba el continente europeo en las décadas de 1930 y 1940 (dos Guerras Mundiales, principalmente), el surrealismo nació de esa desesperación por encontrar un refugio creativo que permitiera a escritores, pintores, escultores y cineastas, rebelarse contra la cruel realidad y romper con convencionalismos sociales y culturales por medio de piezas abstractas, incoherentes incluso, pero cargadas de emoción.

La ciencia del sueño / Tomada de Medium.
El refugio creativo

[El surrealismo] es puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral – André Breton.

A través de sus obras, los artistas surrealistas expresaban sus peores miedos y mayores pasiones. Y es que los sueños son un simple reflejo de la realidad, visto a través del cristal de nuestras experiencias personales, recuerdos, temores, anhelos y pensamientos inconscientes que salen a flote una vez que se pierde el control de la razón y cualquier tipo de autocensura.

Pero la influencia de los sueños no está relegada a una corriente artística de hace casi un siglo. Hoy en día, como quizás siempre lo ha sido, pero no muchos artistas se atreven a confesar, existen cientos de obras inspiradas por alguna visión onírica o surgida a partir de la siesta vespertina del autor. 

Salvador Dalí- Persistencia.

En esta ocasión analizaremos un par de los ejemplos más conocidos y documentados de este fenómeno tan común, especialmente para aquellos con sueños vívidos y capaces de recordar lo sucedido al despertar. 

Soñadora-mente, de Kurosawa

Akira Kurosawa, uno de los realizadores más aclamados e influyentes en la historia de la cinematografía, director de piezas icónicas como Nora Inu (Stray Dog), Rashomon, Ikiru y Shichinin no samurai (Seven Samurai), desarrolló, a lo largo de los años, el guion de lo que se convertiría en una de sus últimas películas: Yume (Dreams), total y completamente inspirada –basada– en sueños y recuerdos del propio director, mezcladas con historias fantásticas, mitología japonesa y cuentos de su infancia. 

A través de ocho viñetas, llenas de cándido humor, realismo mágico y reflexiones sobre el hombre y la naturaleza, Kurosawa nos da un vistazo a su genial, inquieta y ¿“soñadora”? mente; sus inspiraciones y preocupaciones, recuerdos de su familia y hasta una curiosa intervención de Vincent Van Gogh interpretado por Martin Scorsese. 

Yume (Dreams).
Psicotrópico King

Por su parte, Stephen King, escritor estadounidense de novelas y cuentos de terror, suspenso y ciencia ficción, principalmente, y autor de grandes clásicos de la literatura moderna como It, The Shining, Carrie y The Mist, entre tantos otros, alega haber escrito su novela de 2001, Dreamcatcher, tomando elementos de los sueños que tuvo en un lapso de seis meses, mientras se recuperaba de un accidente automovilístico… Y bajo la influencia de la oxicodona que lo ayudaba a soportar el dolor.

No obstante que Dreamcatcher haya sido el resultado de un viaje psicotrópico y, en palabras del mismo King, un libro no muy bueno, esta dicotomía entre sueño y creatividad es un tema que el autor ha explorado y explicado en reiteradas ocasiones, especialmente en su libro On writing: a memoir of the craft, en donde recomienda incluso tener una libreta junto a la cama, en caso de que esa chispa creativa llegue a la mitad de la noche, para que podamos capturar la esencia del sueño lo más rápido y fielmente posible.

Dreamcatcher.

Sea cual sea nuestro método, el mensaje es el mismo: buscar inspiración en los lugares menos esperados. Salir a caminar, tomar una siesta o un baño relajante, platicar con un amigo o visitar un museo; el punto es no forzar las ideas, sino dejar que fluyan, como los sueños mismos, que existen y aparecen sin que uno los llame.

¿Un análisis psicológico de Frida Kahlo?

 “Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida, uno en el que un autobús me tumbó al suelo… El otro accidente es Diego.” -Frida Kahlo

Desde hace algunos años, en México se ha extendido la llamada “fridomanía”, se trata del fanatismo por la pintora Frida Kahlo. Su arte ha ido más allá de los museos y encontramos sus obras hasta en souvenirs como tazas, playeras, cuadernos, bolígrafos, etc.

Algunos opinan que es una artista sobrevalorada o que su obra no es lo suficientemente revolucionaria, mientras otros creen que fue de las mejores pintoras, disfrutan de sus obras y tienen pósters suyos en las paredes de sus cuartos.

Más allá de las críticas a sus pinturas, lo cierto es que en ellas dejó plasmada parte de su vida interior, un reflejo de su alma, su personalidad, vivencias y sentimientos.

