Black Hole: de la adolescencia y sus horrores

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El horror corporal es un subgénero el cual, a causa de su poderosa carga dramática, se vuelve una acertada herramienta al momento de indagar en los aspectos más complejos de la naturaleza humana.

El escritor Charles Burns nos ofrece un claro ejemplo de este asunto con su aclamada novela gráfica Black Hole.

Instalándonos en la década de los setenta, esta trama nos presenta a un grupo de adolescentes cuyo despertar sexual se ve ensombrecido a causa de una enfermedad venérea que transforma a sus portadores en seres notablemente deformes.

Es de esta forma que el cuerpo humano se torna un lienzo por medio del cual el autor materializa una serie de pavorosas mutaciones que no son más que una representación del malestar existencial que suele aquejar a los individuos durante el doloroso recorrido hacia la madurez.

Los cambios físicos sufridos por los protagonistas no son más que una metáfora de la naturaleza trágica de la condición humana; misma que se hace doblemente evidente en un mundo reinado por el distanciamiento y la indiferencia.

Al mismo tiempo, Burns nos ofrece una reflexión acerca de esos procesos que transforman a las nuevas generaciones en auténticas “monstruosidades” frente a los ojos de su sociedad progenitora.

Asunto en el que la indefensión de los adolescentes ante sus propios impulsos se alza como un fenómeno que concluye con la destrucción física y emocional del individuo.

La narrativa onírica cultivada en Black Hole se ve apoyada mediante una estética en blanco y negro que termina por sumergir al lector en una atmósfera obscura e intrigante.

Valiéndose de las posibilidades del arte grotesco, Charles Burns nos ofrece un conmovedor relato el cual, a pesar de su naturaleza fantástica, puntualiza conflictos que todo ser humano ha experimentado alguna vez durante su peregrinar por este mundo.