Catar 2022: la copa mundial de la opresión y la esclavitud

La Copa Mundial de la FIFA es un negocio. Vaya, todo el futbol —y por extensión el deporte profesional— se trata de dinero y no de la gloria por la victoria o el honor de competir. No obstante, los mundiales, en particular, son poco más que suntuosos ardides publicitarios, políticos y comerciales que canalizan cantidades grotescas de dinero y recursos provenientes de millones de aficionados alrededor del planeta, directamente hasta los bolsillos de unos cuantos funcionarios.

Y aunque este ha sido siempre —o casi siempre— el caso, nunca antes el tráfico de influencias, la corrupción y el cinismo rodeando la organización de un torneo futbolístico de alto nivel había sido tan evidente como en Catar 2022: un país con prácticamente nulo legado futbolístico, cuya selección nacional jamás se había clasificado a una copa del mundo y donde el único acercamiento al deporte se había dado a través de las inversiones multimillonarias en clubes de élite.

Futbol: ¿dinero o gloria? Tomada de: Público.

Sí, la elección de Catar como nación anfitriona sigue (hasta cierto punto) el discurso de la FIFA por “ampliar” el panorama de la competencia e integrar cada vez más países dentro de la organización; básicamente volver más global un deporte que se juega y se mira en todo el planeta. Así pues, en este milenio hemos tenido mundiales en Corea y Japón, Sudáfrica y Rusia (ufff), siendo el torneo de este año el primero que visita el “mundo árabe” y la constantemente problemática región del Oriente Medio

Pero aunque el secretario general del comité organizador, Hassan Al-Thawadi, ha declarado que “el propósito de estos eventos es permitir que personas de todo el mundo visiten un país nuevo y experimenten de primera mano su cultura y costumbres”, cuando se trata de una nación sumergida en la opresión, la intolerancia, la esclavitud y el desprecio de los derechos humanos básicos, es momento de empezar a preguntarnos si todo eso vale la pena por 90 minutos de futbol. 

Sangre, sudor y lágrimas

Múltiples fuentes, incluyendo The Guardian, la ONU y Human Rights Watch han reportado que más de 6,500 trabajadores inmigrantes, la mayoría provenientes de Nepal, India, Bangladesh y Pakistán, han perdido la vida desde el inicio de la construcción de nuevos estadios, carreteras y hoteles en 2010.

¿Esclavos para el futbol? Tomada de: Vadot.

Las muertes, ocasionadas por las deplorables condiciones laborales y de vida a las que estos trabajadores han sido expuestos, se suman al trato infrahumano que reciben estos inmigrantes (en un rol cercano al de esclavos), a quienes se les rehúsan los pagos y se les pone a trabajar en condiciones inseguras e insalubres. Claro, el gobierno catarí no ha perdido tiempo en dictaminar la mayoría de esos decesos como “muertes naturales”… derivadas de infartos y cansancio por pasar más de 12 horas diarias construyendo una carretera en medio del desierto a una temperatura superior a los 50°C.

En Catar todos son bienvenidos, excepto…

Cualquier miembro de la comunidad LGTBQ+, claro, así como toda persona a quien le guste beber una cerveza en el estadio. Ah, y mujeres solas, de preferencia abstenerse. Lo mismo aquellos que tengan planeado cualquier tipo de protesta contra el impacto ambiental del evento o la religión musulmana. De hecho, bajo el artículo 136 del Código Penal de Catar, cualquiera que proteste o se manifieste públicamente sobre temas como corrupción, cambio climático o derechos humanos durante el torneo, se hará acreedor a una multa de 25 mil dólares.

Activistas protestan en el Museo de la FIFA antes del mundial de Catar. Tomada de: Yahoo.

Durante la Copa Mundial FIFA 2022, un torneo deportivo que —supuestamente— promueve el amor, la paz, la inclusión y el estar todos unidos por una misma pasión, los asistentes no solo no podrán tomar alcohol o demostrar su afecto públicamente, ni tendrán la libertad de ir y venir a placer o expresarse abiertamente sobre temas controversiales, sino que además presenciarán un espectáculo orquestado por funcionarios cargados de corrupción, en estadios mausoleos construidos con la sangre, y sobre los cuerpos, de miles de obreros mal pagados, malnutridos y olvidados.

Que rueden las cabezas y que ruede el balón.