La personalidad de Frida Kahlo

Muchas de sus obras muestran el dolor que padeció —tanto físico como emocional— a lo largo de su vida, y es por eso que no solo los críticos de arte se han interesado en analizar su obra, sino también algunos psicólogos. Uno de ellos fue el profesor de la Facultad de Psicología (UNAM) José de Jesús González Núñez, quien asegura que para comprender la personalidad de la pintora hay que entender su herencia, desarrollo y el medio ambiente en el que se desenvolvió.

  • Herencia: una parte de nuestra personalidad se ve impactada por aspectos físicos y biológicos que hemos heredado de nuestros familiares. En el caso de Kahlo, sufrió poliomielitis a los 7 años, este es un hecho que pudo impactar directamente en su forma de ser.
  • Desarrollo: en los inicios de nuestra vida, cuando entramos en contacto con el medio ambiente que nos rodea, nuestra personalidad va tomando características que se reflejan en la adultez, por eso es tan importante la manera en que nos relacionamos con nuestros padres, familiares o cuidadores. Frida tenía una buena relación con su padre, él fue quien le habló de las relaciones de amistad, amor y sexuales, además de que le enseñó a revelar y a usar la cámara fotográfica. Había mucho cariño entre ellos y de acuerdo con González Núñez, en su adultez Kahlo desplazó este amor hacia su querido Diego Rivera. 

    Los padres de Frida Kahlo.
  • Medio ambiente: el tercer punto importante es el ambiente que nos rodea y las experiencias que tenemos tanto biológica como psicológicamente. En el caso de Frida hubo varios hechos que la marcaron y fueron causa de su sufrimiento, el más impactante fue un choque en autobús cuando tenía 19 años, este suceso la dejó con la columna vertebral destrozada en tres partes y un gran daño en el vientre que le impidió tener hijos; también se dañó su clavícula y hombro.

La pintora pasó semanas en cama y tuvo 32 operaciones quirúrgicas a lo largo de su vida. Durante ese tiempo y en varias etapas en que no salía de la cama, encontró en la acuarela una huida de su realidad, dejando huella en sus cuadros de las emociones que la desbordaban.

Opiniones encontradas

Otros estudiosos de Frida aseguran que diversos sucesos, como la relación amor-odio que tenía con su madre, produjeron conductas maniacas en ella; o que la idea obsesiva de la muerte que aparece en varios de sus cuadros se debió a que no pudo tener hijos.

El sufrimiento de Frida también se ha atribuido a su relación tormentosa con Diego Rivera, que lejos de ser una historia romántica, estaba llena de dependencia, desencuentros e infidelidades, estas últimas eran por parte de ambos y se dice que durante un tiempo fueron por mutuo acuerdo, pero llegaron a su fin cuando Frida encontró a su marido siéndole infiel con su hermana.

Por su parte, Araceli Rico, otra estudiosa de la artista, menciona en su libro Frida Kahlo: Fantasía de un cuerpo herido que los estudios psicoanalíticos que existen alrededor de su vida y obra dejan fuera el contexto social de la época y la tradición del arte mexicano, centrándose solo en la artista y esto puede mostrar una interpretación incorrecta de la biografía de Kahlo. Así que algunas interrogantes de la vida y obra de la pintora difícilmente se terminarán de resolver.

 

 

Van Gogh: un maravilloso artista atormentado (Parte II)

Su carrera de pintor

Van Gogh encontró en el arte una manera de expresar los sentimientos que tanto le costaba comunicar a los demás, era un amante de la naturaleza y de los maravillosos paisajes que esta le regalaba; sin embargo, “no lograba ponerse de acuerdo con ella”, por lo que —con un influjo del impresionismo —creó la atmósfera que estaba en su imaginación, formando un estilo y una combinación de colores propios.

La siesta. (Tomada de Pinterest).

Uno de los temas constantes en sus cuadros es la vida cotidiana en los campos, en donde aparecen los mineros y campesinos por quienes sentía gran simpatía. En esos tiempos le escribió a su hermano —con quien tenía una relación muy estrecha— esta carta:

 “Querido Théo: Estoy copiando dibujos y creo que si los vieras no los encontrarías tan mal. Si ya tienes los que te pedí de Millet, el pintor que tanto me gusta, envíamelos en cuanto puedas. No te preocupes por mí, si logro continuar dibujando me sentiré bien. He interrumpido mi trabajo para escribirte y tengo prisa por continuarlo, de manera que me despido. Te mando un fuerte y cariñoso abrazo. Vincent”.

Los comedores de patatas

Terminada en 1885, es considerada su primera gran obra de arte. En ella retrató a cinco campesinos con los mismos tonos de la tierra que cultivaban; así, la papa recién cosechada se encuentra plasmada en todo el lienzo. Sin embargo, en su época esta pintura no tuvo el éxito esperado, pero hoy en día ha alcanzado gran prestigio entre la comunidad artística.

