Día Mundial del Café: ese líquido negro y reconfortante

Estoy leyendo los libros de Camilla Läckberg, una señora sueca que escribe novelas policiacas. Pero ese no es el punto. El punto es que, en todas estas obras, los policías hacen muchas visitas: a testigos, sospechosos, colegas, expertos, asociaciones, oficinas y demás. Y en cada novela hay de cincuenta a cien menciones al café.

Al parecer, los suecos son estupendos anfitriones (al menos en el pueblo donde ocurren las truculentas historias ideadas por Läckberg) porque en casi todos los lugares que visitan les ofrecen a los policías café y, de ser posible, galletas o pan dulce hecho en casa. También beben mucho café a solas o en familia.

Foto por James Owen en Unsplash

Lo beben los asesinos y las víctimas. Lo toman solo o con leche, con una, dos o tres cucharadas de azúcar, cargado o ligero; lo toman incluso aunque se les haya enfriado o sea de mala calidad. Lo beben para confortarse, para despertar, para conversar, para resistir e incluso por educación; para convivir, por costumbre, para desayunar, almorzar o cenar. Cuando están angustiados, estresados o confundidos, se aferran a su taza de café.

O quizá simplemente lo beben por amor, por puro cariño a ese líquido negro, amargo y reconfortante.

Yo me siento sueca en mi relación con el café, forma parte de mi cotidianeidad, y también engalana las ocasiones especiales. Lo he bebido desesperada, triste o trasnochada; sola o con amigos; lo he acompañado con un lujoso pastel o un pan para hot dog untado en mantequilla. El chiste es aspirar su aroma, sentir su sabor y cómo recorre mi garganta y me hace vivir…

Foto por Nathan Dumlao en Unsplash

¡Ah, el café! Aquí están unas cuantas menciones de las novelas de Läckberg, para que vean que no miento y corran a hacerse un buen cafecito.

“Puso el filtro, vertió el agua, abrió la lata del café, contó las cucharadas y apretó el botón. Enseguida empezó a salir vapor del café burbujeante.”

“Signe siempre se tomaba el café en la delicada taza de color blanco con una orla de rosas pintada en el borde, mientras que él [Gunnar] prefería una de cerámica más consistente, que habían comprado en una excursión en autobús a Gräna. Café solo con un terrón de azúcar para él, café con leche y dos terrones para ella.”

“Ahora todos se habían sentado con una taza de café humeante.”

Foto por Ali Yahya en Unsplash

“Reía y bromeaba y nos seguía cuando hablábamos de programas de televisión y de los temas que salen a relucir en las pausas del café.”

“La mesa de la cocina estaba puesta con el café.”

“Café y pastas tanto para el luto como para las fiestas. En su trabajo como policía, se había tragado litros y litros de café en las visitas a los habitantes del municipio.”

“Ya se le había enfriado el café, pero siguió bebiendo a sorbitos.”

“El café era lo que la mantenía en funcionamiento y tomaba tanto que seguramente le corría por las venas en lugar de sangre.”

“Algún vicio hay que tener, y la cafeína no es de los peores.”

Foto por Irene Kredenets en Unsplash

“Se había levantado para servir más café.”

“Dudó un instante y tomó un trago de café.”

“He pensado que podríamos tomar café y hablar aquí, en el muelle.”

“Ya sabemos cómo me pongo cuando no me tomo un café. Un poco loca.”

“La otra mano se aferraba aún convulsamente al tarro de café.”

“Nunca digo que no a un café.”

“Algún imbécil se ha tomado el último café y ha dejado la cafetera encendida.”

“Alargó el brazo en busca de una galleta, que mojó en el café.”

“Pasa, te invito a un café.”

“He preparado café y unos bocadillos, por si no les ha dado tiempo de desayunar.”

“Un jersey colgado del respaldo de una silla, una taza de café junto a un libro abierto en la mesa…”

“No tardó en aparecer tras ella, atraído por las voces que se oían en la cocina y por el olor a café.”

“Siéntese usted también, voy a poner café.”

“Aquí viene el café.”

“Pidió un café grande, que apuró de un trago para que la cafeína surtiese efecto enseguida.”

“Acompañarás el café con unas galletitas, ¿no?”

“Gracias por el café y por la charla.”

Foto por Kenny Timmer en Unsplash

“¿Se habrían ido todos a tomar café sin avisarle?”

“Tengo café, café del bueno, fuerte.”

“Se levantó de la cama con cuidado, se vistió, bajó a la cocina y puso el café.”

“Se le ahogó la voz y tomó un poco de café.”

“Se tomó el café de pie.”

“Cuando él decidía tomarse una taza de café, ya no quedaba ni una gota.”

“Tenía los nudillos blancos de tanto apretar la taza de café.”

“¿Quieren café?”

“Tomó un sorbo de café mientras aguardaba la respuesta.”

“Bueno, qué, ¿hay café o lo vas a guardar para otros invitados?”

Foto por Andrew “Donovan” Valdivia en Unsplash

“Cogió el termo de café para llenar las tazas y Hanna se puso un poco de leche antes de remover.”

“En sus manos, que sostenían la taza de café, se apreciaba un ligero temblor.”

“Estaban sentadas en la terraza, tomando café bien abrigadas bajo unas mantas.”

“Aceptó agradecido una taza de café.”

“Suspiró para sus adentros y tomó otro trago de café.”

“Había servido café, unas tazas muy bonitas que, con toda seguridad, pertenecían a la vajilla fina.”

“Creyó que podrían necesitar tanto una taza de café bien cargado como algún bollo.”

“La señora que les había abierto la puerta apareció con una bandeja de café y galletas.”

“Bajó las escaleras refunfuñando en busca de la primera taza de café del día, con la esperanza de que le ayudase a despejar la nebulosa.”

“Hacía demasiado calor para tomar café, pero necesitaba algo fuerte y el alcohol no era lo más adecuado.”

“Oye, necesito un café.”

“Un bocadillo que engulló ávidamente junto con una taza de café.”

“Se sirvieron el café del termo en dos grandes tazones y lo acompañaron de unos bollos de canela.”

“El café llevaba demasiado rato calentándose en la cafetera eléctrica, pero ya se habían habituado, así que ambos lo bebían con avidez.”

“El café sabía a latón, pero lo bebieron sin darlo a entender con alguna mueca.”

“En las grandes ocasiones, se tomaba el café en un platillo, con un terrón de azúcar entre los dientes.”

“Qué bien me va a sentar un café.”

“Acabo de poner café. ¿Leche? ¿Azúcar?”

“Tomaron el café en animada conversación mientras los perros alborotaban por el piso.”

“Pondré café.”

“Pondré café.”

“Pondré café.”

“Pondré café.”

“Pondré café.”

Ah, y lo que también descubrí en estas novelas es que en Suecia, en verano, hace un calorón.

“¿Un café para terminar?”

Foto por Vladyslav Bahara en Unsplash

 

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