American Psycho: 25 años de inigualable transgresión

american-psycho

Fue en el año de 1991 que Bret Easton Ellis, autor de obras como Less Than Zero (1985) y The Rules of Attraction (1987), presentó al mundo una obra maestra de la literatura contemporánea que habría de levantar una enorme polvareda de controversia.

El ensordecedor escándalo que giró al rededor de la novela American Psycho no se debió exclusivamente a la naturaleza incorrecta de sus personajes, ni a los violentos pasajes que retrataba con maestría casi pericial; sino a esa afilada crítica que su autor desplegaba hacia la sociedad norteamericana.

Patrick Bateman, el protagonista de esta explosiva obra, es una representación de esa serie de instintos depredadores que nuestra sociedad tiende a definir enfermizamente como admirables. Joven, rico, guapo, arrogante; Patrick se desenvuelve como pez en el agua en un contexto hecho a su medida. Facultad que le permite desarrollar paralelamente su verdadera vocación: el asesinato múltiple.

Valiéndose de un delirante realismo que a menudo se encuentra a sólo un paso de caer en la más provocativa de las exageraciones surrealistas, Breat Easton Ellis nos sumerge en una sociedad yuppie que, en el mejor de los casos, resulta grotesca.

Es en este estrato misógino, autocomplaciente y clasista donde aparece la temible figura de Patrick; fungiendo como el predador por excelencia en este reino de individuos de billetera gorda y alma negra.

Un simbolismo que nos recuerda que, incluso en el contexto más alienado y banal, existen monstruos que ostentan fachadas inquietantemente humanas; seres negativamente excepcionales que están dispuestos a transgredir esa normalidad que todos asumimos como un asunto indiscutible.

A esto se suma un manejo del horror y del suspenso el cual, gracias a la ingeniosa y desenfada narrativa en primera persona cultivada por el autor, se vuelve doblemente inquietante; haciendo ruborizar a aquellos escritores “consagrados” dentro del género de lo siniestro.

A un cuarto de siglo después de su surgimiento, American Psycho continua fungiendo como una de las muestras más palpables de esas afiladas características literarias que, mediante un despliegue de obscura belleza, logran calcar uno de los estratos más incómodos y reales de nuestra condición.