Desde 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 30 de julio como el Día Internacional de la Amistad. Con motivo de la fecha ofrecemos, a continuación, una serie de amistades que marcaron el cine por su carácter inusual. Películas cuyos protagonistas son enteramente disímiles, o parejas estrafalarias y grupos insólitos, en su mayoría inadaptados y parias que, no pudiendo encontrar identificación ni reconocimiento en la sociedad, por lo menos lograron el consuelo mediante la fraternidad con otros igual de incomprendidos o marginados.
1 Mandariinid (Zaza Urushadze, 2013)
Mandarinas tiene lugar durante la guerra de Abjasia (1992-1993) entre chechenos y georgianos. Todos han huido de una aldea emplazada en el corazón de la contienda, excepto el viejo Ivo —que se niega a abandonar su hogar hasta que sus árboles de mandarinas den frutos suficientes para comerciar con ellos— y un amigo suyo. Independientemente de la guerra, todo parece discurrir con cierta tranquilidad en la vida del hombre hasta que en una reyerta frente su casa, varios soldados chechenos mueren y quedan gravemente heridos su compañero y un auxiliar bélico georgiano. Ivo resuelve acoger a ambos en distintas habitaciones de su pequeña casa sin que se enteren de que quien tienen al lado es un enemigo, aunque finalmente conocen la verdad y juran matarse en cuanto recobren la salud. Pero a lo largo de la película, estos hombres colmados de ira y orgullo patriótico, que no tienen otra opción que convivir con el otro, van descubriendo que lo que tienen al lado no es un enemigo de ningún tipo, sino un ser humano, bondadoso y moralmente íntegro. Y todo en buena medida gracias a Ivo.
2 As good as it gets (James L. Brooks 1997)
Sin duda la película más popular y comercial de la lista, la mayoría por lo menos una vez se ha encontrado con ella un domingo cambiando los canales. Melvin Udall es un escritor de best-sellers de más de cincuenta años completamente desencantado con la vida, racista, homofóbico y que, además, padece de trastorno obsesivo compulsivo. A lo largo de la película Udall, a fuerza de convivir continuamente con su vecino homosexual y con una camarera desgraciada de la que desde el principio está enamorado sin saberlo, va perdiendo su misantropía y su narcisismo para volcarse en el exterior, y empieza a comprender que hay otras personas en el mundo y que sus problemas no son menos importantes que los de él. Cuando en un viaje tienen que pasar varios días juntos los tres, Melvin empieza a entender que, después de todo, el del problema sí es él. A pesar de ser una comedia romántica, los personajes tienen múltiples matices psicológicos y conflictos enteramente humanos, y por ello jamás se acerca al tópico.
3 Withnail and I (Bruce Robinson, 1987)
El filme británico es considerado de culto desde hace varios años. Narra las vicisitudes de dos amigos eminentemente disfuncionales: Withnail y Marwood. Ambos beben en exceso (el primero mucho más que el segundo), son actores de teatro de veintitantos y llevan mucho tiempo desempleados. Aunque de caracteres diametralmente opuestos —Withnail es aparatoso y sumamente histriónico y quejumbroso; Marwood, introspectivo y silencioso— comparten la desesperación, la desmoralización y la búsqueda de sentido. Los extraños amigos harán un viaje al campo con el objeto de apartarse del trajín y la confusión de la ciudad y tratar de poner orden a sus mentes, en una historia repleta de diálogos fársicos, incidentes absurdos y situaciones tan sombrías como cómicas.
4 Down by Law (Jim Jarmusch, 1986)
Tres hombres se conocen en la cárcel: un proxeneta, un turista italiano y un DJ. ¿Qué tienen en común, y qué tienen que ver? Absolutamente nada. Ya esto por sí solo describe lo variopinto de la cofradía, que finalmente escapa de la prisión y emprende un viaje en lo furtivo de bosques y caminos solitarios para evitar ser descubiertos, en una película a la que no le importan el crimen ni su esencia, la justicia, ni la perspectiva institucional o jurídica. Y ni siquiera la carcelaria pues no es intención del director retratar la vida de encierro por aprehensión, sino simplemente ir creando una sutilísima complicidad entre personas desconocidas entre ellas y de personalidades discordantes, que finalmente cristaliza en amistad. Como es costumbre en Jarmusch, en Down by Law recurre completamente al minimalismo: unos pocos espacios, poquísimos personajes y economía de recursos de todo tipo. Pero no necesitó más para dejar asentado en la memoria de quienes la vimos, una portentosa y perdurabilísima historia de compañerismo y amistad.
