Según el último estudio realizado por la AMIPCI en abril de 2015 sobre los hábitos del internauta Mexicano, “el acceso a redes sociales ya es la principal actividad online, por encima de enviar/recibir mails, aunque es para un uso mayoritariamente de ocio”, con un 85%. De ahí para 82% de los encuestados tener un smartphone es “muy importante”.
“9 de cada 10 internautas usan redes sociales, principalmente, para comunicarse con sus amigos, seguido del querer estar informado (que ha aumentado significativamente este 2015). La red social por excelencia es Facebook. Twitter e Instagram ganan relevancia en el móvil”.
Si a lo anterior le sumamos una nota que he leído recientemente en el Washington Post, entonces todo tendrá sentido a continuación y justificará el título de esta nota.
Cuando una persona decide abrir un perfil en cualquier red social debería estar consciente de que en ese momento – a reserva de que aplique filtros de privacidad y restricciones – cualquier cosa que publique, foto que comparta o video que suba será público. Y con un gran poder, viene una gran responsabilidad, eso lo sabe el Hombre Araña y también deberían saberlo todos los habitantes de este planeta con un smartphone, acceso a internet y redes sociales.
Carter Reynolds es un chico “común y corriente” de 19 años que vive en Los Ángeles. En su cuenta de Twitter tiene 2.41 millones de seguidores; y en Vine 4.3 millones con alrededor de 770,659,525 loops. Es una súper estrella de las redes sociales por subir videos de 6 segundos. Tiene una legión de adolescentes fanáticas que le siguen a todas partes y que por supuesto, quisieran ser parte del universo del joven Carter Reynolds.
En junio pasado se “filtró” a través de las redes un video en el que Carter obligaba a su novia menor de edad Maggie Lindermann a tener ciertas prácticas sexuales con él, incluso cuando ella se rehusaba a hacerlo y se sentía incómoda. Carter está enfrentando acusaciones por violación, además de que los medios especulan sobre el final de su carrera en Vine, lo cual creo que no sucederá.
Sin embargo, más allá de lo que ocurra con Carter -que por cierto ya no es novio de Maggie-, su fama y fortuna deben estarse sobre poniendo ante el escándalo que lo tiene en titulares de prácticamente todos los medios, incluyendo el Washington Post; acompañado de unos 7.4 millones de seguidores en SoundCloud en donde además canta, bueno, hace hip-hop.
Entonces, todos somos figuras públicas, sin importar la edad, todos tenemos el poder de grabar videos de 6 segundos haciendo cosas divertidas, tontas, obscenas y nadie puede decirnos que no, nadie puede restringir lo que hacemos, nadie puede dictarnos reglas de comportamiento… somos libres allá arriba de hacer lo que nos venga en gana. Podemos pasar de ser completos desconocidos a estrellas de las redes sociales y conseguir casi cualquier cosa. Los números de seguidores se han convertido en una nueva droga virtual, hay que tener muchos, hay que tenerlos a todos, hay que alimentarlos, procurarlos, entregarles contenido y más contenido no importa cuál sea la calidad. Es como un circo romano digital.
Por tanto no debería de haber quejas ni reclamos ni arrepentimientos ni siquiera sentir un poquito de vergüenza, porque una vez que decides dar clic en enviar, será cuestión de segundos para que ese mensaje, fotografía o video inteligente o estúpido sea visto por lo menos por un par de personas ajenas a uno. El concepto inicial de las redes sociales basado en compartir con amigos, hoy en día se ha dinamizado todo es exponencial.
Qué más da lo que alguien publicó en Twitter, a los dos segundos habrá algo más interesante que viralizar, alguien más a quien criticar o dejar expuesto. ¿Cuál es tu excusa?