Vincent van Gogh - Los comedores de patatas
Comedores de patatas (1885).
La noche estrellada

Uno de los cuadros más famosos, apreciados y que ha inspirado a otros artistas es La noche estrellada, aquí algunos de los datos interesantes de esta gran obra:

  • De acuerdo con las cartas que intercambiaba con su hermano Theo, para realizar este cuadro se inspiró en el paisaje que veía desde el hospital psiquiátrico Saint-Paul-de-Mausole.
  • Algunas teorías afirman que tiene cierta simbología —como los cipreses— relacionada con los cementerios y la muerte. Un comentario de Van Gogh da pie a esta sospecha:

“Mirar las estrellas siempre me pone a soñar. ¿Por qué, me pregunto, no deberían los puntos brillantes del cielo ser tan accesibles como los puntos negros del mapa de Francia? Así como tomamos el tren para llegar a Tarascon o Rouen, tomamos la muerte para llegar a una estrella”.

Noche estrellada (1889). (Tomada de Pinterest).
  • Van Gogh mencionaba en sus cartas a Theo a la “estrella del amanecer”, años más tarde, el historiador Albert Boime descubrió que esta estrella era en realidad el planeta Venus.

A pesar de realizar 900 cuadros (entre ellos más de 30 autorretratos y 148 acuarelas) y más de 1600 dibujos, fue de esos artistas que —por desgracia— en su época no fueron reconocidos y en vida solo vendió un cuadro: El viñedo rojo. Fue comprado por 400 francos durante una exposición en Bruselas por Anna Boch, una coleccionista de pintura impresionista. Sus demás obras no trascendieron hasta después de su muerte, actualmente se venden por millones de euros en subastas y ventas privadas.

Si quieres conocer más acerca de la enigmática vida de este gran artista, las razones que lo llevaron a mutilarse una oreja y las sospechas acerca de su muerte, no dejes de leer la primera entrega de este texto  Van Gogh: un maravilloso artista atormentado (Parte I),

 

Van Gogh: un maravilloso artista atormentado (Parte I)

La mayoría de los artistas buscan exorcizar sus demonios personales por medio de sus obras, transformándolas en algo maravilloso, tal es el caso del reconocido pintor Vincent Willem van Gogh (Países Bajos, 1853-1890). A pesar de haber padecido varios trastornos psicológicos, logró plasmar en sus cuadros un mundo colorido y único.

Vida personal

Su biografía es conmovedora e intrigante desde el inicio. Nació justo un año después de que llegara al mundo un hermano con su mismo nombre: Vincent Willem, quien nació muerto o falleció al poco tiempo. De acuerdo con algunos psicólogos, la muerte del primer niño puede tener repercusiones tanto en los padres como en el hijo siguiente y seguramente fue impactante para él ver una tumba en donde estaban grabados su nombre y apellidos.

Pintando (tomada de Taringa).

A Van Gogh le costaba relacionarse con los demás y sus trastornos lo llevaron a internarse en un hospital psiquiátrico en varios momentos de su vida. A pesar de que recibió varios diagnósticos, como: epilepsia, esquizofrenia, neurosífilis, psicopatía y trastorno bipolar, no se ha llegado a una conclusión general sobre el mal que lo acechaba.

El misterio de la oreja y la muerte de Van Goh

Un suceso muy conocido de Van Gogh es la mutilación de su oreja. Existen varias versiones, algunos expertos dicen que fue consecuencia de sus trastornos, otros creen que lo hizo al recibir la noticia de que su querido hermano Theo se casaría, unos más, afirman que fue Paul Gauguin quien le “voló” la oreja con un golpe de espada durante una discusión. Lo cierto es que después de la mutilación, llevó su oreja como un regalo para Rachel, una mujer que trabajaba en un burdel, quien cayó desmayada al ver tan terrible obsequio.

La oreja de Van Gogh.

Otro punto del que se ha hablado mucho es la muerte del pintor. La versión oficial dice que se suicidó a los 37 años pegándose un tiro; sin embargo, en el año 2011 Steven Naifeh y Gregory White Smith afirmaron en su obra Van Gogh: la vida, que el artista falleció una tarde en que salió a pintar y accidentalmente recibió un disparo de los adolescentes René y Gaston Secrétan; él no quiso responsabilizarlos y asumió la culpa. Esta teoría no está confirmada, pero es una posibilidad.

Su carrera de pintor
Trigal con cuervos.

Le encantaba el dibujo desde que era joven pero su carrera como pintor inició hasta los 32 años y desde entonces no paró de pintar a lo largo de sus últimos cinco años de vida.  ¿En qué se inspiraba para pintar?, ¿cuáles son los secretos ocultos de su arte?, en la próxima entrega de este artículo podremos conocer la respuesta a estas y varias interrogantes más.

