Dijo Moisés a Yahveh: “¡Por favor, Señor! Yo no he sido nunca hombre de palabra fácil, ni aun después de haber hablado tú con tu siervo; sino que soy torpe de boca y de lengua.”
la Biblia, Éxodo 4: 10-12
¿Sería Moisés, al que el mismísimo Yahveh/Dios le entregó las tablas de los diez mandamientos (y de paso le encargó la liberación de los israelíes del dominio egipcio), uno de los primeros tartamudos documentados de la historia?
Nunca lo sabremos, lo cierto es que el 22 de octubre fue nombrado Día Mundial del Conocimiento de la Tartamudez, por lo que aquí recordamos a algunas personalidades que han vivido con esta característica.
“Scatman (Ski Ba Bop Ba Dop Bop)”, de Scatman John. Él tenía disfemia y recibió un premio por sus contribuciones a la comunidad de tartamudos.
Un trastorno pasajero
Según información de Mayo Clinic, la tartamudez o disfemia o balbuceo “es un trastorno del habla que conlleva problemas frecuentes y considerables de fluidez normal y de continuidad del habla. Las personas que tartamudean saben lo que quieren decir, pero tienen dificultades para decirlo.”
Es frecuente en niños pequeños, porque sus capacidades de lenguaje no se han desarrollado lo suficiente y no alcanzan a decir todo lo que quieren y que se agolpa en su cerebro. La mayoría lo supera cuando crece.
O no.
Entonces, ya de adultos, hay que recurrir con un especialista (generalmente un logopeda) que nos dará la terapia adecuada para poder superar este trastorno. Aunque muchos tartamudos suelen sufrir bullying en la escuela o burlas en el ambiente laboral, la disfemia no es un obstáculo para que puedan tener una vida satisfactoria. Aquí algunos casos de éxito.
Los oradores
¿Qué? ¿Un orador profesional puede ser tartamudo? El ejemplo perfecto es Demóstenes, uno de los mejores oradores de la antigua Grecia, se preparaba para no tartamudear en sus discursos llenándose la boca de piedritas y recitando sobre el sonido del mar. El historiador Plutarco decía que más que tartamudez, el buen Demóstenes tenía problemas respiratorios, pero a saber…
Al emperador romano Claudio muchos no lo consideraron suficientemente listo por su forma vacilante de hablar, pero él, astuto, lo aprovechaba para tomar ventaja sobre sus enemigos.
Winston Churchill, primer ministro de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial y uno de los políticos más connotados de la historia moderna, confesaba haber sido tartamudo en su juventud.
La disfemia del rey Jorge VI de Inglaterra (el que tuvo que “abrazar la corona” porque su hermano mayor renunció a ella) cobró fama gracias a la película El discurso del rey (2010), donde se ve cómo el terapeuta Lionel Logue lo ayuda a superarla.
El escritor Jorge Luis Borges fue siempre un tipo tímido e introvertido, sin embargo, cuando se volvió famoso tuvo que buscar ayuda médica para superar la tartamudez y poder dar conferencias.
Los científicos
Se dice que Isaac Newton, Albert Einstein y Charles Darwin tartamudeaban. Alan Turing, el padre de la computación, fue acosado tanto por su homosexualidad como por su dificultad para articular el lenguaje.
Lewis Carroll, que además de escritor y ministro anglicano, era matemático, era muy tímido, pero platicando con niños disminuía su timidez y con ella, lo tartamudo.
Ludwig Wittgenstein desarrolló el concepto filosófico de los juegos del lenguaje, nunca consideró la tartamudez como un defecto y fue un buen profesor de filosofía.
Y a Elon Musk, el inventor y empresario fundador de Tesla, SpaceX y PayPal, de vez en cuando se le escapan balbuceos.
Los actores
Algunos actores de Hollywood que en su vida cotidiana tartamudean, han descubierto que tener aprendidas las líneas de su papel les borra la disfemia. Es el caso de Nicole Kidman, Julia Roberts, Emily Blunt, Samuel L. Jackson y James Earl Jones (la hermosa voz de Darth Vader y Mufasa).
Rowan Atkinson, o sea, Mr. Bean también es tartamudo, James Stewart supo aprovechar sus balbuceos para darle naturalidad a sus personajes, y la sensual Marilyn Monroe fue una niña balbuceante, una adolescente disfémica que mediante técnicas de respiración logró el control de su habla.
Los cantantes
B.B. King y Mark Anthony fueron “buleados” de niños por ser los tartamudos del salón, pero de grandes descubrieron que cantar es un remedio infalible contra la disfemia. Y John Paul Larkin mejor conocido como Scatman John, convirtió su mayor problema en una cualidad y con su música inspiró y consoló a los niños que sufren tartamudez.
Tartamudos animados de ayer y hoy
Demóstenes, de Don Gato y su pandilla, Jimmy, de South Park y Porky, probablemente el tartamudo más célebre de todos los tiempos, nos recuerdan que más que un trastorno, la disfemia es una oportunidad para demostrar que nuestra vida siempre puede ser mejor.
Foto de entrada por Jason Rosewell en Unsplash