El caso Memphis
Memphis, Tennessee, es conocida por ser “la ciudad de Elvis”. Ahí triunfaron el rey criollo, Johnny Cash y B. B. King. Es la cuna de Aretha Franklin, el lugar donde se filmaron El silencio de los inocentes y 21 gramos, y donde John Grisham escribió sus novelas más célebres.
Regada por el río Misisipi, cruzada por autopistas y vías del ferrocarril, Memphis fue también la industriosa ciudad elegida por Elon Musk para instalar Colossus, según él “la supercomputadora más grande del mundo”, que actualmente entrena a Grok, el chatbot que le hará la competencia a ChatGPT y otros tantos.
En la zona suroeste de Memphis, cerca de una refinería, una siderúrgica y una central de gas, se asientan desde 2024 las instalaciones de xAI, la empresa de Musk que desarrolló Colossus. El magnate prometió llevar empleos, impuestos y tecnología de vanguardia a la ciudad, pero hasta ahora solo ha llevado controversias y contaminación, afectando la salud de quienes viven en algunos de los barrios menos favorecidos de la ciudad.
Y es que entrenar a una inteligencia artificial (IA) requiere enormes cantidades de agua y de energía. Tan solo para acelerar el entrenamiento de Grok, xAl requirió una cantidad de electricidad que no pudo brindarle Memphis, por lo que instaló (antes de pedir los permisos correspondientes) cuatro turbinas de gas móviles, las cuales, además de electricidad, liberan sustancias contaminantes como formaldehído y óxido nitroso, que ponen en riesgo la salud de los habitantes de las cercanías.
Se sabe que están tramitando los permisos para instalar 11 turbinas más, con lo que las emisiones de formaldehído llegarán a casi diez toneladas, un límite crítico, puesto que es sabido que esta sustancia causa cáncer. Pero ahí no se detendrán. Musk ya confirmó la compra de un terreno de cerca de 100 mil metros cuadrados para construir un segundo centro de datos que enrarecerá aún más el ya turbio aire de Memphis.
La enorme huella ambiental de la inteligencia artificial
La inteligencia artificial tiene actualmente una gran cantidad de aplicaciones, desde ayudarnos a medir nuestras emisiones de carbono hasta hacernos en la versión caricatura que publicamos en Instagram… y las que nos faltan por descubrir.
Sin embargo, ya dijimos que entrenar a las IA requiere tener centros de datos que consumen enormes cantidades de agua y energía. Estas instalaciones necesitan agua potable para sus sistemas de enfriamiento, se estima que la infraestructura relacionada con esta inteligencia podría consumir seis veces más agua que la que utiliza todo Dinamarca, un país de seis millones de habitantes. O sea que, solo por poner un ejemplo, por cada diez preguntas que le haces a ChatGPT es como si consumieras una botella de agua de medio litro.
Pero eso no es todo: una inocente pregunta que le haces a Chat GPT gasta diez veces más electricidad que una búsqueda en Google; las horas de entrenamiento de una IA se traducen en un mayor gasto energético y, por supuesto, económico. Sin contar con que los microchips que alimentan a la IA están hechos de minerales raros que se extraen de forma poco sostenible, y los servidores producen residuos que contienen sustancias peligrosas como plomo y mercurio.
El caso de Memphis parece único, pero en realidad es solo uno de los muchos centros de datos que diversas empresas tecnológicas están instalando por el mundo. Cuanta más tecnología pedimos los usuarios, más centros de datos se construyen y más energía consumen. Energía que, al menos por ahora, es alimentada con combustibles fósiles.
Apenas se empiezan a enfocar unos pocos esfuerzos en disminuir el impacto ambiental de la inteligencia artificial por medio de legislaciones y sustitución por energías verdes. Mientras tanto, nuestro planeta se sigue calentando más de lo que debería, así que el Día Mundial del Medio Ambiente parece ser el momento justo para reflexionar en lo que implica el uso de la IA, así como para pensar en cómo lograr que nuestro planeta soporte el impacto al que actualmente lo estamos sometiendo.
La IA está en todos lados, conoce cómo esta tecnología ha impactado también la producción de pódcast.