Continuará…

 

 

Gatos, arte y algo más

Calculan los expertos que el gato fue domesticado por el hombre hacia 7500 antes de Cristo. Desde entonces ha pasado de ser dios —Bastet, la diosa de la fertilidad de los egipcios— hasta estrella de los videos en redes sociales. Desmond Morris, investigador del comportamiento animal, lo describía como un ser que lleva una doble vida:

“En casa es un minino crecido que mira imperturbable a sus amos. Pero cuando se va de juerga es todo un adulto, es su propio jefe y hasta una criatura salvaje, de vida libre, avispado y autosuficiente, entonces sus protectores humanos quedan por completo en el olvido.”

Los gatos pueden ser mucho más que una mascota: en 2011, una mujer de 94 años le heredó a Tomasso, su gato negro de 4 años, una fortuna de casi 10 millones de euros. En su testamento estipulaba que la comodidad y bienestar del gato debían estar aseguradas de forma permanente.

Muchos escritores se han declarado amantes de los felinos: Carlos Monsiváis tenía más de 20, el gato blanco de Jorge Luis Borges se llamaba Beppo, mientras que Julio Cortázar le puso a su gato parisino Theodor W. Adorno. Haruki Murakami tiene al menos una docena, Charles Bukowski quería reencarnar en gato, Mark Twain era defensor de la inteligencia gatuna, a Jean-Paul Sartre le gustaba acariciaba a su gata Nada mientras escribía y Herman Hesse disfrutaba sus ratos de ocio persiguiendo a un gatito.

Por su parte, los artistas plásticos han hecho una enorme contribución al universo gatuno al ofrecernos obras impresionantes que nos muestran a estos adorados animales en todas sus facetas. He aquí algunas muestras de ello:

Gatos antropomórficos en La despedida de soltero, Luois Wain, ca. 1939.

Wain (1860-1939) fue uno de los ilustradores ingleses más populares. Sobre él, H.G. Wells dijo que “inventó un estilo felino, una sociedad felina, todo un mundo felino”. Fue una autoridad en todo lo relacionado con los gatos: presidente del National Cat Club, juez de concursos de gatos y miembro de organizaciones benéficas de animales. Trabajó durante casi 30 años, a veces produciendo hasta varios cientos de dibujos al año, que fascinan a los amantes de los gatos y el arte hasta el día de hoy.

Gato de ensueño en La poeta, Marc Chagall, 1949-50.

Pionero del modernismo, Marc Chagall (1887-1985) experimentó la “edad de oro” del modernismo en París, donde sintetizó las formas de arte del cubismo, el simbolismo, el fauvismo y el surrealismo. Los gatos a menudo ayudaron a enfatizar el carácter fantástico de sus pinturas y desempeñaron un papel importante en muchas de ellas. Suelen ser los compañeros de las figuras que pintó: poetas, músicos o mujeres, como vemos en esta pintura.

Gato cazador en Gato cazando un pájaro, Picasso, 1939.

 

Picasso (1881-1973) contaba acerca de esta pintura que “el tema me obsesionaba, no sé por qué”. A pesar de su crueldad, es una imagen de la vida cotidiana ampliada a proporciones apocalípticas. El gato pospone la matanza del ave tanto tiempo como sea posible; cuanto más lo hace, más tiempo tiene el poder absoluto.

Gato satisfecho en El gato negro, Min Zhen, siglo XVIII.

¡Es un gato tan gordo y feliz! Min Zhen (1730-1788) fue un pintor y tallador de sellos chino nacido en Nanchang, Jiangxi, que pasó la mayor parte de su vida en la ciudad china de Hubei. Se destacó por pintar figuras humanas y ocasionalmente pintar con los dedos. Quedó huérfano a una edad temprana y a veces se lo asocia con los ocho excéntricos de Yangzhou.

Minino juguetón en Gato jugando, Henriëtte Ronner-Knip, 1860.

Henriëtte Ronner-Knip (1821-1909) nació en Amsterdam en una familia de pintores. Es conocida por sus pinturas de mascotas domésticas, principalmente gatos. Sus obras rara vez ofrecen un significado metafórico y se centran solo en los gatos mismos, a los que estudió con avidez y sinceridad. Incluso llegó a construir un estudio con fachada de vidrio para poder ver a sus gatos corretear libremente, dormir y meterse en problemas en los que solo los gatos pueden meterse.

Gatito feliz en Julie Manet o Niña con gato, Auguste Renoir, 1887.

Berthe Morisot y su marido Eugène Manet —hermano de Édouard, el pintor—, conocían a Renoir (1841-1919) desde hacía muchos años. Su admiración por el talento del pintor los convenció de encargarle un retrato de su hija Julie. El gato es solo una adición, ¡pero es tan dulce! Seguro está ronroneando, sin mencionar que se ve mucho más feliz que Julie.

