A las mujeres no les ha sido fácil entrar en territorios “dominados” por los hombres, y el caso de la medicina no es la excepción. Por ello, y para celebrar el Día Mundial de la Mujer Médica, presentamos las minihistorias de tres pioneras que lograron ser doctoras y abrir a las mujeres el camino hacia el estudio y la práctica de esta profesión.
Doctora Elizabeth Blackwell: primera médica titulada de los Estados Unidos
(Reino Unido, 3 de febrero de 1821-31 de mayo de 1910).
Aunque nació en Bristol, Inglaterra, a los once años, Elizabeth emigró a los Estados Unidos junto a sus padres y sus siete hermanos. Ahí recibió una educación básica de calidad y participó en organizaciones antiesclavistas.
Ver sufrir y morir de cáncer de útero a una amiga de su madre la convenció de estudiar medicina. No fue fácil. Por ser mujer, fue rechazada de al menos una docena de escuelas, hasta que se quedó en el Geneva Medical College, donde hicieron una votación entre los alumnos para decidir si la admitían. Como les pareció divertido que una chica estudiara con ellos, votaron a favor. Pensaron que no resistiría, pero terminó en primer lugar de su generación.
Le fue imposible obtener un trabajo en Estados Unidos, por lo que partió a Francia para especializarse en cirugía. No lo logró porque, al tratar a un paciente, una sustancia le cayó en el ojo y lo perdió; el resto de su vida debió usar un ojo de vidrio.
Viajó a Reino Unido, donde conoció a la pionera de la enfermería moderna, Florence Nightingale, con quien tuvo una larga amistad. Finalmente, regresó a Estados Unidos, donde puso un dispensario para atender a mujeres de bajos recursos. Poco a poco fue ganando prestigio y consiguió establecer otras clínicas, así como escuelas de enfermería y de medicina para mujeres. Lo mismo hizo cuando decidió volver a Reino Unido, donde se consagró a la medicina hasta su muerte, a los 90 años.
Sus investigaciones, trabajos académicos y práctica médica estuvieron enfocados en la medicina preventiva (aconsejaba sobre hábitos saludables e higiénicos), la planificación familiar y la sexualidad femenina. Además de tratar sus enfermedades, supo brindar una atención humanitaria a sus pacientes.
En honor de la doctora Elizabeth Blackwell, cada 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer Médica.
Doctora Rita Levi-Montalcini: Premio Nobel de Medicina
(Italia, 22 de abril de 1909-30 de diciembre de 2012).
Rita nació en Turín. Su hermana gemela, Paola, se dedicó a las artes plásticas, mientras que Rita se interesó por la ciencia, particularmente en la medicina, luego de que su institutriz falleciera de cáncer de estómago. Aunque su papá pensaba que las mujeres debían dedicarse a ser esposas y madres, Rita y su mamá lo convencieron para que la dejara estudiar medicina.
En la Universidad de Turín, había 300 estudiantes de medicina, de los cuales solo seis eran mujeres, Rita entre ellas. Ahí conoció a su mentor Giuseppe Levi, con quien hizo sus primeras investigaciones. Sin embargo, al empezar la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro Benito Mussolini inició persecuciones contra los judíos, por lo que Rita huyó a Bélgica, donde continuó trabajando. Al regresar a Italia, instaló un laboratorio en su casa y se especializó en neurología y psiquiatría.
Tuvo la oportunidad de viajar a la Universidad de Washington, donde continuó sus investigaciones y, junto al doctor Stanley Cohen, hizo su descubrimiento más importante: el factor de crecimiento nervioso, el cual “contribuye en la regulación de la función de células neuronales y no neuronales en organismos adultos”. La doctora Levi-Montalcini aportó evidencia acerca del importante papel que juega este factor en las fases iniciales del desarrollo embrionario.
Rita continuó sus investigaciones; a la par publicó varios libros, fundó una asociación para apoyar los estudios de mujeres interesadas en la ciencia y fue senadora en su Italia natal, donde murió a los 103 años.
El descubrimiento del factor de crecimiento nervioso abrió nuevas perspectivas en el estudio y tratamiento del glaucoma y otras enfermedades neurodegenerativas. Por ello, los doctores Rita Levi-Montalcini y Stanley Cohen recibieron el Premio Nobel de Medicina en 1986.
Doctora Matilde Montoya: primera médica mexicana
(Ciudad de México, 14 de marzo de 1859-26 de enero de 1938).
A Matilde le gustó estudiar desde pequeña. A los 12 años, entró a la Escuela de Parteras y Obstetras, de donde egresó a los 16 años, y ejerció los diez años siguientes como asistente médica en Puebla y Veracruz. Pero ella quería más, quería ser doctora.
Hizo el examen para estudiar en la Escuela de Medicina en Puebla, pero, aunque lo pasó, no pudo entrar por ser mujer. Hizo un segundo examen, esta vez en la Escuela Nacional de Medicina, en la Ciudad de México, donde sí fue admitida. Sin embargo, una parte de la comunidad médica no podía aceptar a esa “mujer perversa” en la facultad, consideraban que era impúdica y peligrosa por “querer ver cadáveres de hombres desnudos”.
La Escuela de Medicina se dividía entre los “Montoyos”, que apoyaban a Matilde, y sus enemigos, que la criticaban y se burlaban de ella. Sus detractores se valieron de artimañas para que la dieran de baja de la facultad: Matilde tenía que recursar latín, francés y geografía para pedir que la readmitieran, pero tampoco la dejaban estudiar estas materias porque el reglamento solo decía “alumnos” y no “alumnas”. Finalmente, le escribió una carta al entonces presidente Porfirio Díaz, para que modificara esta regla. Por suerte, este la escuchó e intervino a su favor.
Díaz también solicitó que le permitieran a Matilde hacer su examen profesional, de hecho, tuvo que emitir un decreto para que se lo aplicaran. Se cuenta que, el día del examen, ella no lo iba a realizar en el lujoso salón principal, sino en un salón menor porque no tenía la jerarquía suficiente, o sea, no era hombre. Pero unos minutos antes de empezar, les avisaron que el mismísimo Porfirio Díaz se dirigía a ver el examen, por lo que no tuvieron más remedio que hacérselo en el salón principal.
Una vez titulada, además de ejercer su profesión, la doctora Matilde siguió promoviendo que más mujeres estudiaran medicina. Fue miembro de asociaciones femeninas como el Ateneo Mexicano de Mujeres y Las Hijas de Anáhuac, pero nunca le permitieron entrar a ninguna academia médica, que solo eran para varones. Ella misma, junto con otras colegas, fundó la Asociación de Médicas Mexicanas.
La doctora Matilde Montoya ejerció en dos consultorios particulares hasta su muerte, a los 79 años. En 2023, tan solo de la Universidad Nacional Autónoma de México, egresaron 890 médicos generales; de estos, 556 fueron mujeres.
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