En este nuevo episodio de Ñoñerías de la lengua, Susana, Marilú y el resto de la pandilla te platican las diferencias entre lenguaje formal e informal, por qué existen y para qué sirven. Además, nos explican qué demonios es el pleonasmo y por qué debes evitarlo por lo que más quieras.
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La diferencia entre lenguaje formal e informal va mucho más allá de hablar de tú o de usted, o de utilizar o no groserías.
En realidad, usamos el lenguaje formal cuando nos apegamos a las convenciones de la gramática, sintaxis, ortografía y hasta fonética. Es nuestra carta de presentación cuando conocemos a una persona nueva, cuando vamos a una entrevista de trabajo, al tratar a un cliente nuevo o cuando consultamos a un profesional de la salud, por poner ejemplos en los que es muy importante comunicarnos correctamente sin necesidad del contexto de cada persona.
Por otro lado, el lenguaje informal es el que usamos en nuestro contexto. A pesar de que parece sinónimo de “hablar mal”, en realidad es la manera en la que nos comunicamos sin guardar las formas y reglas, básicamente porque no es necesario para comunicarnos con nuestra familia, vecinos, amigos y compañeros de trabajo.
Por ejemplo, puede ocurrir que una familia use una frase recurrente con fallas gramaticales. Estos errores no importan en el contexto familiar porque todos lo entienden, sin embargo, cuando cambias de contexto, es posible que tu interlocutor no te comprenda. Es por eso que los modismos y las groserías pertenecen al lenguaje informal, porque al cambiar de contexto pueden tener un impacto diferente.
Mientas tanto el pleonasmo es una figura retórica que utiliza una o más palabras innecesarias para intensificar un significado. Por ejemplo, cuando una dice “lo vi con mis propios ojos”, es suficiente con decir “lo vi”, aunque eso sí, en este caso se pierde intensidad y dramatismo.
Pero como todo en la vida, nada con exceso. Cuando usamos pleonasmos sin la intención de darle más expresividad a una frase, en realidad es un error y se conoce también como redundancia o pleonasmo vicioso. Son tan comunes que se usan sin ton ni son en el lenguaje informal, pero pueden hacer ruido si se cuelan en el lenguaje formal.
Haz clic y descubre más sobre estos temas en el episodio 11 de Ñoñerías de la lengua.