Gato consentido en La comida del gato, Marguerite Gérard, finales siglo XVIII.

Marguerite Gérard (1761-1837) fue famosa por sus pinturas al óleo y grabados. Como artista de género, se centró en retratar escenas de la vida doméstica. Sin embargo, a diferencia de otras pintoras a las que les gustaba referirse a la antigüedad clásica, ella solía utilizar trajes y escenarios de varios siglos atrás. Muchas de sus pinturas ilustran las experiencias de la maternidad y la infancia dentro del hogar, y varias enfatizan la importancia de la música y el compañerismo femenino. El compañerismo felino es igualmente importante, como podemos ver en este cuadro.

Gato distorsionado, en El gato blanco, Pierre Bonnard, 1894.

Bonnard (1867-1947) utilizó la distorsión para crear una imagen humorística de este gato arqueando la espalda. El pintor pasó mucho tiempo decidiendo la forma y la posición de las patas, como se puede ver en los dibujos preparatorios. La inspiración japonesa se puede encontrar en la composición atrevida y asimétrica, así como en la elección del tema. A lo largo de su obra, Bonnard produjo innumerables pinturas que presentaban a los gatos, a veces como un simple detalle, a veces, como tema central.

Gato de cabaret en El gato negro, Théophile Steinlen, 1896.

Le Chat Noir fue un club nocturno del siglo XIX en el bohemio distrito de Montmartre de París. Se cree que es el primer cabaret moderno, donde los clientes se sentaban en las mesas y bebían bebidas alcohólicas mientras eran entretenidos con un espectáculo de variedades en el escenario. Este icónico póster de Théophile Steinlen anuncia este club nocturno en su apogeo era en parte un salón de artistas y en parte un auditorio ruidoso. Hoy en día, las reproducciones de este gato se pueden comprar en todas partes de París.

Mininos peleoneros en Riña de gatos, Francisco de Goya, 1786.      

Este óleo fue pintado por Francisco de Goya (1746-1828) para ser plasmado en un tapiz protagonizado solo por animales en una época en la que esto no era frecuente. El pintor demuestra su gran capacidad de observación y su profundo conocimiento de la postura felina.

Gatos y plantas en El gato helecho, Remedios Varo, 1957.

Para realizar esta encantadora pintura, la surrealista Remedios Varo (1908-1963) se inspiró en el sueño que le contó una amiga. Varo amaba a los gatos, le parecían tan mágicos y misteriosos como en realidad son y aparecen en muchas de sus obras.

Muchos, muchos gatos en Gatos sugeridos como las cincuenta y tres estaciones del Tōkaidō, Utagawa Kuniyoshi, 1850.

55 gatos aparecen en este tríptico del ilustrador japonés Utagawa Kuniyoshi, a quien, obviamente, le encantaban los gatos y su estudio estaba invadido por ellos. Su afición por los felinos se coló en su trabajo y aparecen en muchas de sus mejores estampas. Esta obra es una divertida parodia de Las cincuenta y tres estaciones del Tōkaidō de Hiroshige, que fue la colección más vendida en la historia del ukiyo-e (estilo de estampa japonesa). El Tōkaidō tenía 53 estaciones de correos diferentes a lo largo de su ruta y proporcionaban establos, comida y alojamiento para los viajeros. Kuniyoshi decidió mostrar estas estaciones a través de juegos de palabras de gatos. Por ejemplo, la cuadragésima primera estación del Tōkaidō se llama Miya. Este nombre se parece un poco a la palabra japonesa oya (親) que significa “padre”. Por esta razón, la estación se representa como dos gatitos con su madre.

Por si no sabías… y buscas nombre para tu gato

En la Edad Media, los nombres favoritos para ponerle a los gatos eran: en Inglaterra, Gyb; en Francia, Tibert. En textos antiguos irlandeses encontramos nombres como Cruibne —Garrita—, Breone —Pequeña flama, quizá usado para un gato naranja—, Glas nenta —Ortiga gris— y Pangur Bán —Totalmente blanco.

Foto de entrada por Andrii Ganzevych en Unsplash

Curiosidades medievales: bebés horribles y conejos asesinos

Hay un montón de mitos y suposiciones acerca de la Edad Media, esos mil años de oscuridad. Lo que nos enseñan en la escuela es que fue en Europa (como si el resto del mundo no existiera), hubo unas guerras llamadas Cruzadas, mucho dominio de la religión católica y comenzaron las cacerías de brujas.

En realidad, durante el “Oscurantismo” pasaron muchas cosas y si nos adentramos mínimamente al arte medieval, encontraremos que tenían una enorme imaginación y su particular concepto estético. Es aquí donde nos encontramos a los bebés horribles y los conejos asesinos.