5 The Elephant Man (David Lynch, 1980)
Basada en la historia real del decimonónico Joseph Merrick, un hombre repleto de tumoraciones y malformaciones que era exhibido en circos como un monstruo. Merrick es encontrado por el médico Frederick Treves y acogido por él de forma vitalicia en el hospital en que trabaja. Paulatinamente Treves y Merrick desarrollan un cariño íntimo rayano en lo filial. Quizá lo más insólito del filme, tan descarnado y desolador como conmovedor, es la manera en que Lynch nos sumerge en la concepción, por lo demás intemporal, de la normalidad (y la carencia de ella). Aquí el sentido humano y la valía del hombre independientemente de su apariencia son reivindicados ante el inclemente ojo social por Treves, quien presenta públicamente a Merrick y lo hace vivir de verdad por primera vez, llevándolo a teatros y demás. Treves también invita al hospital a decenas de personas de las más altas clases —incluyendo ni más ni menos que a la princesa de Gales— para que se acerquen a Merrick, conversen con él y conozcan al hombre detrás de la máscara de deformidad.
6 One Flew Over The Cuckoo’s Nest (Miloš Forman, 1975)
Atrapado sin salida es quizá la película más conocida de las hasta ahora mentadas. Si bien no podemos hablar de amistad sensu stricto, es indudable que desde que el carismático criminal (que nunca sabemos si realmente lo es) Randle McMurphy llega al hospital psiquiátrico a subvertir por completo el statu quo reunión tras reunión clínica, logra establecerse una auténtica —y comiquísima— hermandad de hombres con varios estadios de trastorno mental, desde la neurosis socialmente tolerada de algunos que están ahí por voluntad propia, hasta la completa vesania de otros. McMurphy enseña a los pacientes —a los puede y están en condiciones de entenderlo— algo que en apariencia resulta simple y sencillo pero que para personas en la situación de estos pacientes no lo es: tratar de pasarlo bien.
7 Midnight Cowboy (John Schlesinger, 1969)
Simplemente ver a un Dustin Hoffman, de menos de 1.70 de estatura, caminando —cojo y encorvado— por las calles de Nueva York al lado de un Jon Voight de 1.90 con disfraz de vaquero, resulta por lo menos hilarante. Ahora sumémosle que uno es un vagabundo estafador y el otro un exlavaplatos recientemente convertido en gigoló bisexual. Pocas parejas, tanto en suma como en parte, pueden tildarse tanto de escorias sociales como esta, incluso hoy, a más de medio siglo del lanzamiento de la película. Pero ¿esto por sí solo es suficiente para que una historia sea persuasiva y dramáticamente bien lograda? Evidentemente no, pero tanto la sordidez física y espiritual que pervive por toda la película como la complejidad psicológica y la espiral moral descendente de los personajes, hacen de este un filme inolvidable.
8 Bande à part (Jean-Luc Godard, 1964)
El nombre de la película (Banda aparte en español) ya en sí mismo sería idóneo para esta lista. En esta historia con más de una escena que se ha plagiado y homenajeado decenas de veces en la historia del cine, una mujer conoce a un hombre y le confiesa que en la casa en que vive con su tía hay varios fajos de billetes y quiere robarlos. El hombre avisa a un amigo suyo, y la tríada decide ir a la casa y asaltar a la tía. El grupo pasará por múltiples peripecias y entre dos de ellos la amistad se convertirá al final en un fuerte vínculo sentimental. Godard siempre ha sabido compensar sus deficiencias narrativas y ciertas antitramas con diálogos sólidos y memorables, así como con episodios y situaciones muy particulares.
9 I Vitelloni (Federico Fellini, 1953)
Conocida en español como Los inútiles, esta es una de tantas películas de Fellini con personajes marginales (véanse La strada o Le notti di Cabiria). Versa sobre los días y noches de errancia de un grupo de hombres desempleados que frisan los treinta años, y que no parecen querer tener empleo nunca. La naturaleza de los seis inútiles es enteramente paradójica: quieren huir de la vida de tedio en que están inmersos, pero no hacen nada para salir de ella, y esto los lleva a un indefectible círculo vicioso. Después de todo, ¿qué puede ser más marginal que un grupo de hombres de su edad que no hacen nada para ganarse la vida?
10 Freaks (Tod Browning, 1932)
Película de culto por antonomasia, trata al igual que El hombre elefante sobre seres considerados como fenómenos. La diferencia es que en la historia de Browning son más de veinte. Un grupo circense con malformaciones de todas índoles: enanos, hermafroditas, siamesas, mutilados y mancos. Aquí la naturaleza de la amistad y las relaciones es compleja pues no se trata ni por asomo de una narración que ofrezca consuelo de ningún tipo —quizá aún menos que la de Lynch— pues estos seres, los más repudiados de todos, saben que no tienen nada más que a sí mismos y a otros como ellos, y que durante toda su vida tendrán que permanecer unidos frente a los prejuicios, la injuria y la vejación. Pero igual que en El hombre elefante por lo menos hay —aquí son dos— personas que están dispuestas a hacer justicia a estos completos parias. Y si no resulta fácil llevar al cine una historia como esta hoy en día, ya puede imaginarse cómo fue en 1932.