El lugar de moda en la ciudad de México, el que ha causado furor, es tan pequeño que apenas caben ocho mesas y los postes, puentes y repisas para sus famosos inquilinos: seis gatos provenientes de un albergue, cinco de los cuales se encuentran en adopción (por cierto, ya todos tienen una larga lista de espera de posibles adoptantes en tan sólo una semana que lleva abierto). Es el Cat Café, o café de gatos, de La Gatería, donde los comensales conviven con mininos.
Ir a este flamante local en la colonia Roma supone toda una aventura, pues hay que armarse de paciencia para poder entrar: normalmente, un fin de semana, uno espera entre una y dos horas por una mesa, afuera o dentro de la pequeña tienda que sirve como antesala; la antecesora del café es una boutique para gatos que hace las delicias de todo cat lover.
Yo misma decidí aventurarme el pasado fin de semana, el primero del mes de junio, y probar mi suerte. La cual, finalmente, no fue tanta, pues tuve que esperar unas dos horas para poder sentarme menos de una y disfrutar de la nueva experiencia. En realidad vale la pena si uno adora a los bigotones, pues se está muy bien ahí, entre gatitos dormidos, música clásica y el menú, que es una delicia vegetariana (pedí una infusión de catnip con miel de agave, la especialidad de la casa, y un pan con caprese y pesto). Me daban ganas de sacar mi libro y ponerme a leer (no lo hice porque iba acompañada y mi compañía tenía prisa). Algún día tendré que regresar, un día que no haya tanta afluencia de gente y/o más temprano.
Cuando estaba a punto de entrar, casi al filo de las 4 de la tarde, a la gente que llegaba le decían que la lista de espera era larga, que mejor volvieran otro día. Supongo que mi suerte no fue del todo mala. Además, mientras esperaba, me entretuve viendo las cosas de la tienda y hasta le compré un regalo a mi adorada gata.
Lo único que espero es que se vayan organizando poco a poco, que quizás incluso lleguen a ampliar el lugar o a abrir otra sucursal y, sobre todas las cosas, que la gente aprenda a convivir en armonía con los gatos, a respetarlos y estar conscientes de que no son un juguete con el que se puede jugar a su antojo, sino seres vivos que se acercarán y se acurrucarán con uno si ellos tienen ganas de hacerlo. Finalmente es perfecto estar ahí, en toda tranquilidad, mientras escuchas música suave, lees o platicas con alguien y disfrutas de tu tecito o cafecito, rodeado de mininos echando la siesta o meditando.