El extraño caso de los bebés con cara de viejitos

Los bebés de las pinturas medievales son ominosos. Tienen unas proporciones extrañas y unas caras que calificar de feas sería poco. Lucen hostiles, malencarados y enfermizos. He aquí algunas explicaciones sobre este extraño caso:

  • Para empezar, no eran bebés cualquieras. Los artistas medievales no estaban interesados en pintar niños terrenales y quien les encargaba la chamba era la Iglesia, así que los temas se limitaban a la Virgen con el niño Dios y uno que otro bebé bíblico.

  • O sea que el 99.9% de los bebés de las pinturas medievales eran Jesús Verbo Encarnado. Y según los preceptos católicos de la época, desde su nacimiento Jesús ya estaba perfectamente formado. Es decir, no se trata de bebés, sino de ¡homúnculos! Hombres hechos y derechos pero chiquitos, de ahí la cara de adultos.

  • Era el estándar de la época. Todos los artistas recibían los mismos pedidos, todos debían pintarlos de forma similar, por lo que realmente no había otras obras con la cuales compararlos. Por lo tanto, todas las personas estaban acostumbradas a esta convención y a nadie le parecían feos (o cuando menos, no lo decían en voz alta).

  • Los artistas medievales simplemente no estaban interesados en el realismo, se movían mejor en un estilo más expresionista. Era la estética de la época.

Después, con la llegada del Renacimiento, las ideas comenzaron a cambiar: los artistas voltearon hacia las formas clásicas e idealizadas, los temas se ampliaron y el niño Dios dejó de ser el único retratado. Por supuesto, quienes encargaban el retrato de sus hijos no querían que éstos se vieran como adultos pequeños con calvicie prematura, sino como los querubines de caritas llenas y sonrosadas que tan bien le salían a Rafael.

El fenómeno de los conejos asesinos

Muchos manuscritos medievales están ilustrados o enmarcados con imágenes cómicas e incluso grotescas que fueron llamadas drolleries. De entre ellas llama la atención la abundancia de tiernos conejitos haciendo cosas no tan tiernas, por ejemplo… asesinar. ¡¡¡¿Por qué?!!!

  • En la Edad Media los conejos representaban muchas cosas: por un lado, la pureza, la inocencia y el desamparo; por otro, la cobardía, la fertilidad y el órgano sexual femenino (en latín conejo se dice cuniculus, un término bastante parecido a coño).

  • Las drolleries ilustraban animales fantásticos, barberos con pata de palo (otro misterio, en la Edad Media esto les parecía súper cómico) y escenas extravagantes donde invertían los papeles naturales de los personajes.

  • Entonces, si los conejos eran considerados tiernos, inocentes y cobardes, en las drolleries se convertían en valientes, agresivos y sanguinarios.

En la muy recomendable película Monty Python and The Holy Grail (1975) el Rey Arturo y sus nobles caballeros de la mesa redonda deben luchar contra un terrible monstruo. Seguramente los comediantes conocían las drolleries y el raro fenómeno de los conejitos asesinos.

Los 8 excéntricos y los 4 caballeros

China, siglo XVII. La dinastía Qing llega para sustituir a la Tang en el gobierno de la nación. Se quedará en el poder durante 300 años. En el arte, la tradicionalista y egocéntrica corte imperial exigió ser la protagonista, sin embargo, en el siglo XVIII, ocho artistas de la provincia de Yangzhou se rebelaron y se negaron a retratar a los nobles, encontrando su inspiración en los “cuatro caballeros” de la naturaleza, los animales en su estado silvestre y las personas sencillas que no ostentan título nobiliario. También fueron estupendos calígrafos.

Se empeñaron en ser originales y desarrollar cada quien un estilo propio y único.

Roca y bambú de Zheng Xie

Su actitud rebelde y rompedora de tendencias artísticas les dio el sobrenombre de “Los ocho excéntricos” y su necesidad de renovar el estilo artístico convencional logró que cambiara para siempre la forma de ver el arte tradicional chino, por lo que han influido en un gran número de artistas.

Los ocho excéntricos de Yangzhou

1 Zheng Xie (1693-1765), obtuvo un puesto de funcionario del imperio, al que renunció cuando recibió un reporte por construir un refugio para personas necesitadas.

2 Jin Nong (1687-1763) fue el más culto y célebre de los ocho, aunque empezó a pintar a los 50 años. Fue un inconformista y su propio promotor, así como el primer pintor de la tradición china en hacerse una serie de autorretratos. Creó su propio estilo de caligrafía.

Ciruelo en flor de Jin Nong

3 Wang Shishen(1686–1759), toda su vida fue pobre, pero feliz de su profesión y un perseverante investigador del arte pictórico.

4 Huang Shen(1687–1772) nació en una familia de escasos recursos e inició su carrera como calígrafo, pero adquirió notoriedad al formar parte del grupo de los excéntricos.

5 Li Shan (1686–1762) fue un notable pintor desde los 16 años y ejerció como magistrado de la corte imperial.

6 Luo Ping (1733–1799), huérfano desde muy niño, pronto fue aclamado como un gran poeta y pintor. Rechazó un puesto en el gobierno para mantener su independencia artística. Poco antes de su muerte, pintó fantasmas que, según él, había visto con sus propios ojos.

Orquídea de Luo Pin

7 Gao Xiang (1688–1753), del cual decían que fue pobre y muy vanidoso.

8 Li Fangying (1696–1755), además de artista fue magistrado durante más de 20 años.

Y los cuatro caballeros de la naturaleza

Son cuatro flores muy pintadas por los artistas tradicionales chinos desde el siglo X, que pertenecen cada una a cada estación del año.

Cada caballero está asociado con ciertas características y valores.

Orquídea, la primavera, simboliza la elegancia, se asocia a lo femenino y lo efímero.

Pescador y Pescadora por Huang Shen

Bambú, el verano, metáfora de longevidad y vitalidad, representa la conducta ejemplar y el carácter noble. Se asocia con la flexibilidad.

Crisantemo, el otoño, es el triunfo contra la adversidad y la unión familiar.

Flor de ciruelo, el invierno, se caracteriza por su tenacidad y simboliza el amor incondicional y la capacidad de renovarse.

Imagen de entrada: Orquídeas y bambú de Zheng Xie.

Leyendas de Hokusai

Katsushika Hokusai (1760-1849) nació en Tokio cuando esta ciudad aún se llamaba Edo. Es uno de los artistas japoneses más conocidos e influyentes. Grabados como La gran ola de Kanagawa (1830-1833) o el erótico Sueño de la esposa del pescador (1814) forman parte de la cultura popular, hasta el punto de que La gran ola fue la primera obra de arte que se convirtió en emoji y la podemos ver en la colección de WhatsApp junto a un paraguas verde.

En el prólogo de uno de su libros más famosos, que presenta Cien vistas del Monte Fuji (1834-1835), Hokusai confesaba: “Desde los 6 años tuve pasión por copiar la forma de las cosas; a los 50 ya había publicado muchos dibujos, pero después de todo, hasta los 70 años no había hecho nada memorable. A los 73 empecé a comprender la estructura de las cosas: animales, pájaros, insectos y peces, hierbas y árboles. Así, a los 86 iré progresando, a los 90 penetraré en el verdadero significado del arte, y a los 100 años, tal vez habré alcanzado el nivel de lo maravilloso y lo divino. A los 110 años, cada línea de mi trabajo tendrá vida propia”. Luego de esta declaración de principios, hecha a los 75 años, no es de extrañar que este exótico artista esté rodeado de leyenda.

Autorretrato (1839).

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El hombre rezó una vez más en el templo de Buda. Pidió con fervor inspiración y talento. Deseaba que su trabajo fuera mejor de lo que hasta entonces había hecho. Creía que en más de 30 años de ejercer su arte, este seguía siendo ordinario y banal. Quería que los rostros fueran más expresivos, que los animales saltaran del papel, que los árboles movieran su follaje y las olas se estrellaran en los sentidos de quienes las miraran. Sabía que su deber era seguir trabajando, no abandonar la esperanza de que algún día se convertiría en el artista que anhelaba ser. Lleno de fe, aquella noche se levantó del suelo donde estaba postrado y salió del templo. Una tormenta eléctrica destellaba en el cielo. De repente, vio un relámpago tronar sobre él y el rayo atravesó su cuerpo. Vencido, sintió la descarga y creyó que era su fin. Sin embargo sobrevivió, y fue invadido por un nuevo vigor. Los trazos empezaron a ser más sólidos, más precisos, su ojo más agudo y sus manos más sensibles al manejar la madera, la tinta y el papel. Todos a su alrededor se dieron cuenta y comenzaron a apreciar su trabajo. De boca en boca se extendió su fama y el nombre de Hokusai y las maravillas de su arte se conocerían y serían admiradas más allá del tiempo y la distancia.

Sueño de la esposa de pescador (1814).

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La fiesta estaba en su apogeo cuando el artista llegó, sacó papel y tinta y empezó a dibujar geishas, estrellas del kabuki y personas que bebían, reían, compartiendo el ambiente festivo. Los invitados se acercaron a él para pedirle más imágenes. Bajo pedido dibujó fantasmas, brujas, demonios y dragones, hombres gordos, mujeres sensuales, personajes de leyenda con animales danzando alrededor. La noche avanzaba, el artista seguía trabajando, en sus hojas se plasmaban seres de las más diversas formas y en las más variadas posiciones: bailando, nadando, saltando, riendo o llorando, vestidos, desnudos, a caballo o descansando. Aquella noche no fue la primera ni la última, pero sí una de las más productivas del grabador. Con los meses y los años los dibujos se multiplicaron hasta ser miles y finalmente Hokusai los publicó en una serie de 14 libros llamados Manga (1814-1878), que quiere decir “dibujos caprichosos”, pero para él significaba algo así como “el pincel que se volvió salvaje”. Son los precursores de las actuales historietas japonesas.

Manga, vol. 4, personas nadando y buceando.

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Hokusai, que tuvo más de 30 seudónimos a lo largo de su vida productiva, murió a los 89 años, sin haber logrado penetrar el verdadero significado del arte. Pero si observamos la que, al parecer, fue su última obra, El dragón de humo que se escapa del Monte Fuji (1849) nos daremos cuenta de que casi lo logró. Es una especie de síntesis de los motivos que lo apasionaron a lo largo de su ruta artística: el poder de la naturaleza que representa el monte-emblema de Japón, la ligereza del humo que brota de él, con la misma movilidad, aún más vaporosa, que la gran ola por la que se le recuerda, el misticismo del dragón que escapa hacia las alturas entre las cenizas, la elegancia incomparable de la composición vertical que hacen de Hokusai un artista inolvidable.

Dragón de humo escapando del Monte Fuji (1849).

Paisajes de la Mente o la justificación del “elitismo” del arte

Éste es el último fin de semana de la exposición Landscapes of the Mind. Paisajismo británico. Colección Tate, 1690-2007 en el Museo Nacional de Arte, y si no la ha visto debería aprovechar e ir. La experiencia es, fuera de cualquier cliché, todo un gozo.

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Ya han pasado dos meses desde que yo misma fui a visitarla. Creo que llegué como a las 12:30, casi 1 de la tarde, y salí unas dos o tres horas después, contenta y satisfecha por lo que acababa de ver. Si bien esta exposición no es trendy o interactiva, como la Obsesión Infinita de Yayoi Kusama y no convoca largas colas que pareciera que algo regalan en el museo, sí es un clásico, un must. De hecho, a diferencia de la de la japonesa, ésta cae dentro de la old school y entre las reglas está no tomar fotos, por lo que muchos dirían que vuelve a la cerrazón elitista del arte y los museos… quizá. Pero no. Personalmente, yo no lo veo así. Es que, en cualquier caso, esto no se trata de una instalación moderna con miles de lucecitas, espejos y figuras geométricas, sino de cuadros muy antiguos —unos más que otros— que de verdad necesitan cuidados especiales para que no se dañen. No es cerrazón, no es elitismo, es preservar el arte para las futuras generaciones.

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Si bien he de confesar que al principio, cuando supe que uno no podía hacerse selfies o tomarle foto a su cuadro favorito, al menos no tan descaradamente, me desilusioné, pues quería presumir mi visita en las redes sociales; luego caí en la cuenta de que las razones que tienen para prohibir esto están más que justificadas. Y de que, finalmente, una visita al museo se disfruta más sin tener que estar informándole a la gente que estás frente a tal o cual cuadro (aunque a veces dan unas ganas enormes de presumir, eso sí), pues la finalidad es precisamente disfrutar el ahí y ahora, la sensación que a uno le produce dicha obra en ese mismo momento.

The Badminton Game 1972-3 by David Inshaw born 1943El paisajismo significa “la contribución más grande de Gran Bretaña al arte europeo” y, además, ofrece una gran diversidad estética, aunque en principio uno pueda pensar lo contrario. En la colección que presenta el Munal, podemos ver 111 piezas que van desde el siglo XVIII, pasan por el Romanticismo, el Prerrafaelismo, el Impresionismo, las vanguardias y el modernismo, hasta llegar a la revitalidad del género en nuestros días. Así, arte tradicional y contemporáneo se unen en un solo lugar y momento, haciendo más fácil la comprensión de los procesos que desembocaron en cómo se representa al paisaje hoy en día. En Landscapes of the Mind encontramos a artistas como Gainsborough, Stubbs, J.M.W. Turner, Constable, Whistler, Nicholson y David Hockney. Particularmente, me emocioné cuando vi el único cuadro de L.S. Lowry, un favorito personal, y me gustaron mucho: “Tractor in Landscape”, de Kenneth Rowntree; “The Badmington Game”, de David Inshaw; “Three Daughters of John, 3rd Earl of Bute”, de Johan Zoffany, y el impresionante “The Destruction of Pompei and Herculaneum”, de John Turner.

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El domingo 21 de junio es su última oportunidad para ver éstas y otras obras. ¡No lo dude y vaya! Encuentre más información aquí.

La exposición forma parte de los festejos por el Año Dual México – Reino Unido 2015.